Chapter 34

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El tiempo pasaba de forma más rara que nunca, como a saltos, de manera que estaba sentada en mi primera clase de Historia de la Magia, y al momento
siguiente iba a comer... y de inmediato el profesor Severus entró en el Gran
Comedor y fue a toda prisa hacia mi. Muchos nos observaban.

— Los campeones tienen que bajar ya a los terrenos del colegio... Tienes que prepararte para la primera prueba.

Hice un ademán con la cabeza y me fui del G.C junto a Severus para prepararme para la primera prueba. Ya no me encontraba emocionada por participar, al contrario, me sentía tan nerviosa.

— No te dejes dominar por el pánico. — Me aconsejó. — Conserva la calma. Habran magos preparados para intervenir si la situación se desbordara... Lo principal es que lo hagas lo mejor que puedas, y no quedarás mal ante la
gente. ¿Te encuentras bien?

— Si, me encuentro genial. — Le sonreí.

El me conducía bordeando el bosque hacia donde estaban los dragones;
pero, al acercarse al grupo de árboles detrás del cual habría debido ser
claramente visible el cercado, Harry vio que habían levantado una tienda que lo
ocultaba a la vista.

— Tienes que entrar con los demás campeones. — Dijo secamente Pero su cara se torno más preocupada. — Espera tu turno. El señor Bagman está dentro. Él te explicará lo que tienes que hacer... Buena suerte.

Me acerque y le di un abrazo, el me lo devolvió después de unos segundos.

— Si pierdo está prueba, lloraré y no saldré de mi habitación hasta que allá pasado todo el Torneo.

— Si pierdes estaré aquí para limpiar cada una de tus lágrimas. No te rindas. — Me alejo de el y dejo un casto beso en mi frente. Y entre en a la tienda, nadie notó mi presencia entonces me senté en un rincón.

Fleur Delacour estaba sentada en un rincón, sobre un pequeño taburete de
madera. No parecía ni remotamente tan segura como de costumbre; por el
contrario, se la veía pálida y sudorosa. El aspecto de Viktor Krum era aún más
hosco de lo habitual, y supuse que se encontraba nervioso. Cedric paseaba de un lado a otro. Cuando Harry entró a la tienda me dirigió una leve sonrisa a la que le correspondi en muestra de apoyó, aunque a los músculos de mi cara les costó bastante esfuerzo, como si hubieran olvidado cómo se sonreía.

— ¡Harry! ¡Bien! —dijo Bagman muy contento, mirándolo—. ¡Ven, ven,
ponte cómodo!

De pie en medio de los pálidos campeones, Bagman se parecía un poco a esas figuras infladas de los dibujos animados. Se había vuelto a poner su
antigua túnica de las Avispas de Wimbourne.

— Bueno, ahora ya estamos todos... ¡Es hora de poneros al corriente! —
declaró Bagman con alegría. — Cuando hayan llegado los espectadores, les
ofreceré esta bolsa a cada uno de ustedes para que saquen la miniatura de
aquello con lo que les va a tocar enfrentarse. — Nos enseñó una bolsa roja de seda—. Hay diferentes... variedades, ya lo veran. Y tengo que decirles algo más... Ah, sí... ¡Su objetivo es coger el huevo de oro!

Mire a mi alrededor. Cedric hizo un gesto de asentimiento para indicar que había comprendido las palabras de Bagman y volvió a pasear por la tienda. Tenía la cara ligeramente verde. Fleur Delacour y Krum junto a Potter no reaccionaron en absoluto. Tal vez pensaban que se pondrían a vomitar si abrían la boca; en todo caso, así me sentia.

Y enseguida se oyeron alrededor de la tienda los pasos de cientos y cientos de personas que hablaban emocionadas, reían, bromeaban... Me sentía separada de aquella multitud como si perteneciera a una especie diferente. Y, a continuación, Bagman abrió la bolsa roja de seda.

My Last Act Of Love. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora