La Luz Tras la Tormenta

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El amanecer llegó lentamente, derramando luz dorada sobre el bosque como si el mundo estuviera aliviado de que la batalla hubiera terminado. El aire todavía olía a humo y tierra húmeda, pero el silencio ahora era reconfortante, no ominoso.

Scott estaba sentado cerca de la fogata, revisando los cortes en su brazo con una expresión cansada pero satisfecha. Derek, en cambio, se había alejado un poco, apoyado contra un árbol mientras observaba el horizonte, su figura recortada contra la suave luz de la mañana.

Yo estaba en medio de ambos, dejándome caer sobre un tronco caído mientras mis músculos finalmente cedían al cansancio. La victoria era nuestra, pero el costo aún estaba fresco en nuestras mentes.

—Creo que los ahuyentamos —dijo Scott finalmente, rompiendo el silencio. —Por ahora, al menos.

Derek soltó un resoplido bajo, sin apartar la mirada del horizonte.
—Por ahora no es suficiente. Volverán. Siempre lo hacen.

La gravedad en su voz era innegable, pero también lo era el cansancio. Esta lucha había dejado su marca en todos nosotros, especialmente en él.

Scott se levantó, estirándose con cuidado antes de mirarnos a ambos.
—Voy a buscar algo de comida. No tardaré.

Asentí mientras él desaparecía en las sombras, dejándome a solas con Derek. La quietud entre nosotros no era incómoda; era el tipo de silencio que decía más de lo que las palabras podrían expresar.

Me levanté y caminé hacia donde él estaba, deteniéndome a su lado mientras seguía observando el bosque. Su postura era tensa, pero había algo en su rostro que me hizo detenerme: una mezcla de alivio y agotamiento que rara vez dejaba ver.

—¿En qué piensas? —pregunté finalmente, rompiendo la quietud.

—En lo que sigue —respondió, su tono bajo pero firme. —Siempre hay algo más, Stiles. Siempre habrá otro peligro, otra amenaza.

Lo miré por un momento, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—Pero también hay momentos como este. Momentos para respirar. Eso es lo que vale la pena.

Derek me miró entonces, y por un instante, su expresión se suavizó. No dijo nada, pero la forma en que sus ojos se encontraron con los míos lo dijo todo. Sabía que tenía razón.

Nos quedamos allí por un momento, mirando el amanecer juntos. No había necesidad de hablar; el silencio entre nosotros era suficiente.

Finalmente, Derek dejó escapar un suspiro, sus hombros relajándose un poco.
—Eres una contradicción, Stilinski.

—¿Eso es un cumplido o una queja? —pregunté, arqueando una ceja.

—Ambas. —La esquina de su boca se alzó en una pequeña sonrisa, y mi pecho se llenó con algo cálido y reconfortante.

No lo había dicho, pero estaba ahí: estaba agradecido de que estuviera a su lado.

Cuando Scott regresó con algo de fruta y agua fresca, nos sentamos alrededor de la fogata. El ambiente se sentía diferente ahora, menos tenso, más esperanzador.

—Necesitamos un lugar seguro —dijo Scott mientras repartía las frutas. —Un lugar donde podamos reagruparnos, pensar en lo que sigue.

—Las ruinas Hale no son una opción —respondió Derek, su tono serio. —Los cazadores ya saben dónde está.

—¿Y qué hay de Beacon Hills? —pregunté, mirando a ambos. —Es nuestro hogar. Podríamos volver, preparar algo desde allí.

Scott asintió lentamente, mientras Derek parecía considerar la idea.
—Es arriesgado —dijo finalmente. —Pero tiene sentido. Los cazadores no esperarán que volvamos tan rápido.

Había algo en su voz que indicaba un cambio. Por primera vez en mucho tiempo, parecía que Derek no solo estaba sobreviviendo. Estaba pensando en construir algo, en avanzar.

Cuando el sol estuvo completamente arriba, la luz iluminó el pequeño campamento que habíamos improvisado. El bosque ya no parecía tan amenazante; era como si la noche se hubiera llevado consigo una parte del peso que habíamos estado cargando.

Derek se levantó, extendiendo una mano hacia mí para ayudarme a ponerme de pie. Sus dedos eran firmes, cálidos a pesar de todo.

—Vamos —dijo, con una pequeña sonrisa que apenas era visible. —Es hora de volver.

Asentí, sintiendo cómo una nueva energía corría por mí. Por primera vez en mucho tiempo, no tenía miedo del futuro. Estábamos juntos, y eso era suficiente.

El amanecer marcaba el comienzo de algo nuevo. Habíamos ganado esta batalla, pero la guerra continuaba. Sin embargo, con Derek, Scott y yo enfrentándolo juntos, sabía que teníamos una oportunidad real de salir adelante.

Beacon Hills nos esperaba, y con ella, todas las posibilidades de un futuro que valía la pena luchar.

Beacon HillsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora