🥀| Mi historia ⁰³ |🥀

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Maya

Cuando llegamos a su casa su mamá pegó un grito cuando me vio, un grito que casi me hizo caer de los brazos de su hijo...Y así fue como conocí a su mamá y a sus tres hermanitos, uno de doce, otro de ocho y su hermanita de cinco años.

Todo el tiempo me estuve mordiendo mi labio inferior conteniendo mis lágrimas de nostalgia cuando sentí el amor de hogar envolverme. Su casa estaba decorada acorde a la época, con un árbol de navidad en una esquina y adornos, que estaba segura, los más pequeños habían puesto, pues había muñecos de navidad y demás cosas al revés o chuecas.

Su mamá ni siquiera preguntó quién era, solo se preocupo por ayudarme a sentar en una silla y curar mi rostro mientras los dos niños corrían por la casa buscando lo que su mamá les pedía para poder curar mis heridas, la hermanita de Alan corría y llegaba con una muñeca o peluche nuevo, con su carita de ilusión al enseñarme sus juguetes y Alan...se dedicó a curar y limpiar mis pies, por más que lo quise alejar por vergüenza, término obligándome a que lo dejara ayudarme. No me había roto el tobillo, aunque así lo había sentido, solo me lo había esguinzado.

Después de todo eso me presenté formalmente con su mamá y a ella si le había dicho que me había caído por una escalera. Pase la noche en su casa, debajo de las cobijas de la cama de Alan, mientras él durmió a mi lado, en la orilla, pero fuera de las cobijas.

Esa noche lloré en silencio, lloré por lo que me había pasado y lo que hubiera pasado si mi camino no hubiera chocado con el de Alan, lloré culpando y dolida con mi hermano.

A primera hora de la mañana, Alan me acompañó a la casa de mi mamá, ella y su pareja seguían dormidos, Gael no, pero decidió quedarse en la cocina cuando vio a Alan. El me espero mientras me metí a bañar, un hilito rojo se deslizó por mi pierna y llore de nuevo debajo del agua de la regadera mientras terminaba de enjuagarme, cuando salí vestida con un pantalón de mezclilla y la misma sudadera de Alan hice mi maleta y salí de ese lugar. Mi abuelita llegaba esa noche, así que ya tenía donde quedarme un tiempo.

Habían pasado cuatro meses y de nuevo no sabía nada de mi hermano, pero seguía dolida con él. Sobrevivía con lo poco que me daban mis papás y cada que abría la cuenta en la que guardaba el dinero que Freddy me daba, veía que las cantidades variaban, a veces había demasiado dinero y en otras ocasiones no había nada, pero yo decidí no tocar ese dinero, así que estaba consciente de que tenía que buscar un trabajo pronto.

A mí abuelita le había dicho lo mismo, que me había caído de las escaleras, a mis amigas les dije la verdad y ellas me dijeron que tenía que denunciar, pero ya había pasado tiempo y no quería más problemas, Alexis y los gemelos solo necesitaron escuchar el nombre de mi hermanastro para quererlo tres metros bajo tierra y eso que solo les conté poco de la realidad.

Me la pasaba de casa en casa, no quería ser una carga para mí abuelita. Mis amigas me daban asilo y a veces hacíamos pijamada, incluso hacía pijamada con los gemelos y Alexis que me llegaron a dar posada para que tuviera un lugar donde dormir. No me quedaba ni con mi papá, ni con mi mamá, él pensaba que me quedaba con ella, mi abuelita pensaba que me quedaba con mi mamá y mi mamá pensaba que me quedaba con mi abuelita.

*Maravillosa jugada*

Pero con quién más pasaba el día y las noches era con Alan, se había vuelto mi mejor amigo y con el tiempo se convirtió en algo más.

Recuerdo que había llegado a su casa un siete de abril, mi cumpleaños diecisiete, su mamá junto con sus hermanitos habíamos horneado un pastel y al terminar de festejar me había ido con él a su cuarto.

-¡Ya Alan!- solté entre risas -. ¡Dámelo!

-¡Quién te manda a estar tan enana!- también soltó una de sus risas sexis.

Querer © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora