Escapar

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Después de la excursión a La Push, todo en Beacon Hills parecía envuelto en una especie de niebla emocional. El conocimiento de que estaba rodeado de criaturas sobrenaturales había cambiado mi percepción del mundo por completo. Vampiros y hombres lobo. Y yo... atrapado en medio de ambos.

Los días siguientes transcurrieron en una extraña rutina. Scott McCall trataba de actuar como si nada hubiera cambiado, pero yo no podía dejar de hacer preguntas en mi cabeza. Cada vez que veía a Derek Hale en la escuela, algo en su presencia me perturbaba y me atraía al mismo tiempo. ¿Por qué insistía en alejarme? ¿Y por qué yo era incapaz de obedecer su advertencia?

Había algo más profundo en Derek. No era solo su identidad como vampiro lo que me intrigaba. Era la sensación de que llevaba una carga mucho mayor de lo que mostraba. Una oscuridad que lo consumía lentamente.

Una tarde, al salir de la escuela, encontré a Derek esperándome junto a su Jeep. Su postura relajada, con las manos en los bolsillos, contrastaba con la tensión palpable en el aire. Me detuve, sintiendo que mi corazón se aceleraba.

—Necesitamos hablar —dijo sin rodeos.

—¿Sobre qué? —pregunté, intentando sonar tranquilo aunque mi voz temblaba ligeramente.

Derek me lanzó una mirada que parecía perforar mi alma.
—Hay cosas en Beacon Hills de las que deberías mantenerte alejado. No quiero verte atrapado en esto.

Era la misma advertencia de siempre, pero esta vez, había algo más en su tono. Algo casi... protector.

—Ya estoy atrapado, ¿no crees? —respondí, cruzando los brazos frente a mí. —No puedes esperar que simplemente ignore todo lo que está pasando.

Derek suspiró y se pasó una mano por el cabello oscuro.
—Stiles, no tienes idea del peligro en el que estás metido.

Antes de que pudiera responder, Lydia Martin apareció desde la puerta del instituto, lanzando una mirada curiosa hacia Derek. Siempre tenía un don para aparecer en los momentos más inoportunos.

—¿Te estás metiendo en problemas otra vez, Stilinski? —preguntó con una sonrisa sarcástica.

—¿Desde cuándo no me meto en problemas? —respondí, tratando de aliviar la tensión.

Derek no dijo nada, pero su mirada hacia Lydia fue suficiente para hacer que ella levantara una ceja, intrigada.
—Interesante... Muy interesante —murmuró, antes de marcharse con su característico aire despreocupado.

Derek esperó hasta que Lydia desapareciera antes de continuar.
—Hay cosas que no entiendes, y quiero que te mantengas lejos de ellas.

—¿Por qué? —pregunté. —¿Qué es lo que tanto te preocupa?

Por un momento, pensé que Derek iba a responder con sinceridad, pero se limitó a negar con la cabeza.
—Porque si te acercas demasiado, te destruirá. Esto no tiene un final feliz para nadie.

La intensidad en su voz me dejó sin palabras. No podía entender del todo lo que quería decir, pero supe que había más en juego de lo que parecía.

Esa noche, de vuelta en casa, el viento volvió a soplar con fuerza, haciendo que las ramas golpearan las ventanas de mi habitación. Me revolví en la cama, incapaz de dormir. Los pensamientos sobre Derek Hale seguían dando vueltas en mi cabeza.

¿Por qué me importaba tanto? ¿Por qué no podía simplemente hacerle caso y mantenerme alejado?

Finalmente, me levanté y abrí la ventana, dejando que el aire frío de la noche entrara en mi habitación. Había algo en Beacon Hills que me atraía, algo oscuro y peligroso. Y aunque sabía que debía mantenerme alejado, no podía evitar querer saber más.


Beacon HillsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora