🥀| 05 De rodilla |🥀

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Maya

Mis amigos eran los más listos (nótese el sarcasmo) y los únicos a los que se les ocurría darle croquetas a un cachorrito de aproximadamente un mes al que ni siquiera se le veían los dientes, con trabajos si podía tomar la leche del biberón.

Yo estaba embobada viendo como tomaba la leche con los ojitos cerrados, moviendo su boquita a un ritmo relajante y con un sonido tierno, mientras sostenía mis dedos entre sus patitas.

Estaba tan delgado y chiquito, incluso le faltaba pelito en algunas zonas, seguía tiritando de frío a pesar de estar entre el calor de mis brazos

Me seguía cuestionando el nombre que le habían otorgado al nuevo integrante del Team <<Tocino>>, pero sabía que si lo ponía a votación iba a perder e incluso le iban a otorgar un nombre más cuestionable. Así que no dije nada al respecto.

Alce la mirada cuando escuché la puerta de la casa. Sebas, con el cabello alborotado, marcas de labial en su cuello y con bolsas en ambas manos, estaba de pie en el umbral de la entrada de la sala, escaneo toda la sala con el ceño fruncido, hasta que se detuvo en tocino, suspiro relajando sus hombros.

-No se si quiero saber que pasó.

Me puse de pie y le pase el turno de alimentar a tocino a mi hermano, mientras Yekun subía a su habitación a ponerse una camisa, lo que agradecí porque dejaba de ser una hermosa pero peligrosa tentación y mientras yo y Sebas hacíamos la cena, los demás trataban de dormir a tocino, el pobre cachorrito no cedió, no pegó los ojos en ningún momento mientras nosotros cenábamos, pero sí que tenía sueño.

De repente se le cerraban los ojitos y se tambaleaba de un lado a otro sobre el sillón, pero justo antes de caer rendido...los abría de nuevo y nos miraba moviendo la colita, cómo si tuviera miedo de lo que le fuéramos a hacer o lo dejáramos de nuevo solo a su suerte.

Obviamente eso no iba a pasar pero eso él no lo sabía.

A la hora de dormir, gane la ardua pelea que tuvimos para decidirnos y ver con quién dormiría tocino...En realidad...solo lo tome entre mis brazos cuando acabamos de cenar y salí corriendo a mi habitación, escuchando sus gritos de réplica detrás de mí, pero los ignore y me encerré en mi habitación y ya ninguno pudo hacer nada al respecto.

Lo deje en mi cama mientras me ponía mi pijama y le rece a los dioses de los perros para que no se hiciera del baño, ya había hecho en el piso de la sala y lo tuvo que limpiar Felipe por mayoría de votos.

Mi sueño de niña se había desbloqueado.

Mi hermano y yo siempre quisimos un perro, alguien que nos hiciera compañía cuando nos sentíamos solos o alguien que nos acompañará cuando el otro estaba ocupado, pero mis papás se habían negado y cuando crecimos ese sueño se fue apagando, no por el hecho de no desearlo, si no porque tuvimos otras responsabilidades y sabíamos que un perro no era un objeto sin necesidad y sin sentimientos.

Salí del baño y me acerque a mi cama, tocino estaba hecho un ovillo en una de las esquinas de la cabecera, sobre una de las almohadas dormido.

Sonreí con ternura.

Ni la mitad de la almohada abarcaba.

Alce las cobijas y me metí en ellas, no era de las personas que se dormía con solo tocar la almohada, al menos no cuando no estaba lo suficientemente cansada, así que me dedique a revisé un rato mi celular y no voy a mentir...había buscado el perfil en Facebook de Luis desde el lunes que me había sacado el tenis y después de lo que pasó en el entrenamiento; y casualmente lo encontré.

Querer © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora