Nos movimos por el bosque con rapidez, dejando atrás la cueva y el eco de las voces de los cazadores. La tensión entre nosotros era palpable, pero no solo por el peligro que nos acechaba. Había algo más, algo que crecía en silencio entre Derek y yo, una conexión que ambos intentábamos ignorar... sin mucho éxito.
La noche avanzaba lentamente, y la luna llena iluminaba nuestro camino mientras los árboles nos envolvían en una penumbra tranquila, casi íntima. Finalmente, después de caminar por lo que parecieron horas, Derek señaló una vieja casa escondida entre las sombras del bosque.
—Aquí estaremos seguros por ahora —murmuró, con la mirada fija en la casa.
Entramos en la casa en silencio. El polvo y el musgo cubrían los muebles antiguos, pero la estructura parecía resistente. Scott fue a explorar las habitaciones, dejándonos a Derek y a mí solos en la sala. El aire estaba denso, cargado de todo lo que habíamos estado evitando decir.
Me acerqué a una ventana rota, mirando cómo la luna iluminaba el bosque desde la distancia. Sentí a Derek detrás de mí, tan cerca que podía notar su respiración lenta y controlada.
—¿Por qué haces esto? —susurré, sin girarme para mirarlo. —¿Por qué sigues intentando alejarme... cuando claramente no quieres hacerlo?
Derek se quedó en silencio por un momento, pero su presencia a mi espalda se hizo más intensa, más tangible. Finalmente, habló.
—Porque no quiero que te lastimen. —Su voz era baja, pero llena de peso, como si cada palabra fuera una confesión.
Me giré hacia él, encontrándome con esos ojos oscuros que siempre parecían contener tanto más de lo que dejaba ver. En ese instante, lo supe: No había vuelta atrás. Estábamos demasiado cerca de algo que ambos sabíamos que no podríamos ignorar.
—¿Por qué sigues intentándolo? —pregunté, dando un paso hacia él. —Si tanto te preocupas por el peligro, ¿por qué sigues volviendo a mí?
Derek soltó un suspiro, como si las palabras que estaba por decir hubieran estado atoradas en su garganta por demasiado tiempo.
—Porque soy el león... y tú eres la oveja. —Su voz era baja, casi un susurro, pero cada palabra resonó en mi pecho como una verdad imposible de ignorar.
Mi corazón dio un vuelco. Esa frase, tan simple y devastadora, encapsulaba todo: la naturaleza peligrosa de Derek, mi fragilidad en comparación con él, y aun así... la atracción inevitable entre nosotros.
—¿Y qué hace la oveja... cuando no quiere correr? —pregunté, sintiendo cómo mi voz temblaba ligeramente.
Por un segundo, vi algo romperse en los ojos de Derek. Una lucha interna que finalmente había perdido.
Antes de que pudiera pensar en lo que estaba haciendo, Derek cerró la distancia entre nosotros en un solo movimiento. Y entonces, me besó.
El mundo se detuvo. Todo lo que existía era él: el frío de su piel, el peso de sus manos en mi cintura, y la intensidad de un beso que contenía todas las palabras que nunca había dicho. No había advertencias, ni miedo, solo nosotros.
Respondí al beso sin dudar, sintiendo cómo la tensión que había estado creciendo entre nosotros se desbordaba en ese momento. Era feroz, desesperado, pero también increíblemente delicado, como si ambos supiéramos lo frágil que era lo que teníamos y lo que nos esperaba fuera de esas paredes.
Cuando finalmente nos separamos, ambos estábamos sin aliento. Derek apoyó su frente contra la mía, sus ojos todavía cerrados, como si quisiera quedarse en ese momento un poco más.
—Esto es una locura —murmuró, aunque su voz no sonaba arrepentida.
—¿Y cuándo no lo ha sido? —respondí con una sonrisa suave, todavía recuperándome del beso.
Derek soltó una risa baja, más real que cualquier sonido que le había escuchado hacer antes. Por un momento, no había cazadores ni peligro, solo nosotros dos.
El momento se rompió con el sonido distante de pasos en el bosque. El peligro todavía estaba allí, acechando en las sombras, pero esta vez, no estaba solo para enfrentarlo.
—No importa lo que venga —dije en voz baja, mirándolo directamente a los ojos. —Estoy contigo, Derek. Siempre.
Derek asintió, con una expresión que decía más de lo que cualquier palabra podría expresar. Nos habíamos encontrado en medio de la oscuridad, y aunque el camino por delante sería peligroso, sabíamos que lo enfrentaríamos juntos.
Porque, al final, el león se había enamorado de la oveja. Y la oveja no tenía intención de escapar.
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Beacon Hills
Fiksi PenggemarNunca pensé mucho en cómo moriría... a menos que contaras mis múltiples intentos de meterme en problemas sobrenaturales. Pero, si debía morir enfrentando a una amenaza mística o algún monstruo de Beacon Hills, creo que al menos tendría una buena his...