Un Respiro Antes de la Tormenta

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El bosque había quedado en silencio después de la pelea. El aire seguía frío y tenso, pero al menos por ahora, estábamos a salvo. Scott revisaba la zona en busca de algún rastro de más cazadores, mientras Derek y yo nos apoyábamos contra un árbol, recuperando el aliento.

Mis músculos ardían del esfuerzo, pero la única sensación que realmente importaba era la de tener a Derek a mi lado, vivo. Cada vez que nuestras miradas se encontraban, la electricidad entre nosotros volvía, incontrolable y definitiva.

—¿Estás bien? —preguntó Derek, sin soltarme la mirada.

—He estado peor —respondí con una sonrisa leve, a pesar del dolor en mi hombro. —¿Y tú?

Derek dejó escapar un suspiro cansado.
—He estado mejor. Pero lo importante es que seguimos aquí.

El peso de lo que habíamos vivido juntos parecía rodearnos como una niebla espesa. Había peligro a cada paso, pero eso solo hacía que lo que sentía por él se hiciera más fuerte. En momentos como este, la vida parecía más intensa.

Sin poder contenerme más, alcé una mano hacia su rostro, rozando suavemente su mejilla. Derek no se apartó. En lugar de eso, cerró los ojos por un instante, como si ese toque fuera lo único que lo mantenía conectado al mundo.

—Te dije que no iba a dejarte solo, ¿recuerdas? —susurré, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza.

Derek abrió los ojos lentamente, y en ellos vi algo que nunca había esperado encontrar: alivio.
—Lo sé, Stilinski. Y eso me asusta más que cualquier cazador.

Mi respiración se detuvo por un segundo. La honestidad cruda en su voz hizo que algo dentro de mí se rompiera y se acomodara al mismo tiempo. Él se preocupaba por mí tanto como yo por él.

Sin pensarlo más, me incliné hacia él y lo besé.

El beso fue suave, pero profundo. No había urgencia esta vez, solo certeza. Nos estábamos eligiendo en medio del caos, encontrando en el otro algo que nunca habíamos pensado tener: un refugio.

Derek me rodeó con sus brazos, atrayéndome más cerca de él. Por primera vez en mucho tiempo, no estaba huyendo de nada. Estaba aquí, conmigo, y yo con él.

Nos separamos lentamente, nuestras frentes aún juntas, respirando al mismo ritmo. Había tanto que decir, pero las palabras parecían innecesarias. Ya lo sabíamos.

Scott apareció poco después, su expresión seria pero aliviada al vernos juntos.
—La zona está despejada, pero no por mucho tiempo. Tenemos que movernos.

Derek asintió, su postura volviendo a la de siempre: alerta, preparado para pelear.
—Vamos hacia el norte. Si llegamos a las viejas ruinas de la familia Hale, podremos resistir allí por un tiempo.

—¿Crees que será suficiente? —pregunté, todavía recuperándome del beso, pero sin dejar de pensar en el peligro que se avecinaba.

—No lo sé —respondió Derek con franqueza. Pero esta vez, no vamos a huir.

Nos pusimos en marcha poco después, la tensión del peligro todavía presente, pero ahora compartida. Ya no estaba solo en esto. Cada paso que daba junto a Derek y Scott me hacía sentir más fuerte, más seguro de que podríamos superar lo que viniera.

El camino era oscuro y peligroso, pero ahora tenía algo que no había tenido antes: a Derek. Y eso era suficiente. No importaba cuántos cazadores vinieran o cuán complicado fuera el futuro, porque lo enfrentaríamos juntos.

Nos adentramos más en el bosque, la tormenta aún por llegar. Pero esta vez, no le tenía miedo. Estábamos listos.

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