Capítulo 44: Oscuridad

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Tercer Arco: Holocausto Gélido

🐑⭐⭐⭐

Seis años atrás...

Dentro del cementerio de Airancloud, puede verse a varias familias deambulando por las tumbas con flores, algunas ofrendas y un par de veladoras; con rostros tristes, se mueven lentamente hasta llegar a la lápida perteneciente a sus apellidos.

-Finalmente, llegamos querido -dijo una mujer, limpiando el polvo de una lápida.

-Por culpa de esos humanos, papá ya no está con nosotros-expresó con rencor una niña, mientras se abrazaba a las piernas de la mujer.

-Mi hermana tiene razón -añadió un adolescente, pateando una tumba cercana.

-Hoy no amores, solo por hoy olvidémonos de ellos -respondió la mujer, mirando con dolor la lápida frente a ella.

Así como ellos, las demás personas siguen su ejemplo y optan por limpiar las hojas y el polvo que se encuentra alrededor para rendir homenaje a sus difuntos; muy en el fondo del cementerio, puede verse una hermosa tumba repleta de flores y ofrendas.

Caminando detrás de un mausoleo con forma de ángel, aparece Raúl seguido por una joven, esta lleva una rosa blanca y una veladora; sin emitir palabra alguna, ambos limpian un poco la lápida, mientras acomodan la pequeña ofrenda que llevan.

-Aquí descansa Érika Álvarez, amada esposa y madre -dijo la joven con voz áspera y algo sarcástica-, no entiendo por qué enterraste a ese monstruo aquí, si bien sabes que ella es la verdadera responsable de la masacre de hace un año.

-Baja la voz Lluvia, sabes que tuve que hacerlo -susurró Raúl, alejando a la joven para evitar que la escuchen.

-¡Es que no puedo! -replicó Lluvia-, fastidiaste la vida de ese pequeño, de Alessa y de su madre... ¡Ellos nos salvaron de esos monstruos, y así se los pagaste!

Sintiendo el reclamo de Lluvia, Raúl se aleja un poco para comenzar a llorar de forma silenciosa, pues lo que menos desea es llamar la atención de las personas que están cerca del mausoleo; azotando los puños en el suelo, balbucea incoherencias hasta que finalmente salta para levantarse y volver con la joven, quien lo abraza de forma tierna, sin pensarlo mucho le da un cálido beso en los labios, además de acunarse en su pecho.

-Soy un miserable, dejé que todos creyeran que la familia D'veró fue la responsable de aquel ataque a la ciudad -dijo con voz quebrada-, Alessa nos defendió por años, perdió su infancia e incluso su vida... ¡Pero tuve que hacerlo, tenía que callar!

-Karla es un monstruo en potencia, es hija de una valquiria -expresó Lluvia, viendo con algo de tristeza al hombre-, entiendo por qué lo hiciste, pero cerrarse a la realidad no es la solución.

-¡Ya lo sé...! Pero a pesar de que Karla es una abominación, la quiero... -exclamó con frustración-, por eso no dije nada, de haberlo sabido, la gente habría matado a mi hija.

-¡No sé cómo pudiste amar a la madre de Karla! -replicó Lluvia-, esa tipa nunca fue amable contigo, mucho menos amorosa.

-No siempre fue así, cuando nos conocimos era tan dulce y cariñosa -expresó Raúl, viendo fijamente a la mujer-, pero todo cambió, cuando fuimos exiliados a esta dimensión.

-Una valquiria, solo busca su propio beneficio -respondió de nuevo Lluvia-, para Érika fuiste una simple herramienta, lo único en su retorcida mente era recobrar sus poderes a cambio de sacrificarte a ti y a su hija.

-De haber descubierto que ella era una valquiria... -manifestó molesto Raúl-, yo la habría abandonado, nadie podría amar a un ser tan grotesco.

Ya más calmado, Raúl se sienta cerca de la tumba de su esposa fallecida, tan solo para arrojarle una botella de vodka; algo que es notado por una pequeña silueta, la cual se desliza por entre las tumbas cercanas.

El Réquiem de AlessaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora