Aún Dumbledore no me decía que tenía que volver a dormir en las habitaciones de Slytherin entonces me fui con Durmstrang, pero pasábamos por al lado de Harry Potter. Un chico me golpeó para que lo volteara a ver.— Es el idiota de Potter. Nada relevante. — Sabía que Potter me escuchaba, pero eso no me importaba — Y que sea la última vez que me golpeas.
— Sí, es Harry Potter — Dijo desde detrás de nosotros una voz gruñona.
El profesor Karkarov se dio la vuelta. Ojoloco Moody estaba allí, apoyando
todo su peso en el bastón y observando con su ojo mágico, sin parpadear, al
director de Durmstrang.—¡Tú! —exclamó Karkarov, mirando a Moody como si no diera crédito a sus ojos.
— Sí, yo. —contestó Moody muy serio— Y, a no ser que tengas algo que
decirle a Potter, Karkarov, deberías salir. Estás obstruyendo el paso.Era cierto. La mitad de los alumnos que había en el Gran Comedor aguardaban tras ellos, y se ponían de puntillas para ver qué era lo que ocasionaba el atasco.
Karkarov se encontraba muy pálido, lo cual me puso curiosa.
— Profesor Karkarov, se que algo está ocurriendo y no es nada bueno.
— No deberías de saber esto. Eres demasiado joven, aún.
— Le tengo una propuesta. — El me escucho paciente. — Inscribirme mi nombre en el cáliz de fuego, y si gano la primera ronda me contará todo.
— Trato, ahora ve a descansar.
Me fui a la habitación, sabía que meter mi nombre en el Cáliz de Fuego iba a ser complicado, pero me arriesgaría.
...
Como al día siguiente era sábado, lo normal habría sido que la mayoría de los alumnos bajaran tarde a desayunar. Sin embargo, Matteo, Freddi y yo no
fuimos los únicos que se levantaron mucho antes de lo habitual en días de
fiesta. Al bajar al vestíbulo vieron a unas veinte personas agrupadas allí, algunas comiendo tostadas, y todas contemplando el cáliz de fuego. Lo habían colocado en el centro del vestíbulo, encima del taburete sobre el que se ponía el Sombrero Seleccionador. En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio.Vi a Cedric meter su nombre en el cáliz, al igual que ví como los gemelos envejecieron.
Me acerque para agregar mi nombre al cáliz de fuego, y al mirar a Granger ella me miraba con burla, pero yo pasé la fina línea sin problema y ahora yo fui quien se rió de ella quien me miró desconcertada.
...
El banquete de Halloween les pareció mucho más largo de lo habitual. A juzgar por los cuellos que se giraban continuamente, las expresiones de impaciencia, las piernas que se movían nerviosas y la gente que se levantaba para ver si Dumbledore ya había terminado de comer, yosólo deseaba que la cena terminara y anunciaran
quiénes habían quedado seleccionados como campeones.Por fin, los platos de oro volvieron a su original estado inmaculado. Se produjo cierto alboroto en el salón, que se cortó casi instantáneamente cuando
Dumbledore se puso en pie. Junto a él, el profesor Karkarov y Madame Maxime
parecían tan tensos y expectantes como los demás. Ludo Bagman sonreía y
guiñaba el ojo a varios estudiantes. El señor Crouch, en cambio, no parecía
nada interesado, sino más bien aburrido.— Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión. — Anunció
Dumbledore — Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie
el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor,
pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado — Indicó la
puerta que había detrás de su mesa. — donde recibirá las primeras
instrucciones.