Capítulo 5: El relicario de minner (Parte 1)

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Primer Arco: El Regreso del Djevel Kraiyer

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En el techo del colegio, Alex camina de un lado a otro azotándose contra todo lo que encuentra a su paso, confundido, frustrado, ansioso y por demás molesto ante su incapacidad para recordar el día en que murió su hermana; por desgracia, cada vez que alguna imagen se materializa en su cabeza, una fuerte punzada lo sacude provocando que se borren al instante, lo cual deja innumerables huecos entre sus pensamientos pasados y presentes.

-¡¿Por qué me pasa esto?! -se preguntó frustrado Alex.

-¡Trato y trato, pero no puedo recordarte hermanita! -exclamó, mientras respira de forma agitada y azota los puños en el suelo.

-Alessa quitó esos recuerdos de tu mente -interrumpió Villegas-, esa es la causa de tu amnesia.

-Profesora Villegas -dijo indiferente y sin voltear a verla-, si no le molesta, usted me podría decir... ¿Qué está haciendo aquí?

Con una mirada sombría, Villegas camina lentamente hasta donde se encuentra Alex, levantándolo bruscamente del suelo y sin darle oportunidad a reaccionar, lo abraza para poder consolarlo, provocándole un gran desconcierto; pese a sus intentos por apartarla, finalmente termina rindiéndose ante el inusual gesto afectivo, sin poder soportar más todo el sufrimiento que lleva dentro, la sujeta por la cintura, mientras comienza a sollozar de forma angustiosa.

-Pero... ¿Por qué ella me haría esto? -preguntó Alex, con la voz entrecortada.

-El relicario de minner -respondió Villegas, secándole las lágrimas-, si en verdad quieres respuestas, busca la joya que llevaba ese día tu hermana.

«Recuerdo ese relicario, ella jamás se lo quitaba -pensó Alex-, es más, era la única de sus cosas que nunca me permitió tocar».

Ya más tranquilo y a pesar de la desconfianza que todavía le tiene, se anima a platicar con la profesora, buscando despejar algunas de las dudas que se han ido acumulando durante los últimos años; a medida que avanzan las explicaciones de Villegas, el rostro de Alex deja ver un sinfín de emociones, pero la que más se acentúa es incertidumbre, dejando en el olvido a la mañana, el sol del medio día impregna con su luz al colegio y a los dos presentes.

-Comprendo profesora, así que la función del aura rubí, va más allá de simplemente potenciar al organismo con esa energía -dijo, con tono suave.

-Lo que no comprendo... ¿Para qué darme esta información? -expresó Alex, con algo de desconfianza-, según lo que leí, nosotros los Terhumanos no poseemos este mineral dentro de nuestro cuerpo, al menos en estado activo.

-Te equivocas Alex, tú si posees un aura rubí dentro de ti -respondió tajante, para luego ocultar su mirada tras sus lentes-, aunque este, todavía no se encuentra activo.

Pasmado por la revelación, Alex se tambalea hasta la reja que protege el perímetro de la azotea, hiperventilándose al punto de casi desmayarse; viéndolo tan mal, Villegas se acerca una vez más, aunque se queda a medio metro para darle un poco de espacio.

-¡Es mentira! -exclamó, jalando la reja para sacar su frustración-, si fuera así, mi madre me lo habría dicho... ¡Ella jamás me ha ocultado nada!

-Alex, tienes que escucharme -respondió, acercando su mano.

-¡No quiero, aléjese de mí Villegas! -gritó alterado, lanzándole un manotazo.

Comprendiendo sus sentimientos, Villegas termina acercándose para sentarse al lado de la reja, limpiando un poco el polvo, da un par de palmadas en el suelo, invitándolo a que se siente a su lado; sin ánimos de seguir peleando, Alex acepta y se deja caer junto a ella, con un sentimiento de aflicción atormentándolo, jala sus rodillas hasta su pecho, mientras recarga su cabeza sobre estas, tratando de procesar todas las revelaciones que acaba de hacerle.

El Réquiem de AlessaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora