Capítulo 3: La sombra gélida... (Parte 1)

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Primer Arco: El Regreso del Djevel Kraiyer

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-¡Cállate! -exclamó Rubén, impulsándose hacia adelante.

Indignado por sus palabras, Rubén sale corriendo hasta donde se encuentra Alex, pero antes de poder tomar velocidad, tropieza a los pies de este; desde el segundo piso, una de las profesoras observa sin perder detalle todo lo que ocurre en el patio.

-No cabe duda, que siempre te pasaste de lista -expresó seria la profesora.

-Ni siquiera tú, lograste dominar ese arte de combate -dijo, mordiendo con fuerza su dona glaseada-, Alessa, parece ser que tu hermano menor es un prodigio.

-Tan solo espero, que también le hayas inculcado un poco de tu prudencia -añadió, apretando los puños.

«No sabes en lo que acabas de meterte, Rubén -meditó la profesora, mientras agarra unas gafas oscuras de su escritorio para luego colocárselas».

Indiferente a su presencia, Alex tira el estuche al suelo, pateándolo con fuerza hasta donde se encuentra Rosy, arrebatándoles un gran suspiro a los presentes, que se regocijan por ver que no volverá a tocar el instrumento; aprovechando que no le presta atención, Rubén lo sujeta por los tobillos, poniendo todo su peso para tratar de derribarlo o al menos, hacer que pierda el equilibrio y así conseguir un poco de ventaja.

-¿Qué pasa? -se preguntó Rubén.

«No puedo moverlo -pensó Rubén, luchando por tirarlo al suelo-, pareciera, como si estuviera soldado al piso».

-¿Es todo lo que puedes hacer? -preguntó Alex, zafándose fácilmente de su agarre.

Abrumado, Rubén se arrastra tan lejos como puede para pedirles ayuda con la mirada a algunos de sus amigos presentes; moviéndose sigilosamente, estos se colocan a sus espaldas y costados, tratando de no llamar la atención de Alex.

Sin previo aviso, uno de ellos le lanza un puñetazo al rostro, el cual es bloqueado con gran facilidad por su palma izquierda, sin mirarlo siquiera, Alex se agacha desencadenando una patada circular contra las piernas de su agresor, derribándolo al instante; furiosos ante tal acción, el resto de los chicos abandonan su faceta furtiva para atacarlo directamente, lo cual provoca que se gire violentamente preparándose a encararlos.

-Que predecibles -expresó Alex, colocándose en guardia.

Uno a uno, son repelidos con el mínimo esfuerzo, usando sus palmas y rodillas como un escudo corpóreo y quedando a espaldas de todos ellos; incrédulos por lo que sucede, todos los chicos permanecen quietos mientras piensan en alguna explicación lógica.

-Yo no tengo nada contra ustedes -expresó Alex, viendo de reojo a Rubén-, será mejor que dejen las cosas así, a menos que quieran salir lastimados.

-¿Ya escucharon al Shi? -dijeron algunos de los presentes, en forma burlona.

-¿Ya vieron...? Se siente invencible por haber esquivado unos golpes -manifestó uno de los amigos de Rubén-, no es más que un pobre diablo.

-Tienes razón, acabemos con él -respondieron todos, dándose la media vuelta para volver a atacarlo-, ponerse así, solo por una infeliz tuerta.

Cambiando su actitud fría por una más hostil, Alex adopta una pose más formal, como si quisiera darles a entender que va en serio; por desgracia, los chicos no desisten y se lanzan una vez más contra él, dispuestos a todo.

En esta ocasión, no solo repele los ataques con sus manos, sino que ahora les pega en el torso, hombros y abdomen, evitando tocarlos demasiado; quedando una vez más detrás del grupo, Alex se da la vuelta, dejando a sus agresores completamente inmóviles.

El Réquiem de AlessaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora