Maya
Media hora después, y después de haber llevado a los más chicos al baño, ya estábamos dentro del gran gimnasio. Era circular, en la parte de abajo ya habían instalado varios tatamis para los combates y en la parte superior estaban las gradas, ya estaba medio lleno.
Habían llegado otras tres o cuatro escuelas de la misma asociación de Jorge, con tanta gente la mayoría se había dispersado con sus familias pero estaban cerca, los distinguía por su uniforme que en la parte trasera de sus casacas tenían la silueta de la cara de un puma con una corona y en la parte delantera, en el hombro izquierdo, el nombre de la asociación. Algunos de los más grandes y cintas más elevadas de rango tenían camisas negras con la misma silueta del puma en blanco delante y el nombre, detrás de la camisa tenían escrito coach. Yo tenía una de esas camisas, igual que los gemelos, Alexis, Sebas y mi hermano, Rafa y Felipe se habían perdido por ahí.
Y Clhoë, la niña que me había dado la mano desde que Mario la había espantado, no se había separado de mí, si había llegado su familia, tenía un hermano más grande que también iba a pelar, pero ella no me soltaba y yo tenía que buscar a Mario porque había desaparecido con unos cinco niños y ya los estaban llamando para la gráficas.
-Ven preciosa- camine con ella hasta donde estaba mi hermano y Sebas que ya estaban formando a algunos de los niños mientras que Alexis y Rodrigo reunían a los demás.
Era un caos, porque obviamente no solo eran pequeños de las escuelas de Jorge, que eran como unos veinte, si no de varias escuelas y como eran los más chiquitos todos los papás estaban alrededor. Tuve que empujar a varía gente para poder pasar y que no le pegaran a Clhoë. Llegué junto a mi hermano que los estaba contando.
-Ten, cuídala tantito- la niña lo tomó de la mano, mi hermano bajó la mirada con el ceño fruncido y luego me vio a mí casi espantado.
-Pero...- salí corriendo entre el mar de la gente.
-¡Voy a buscar a Mario!
Fui a buscarlo a dónde se suponía había ido, al baño. Si estaba ahí, afuera, queriendo contar a los niños que corrían a su alrededor.
-¡No se muevan mocos!- los niños lo ignoraron.
-¡Hagan una fila!- les dije yo con autoridad pero con una media sonrisa, los cinco niños se formaron y el primero me dio su manita.
-Lo tenía todo bajo control
-Ajá- me burlé de mi amigo y con su ayuda los lleve de nuevo al gimnasio para que no se dispersaran.
Nos movimos entre la gente, en el camino sus papás se nos acercaron y les dieron a los niños sus pequeñas mochilas, casi me detuve en seco cuando miré a mi hermano.
No pude contener mi sonrisa cuando lo vi, estaba pegado cerca de una pared contando a los niños que estaban en fila y platicando entre ellos o con sus papás, estaba cargando a Clhoë con un brazo y en su hombro derecho tenía colgada una pequeña mochila, la pequeña lo tenía abrazado con uno de sus bracitos alrededor del cuello y con la otra manita imitaba los gestos de mi hermano al contar, creo que hasta tenían la misma expresión en la cara.
Entre todos nos aseguramos que todos los niños entrarán a las gráficas, los papás ya no podían entrar en esa sección y agradecí a los grandes de que ninguno de nuestros niños llorará. Estaba en la parte superior, era un cuarto no muy grande donde había más niños y más coaches. Nosotros nos teníamos que asegurar que los grupos de cuatro que formaban se hicieran por edades, por estatura y por cinta.
Vi a Luis, pero también andaba apurado, a nosotros nos faltaba gente y Sebas se encargó de regañar a Felipe y Rafa cuando aparecieron todos agitados, despeinados y con marcas en el cuello.
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Querer © #1
Roman pour AdolescentsUna chica, once chicos y una casa. Doce adolescentes que eligieron a su familia cuando la suya les falló. Doce adolescentes viviendo en una sola casa, nada podría salir mal ¿O si?. Tomando en cuenta que doce son chicos, una chica, dos parejas de he...