Maya
¿En que nos quedamos?...¡Ah sí, cuando me dieron mi primera paliza!
Cuando me recupere por completo, todas las tardes, después de salir de la escuela, me pasaban a recoger y me llevaban con ellos a entrenar, así que entrené king boxing dos años y medio. En ese tiempo mis papas no se habían divorciado pero ya no vivían juntos; así que a mi hermano y a mi nos tocaba ser pelotas de ping pong, de nuestra casa (donde vivía nuestra mamá) a la casa de la amante de mi papá (donde vivía mi papá).
Nunca nos llevamos bien con Karla y nunca nos íbamos a llevar bien por más que mi papá nos tratara de unir, pero me había enterado, por que una vez la espie hablando por teléfono sin querer queriendo, que le gustaba mi hermano a ella y a su amiga Sora, aunque agradecí que mi hermano no le hiciera caso a ninguna de las dos.
Quien pensaba diferente había sido Sebas, pues se había hecho novio de Romina, mi hermano y sus amigos parecían uña y mugre, así que cada vez que íbamos a la casa de mi papá ellos iban y ahí fue donde se conocieron Sebas y Romina.
¿Qué si me había dolido? Me había roto el corazón...o bueno, así me había dolido en aquella época porque Sebas era el único chico que me seguía gustando, incluso lloré.
Pero nunca dije nada, ni siquiera que el hermano de Romina había sido el que me había golpeado en el callejón y me había dejado esa cicatriz en el pómulo.
Yo no dije nada, pero Sebas se había dado cuenta que me comportaba diferente y más distante con él, así que un día que estábamos en la casa de mi abuelita me preguntó.
Los cuatro se habían salido a jugar fútbol con otros niños que vivían por los alrededores, había veces en las que salía a jugar con ellos, pero esa no era una de las tantas ocasiones, no quería estar cerca de Sebas, seguía dolida y a parte estaba en mis días de niña.
Pero hablando del rey de Roma...
Mi abuelita siempre dejaba la puerta abierta cuando salimos a jugar porque salimos y entrabamos diversas veces a tomar agua. Estaba sentada en una de las sillas de la mesa, con mi cabeza recargada en mis brazos y balanceando mis pies, así que solo levanté un poco la mirada cuando vi a Sebas entrar con la respiración agitada y algo sudado cerca de la cocina tomando agua.
Cuando sus ojos se encontraron con los míos desvie la mirada, recostando más mi mejilla en mi brazo y jugando con un pedacito de pan que estaba en la mesa. Mire de reojo cuando lo vi acercarse y gire más mi rostro para no verlo cuando se sentó en una silla junto a mí.
-¿Por qué no saliste a jugar con nosotros?
-Por que estoy en mis días de niña- susurre jugando con el trocito de pan.
-Mmm- gire mi rostro lentamente cuando se quedó callado, me veía con el ceño fruncido y mordiendo su labio inferior -. ¿Te hice algo?- lo miré confundida.
-No, no es eso Sebas solo que me duele el estomago y...
-Y te has estado comportando extraña conmigo- me interrumpió sin dejar de verme arqueando una de sus cejas.
-No- alargue esa palabra enrojeciendo -. Claro que no.
-Claro que si- contraataco -. Me has estado ignorando y te alejas cada que estoy cerca, así no te comportas con Felipe o Rafa y has estado así desde que empecé a salir con Romina.
Me removí incomoda cuando nombro eso último y sonrió cuando arrugué mi nariz con disgusto. Gire de nuevo mi rostro para no verlo, ocultandome detras de mi cabello, jugando con el granito de pan y sintiendo mis ojos aguadarse por culpa de las malditas lágrimas.
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Querer © #1
Fiksi RemajaUna chica, once chicos y una casa. Doce adolescentes que eligieron a su familia cuando la suya les falló. Doce adolescentes viviendo en una sola casa, nada podría salir mal ¿O si?. Tomando en cuenta que doce son chicos, una chica, dos parejas de he...