La luna llena ascendía lentamente sobre el lago, proyectando un suave reflejo plateado en la superficie calmada del agua. El cielo estrellado se extendía como un vasto manto de terciopelo oscuro, iluminando suavemente la escena tranquila donde Vox y Alastor se encontraban. La noche era tranquila, apenas rota por el murmullo suave de las olas y el canto lejano de algunos peces nocturnos que salían a jugar en las profundidades.
El pequeño sireno ya había agotado toda su energía durante el día. Ahora, estaba acurrucado en una manta suave que Vox había traído de su casa. La había escogido especialmente para él, asegurándose de que fuera lo suficientemente cálida y acogedora para el bebé. Los colores eran suaves, como un mar de tonos azules y verdes, con diminutos adornos que imitaban algas y pequeñas conchas.
-Ya es hora de descansar, pequeño -murmuró Alastor con una voz dulce y calmada, inclinándose para tomar a su cría en brazos con el mayor cuidado posible. Su hijo se removió ligeramente, emitiendo un pequeño suspiro, pero no despertó. Alastor lo acunó con ternura, susurrándole canciones tranquilas para asegurarse de que su sueño se mantuviera profundo y reparador.
Vox observaba la escena en silencio, apoyado contra una roca a poca distancia. Sus ojos seguían cada movimiento de Alastor con una expresión suave, llena de un amor que apenas podía contener. Era un amor que iba más allá de la simple atracción o del afecto momentáneo. Era un amor que se había formado lentamente, en la constante presencia y dedicación que Alastor mostraba hacia sus hijos, en la forma en que cada gesto suyo estaba lleno de una devoción absoluta.
Mientras Alastor se inclinaba hacia el nido, Vox sintió que su corazón latía un poco más rápido. El lago, el aire fresco de la noche, y la luz de la luna... todo parecía estar alineado de manera perfecta, creando un ambiente que era casi mágico. Alastor se veía etéreo bajo la luz de la luna, sus escamas brillando con un tenue resplandor mientras acomodaba a su bebé entre las algas suaves del nido. El pequeño sireno se arropó en el lecho de algas, emitiendo un pequeño suspiro satisfecho antes de quedarse quieto, profundamente dormido.
-Duerme bien, mi pequeño -murmuró Alastor, su voz apenas un susurro, antes de rozar con su nariz la frente de su hijo y apartarse lentamente. Cuando se volvió, sus ojos se encontraron con los de Vox, quien lo miraba con una mezcla de ternura y algo más que hacía que las mejillas de Alastor se encendieran con un leve rubor.
-¿Te ayudo con algo? -preguntó Vox con suavidad, acercándose unos pasos.
-No, está bien -respondió Alastor, bajando la mirada por un instante-. Solo... me gusta asegurarme de que esté cómodo antes de dormir. Y... bueno, también me ayuda a mí.
-¿A ti? -Vox inclinó la cabeza con curiosidad, sin dejar de mirarlo.
Alastor dudó un segundo, jugando con un mechón de su cabello antes de levantar la mirada. Sus ojos brillaban con una mezcla de melancolía y agradecimiento.
-Simplemente... -murmuró, buscando las palabras correctas-. Me ayuda a sentir que todo esto es real. Que... que estamos a salvo. Que no estoy solo en esto.
Vox sintió que su corazón se apretaba ligeramente. Dio otro paso hacia Alastor, acortando la distancia entre ellos hasta que quedaron frente a frente. La cercanía lo hizo sentir como si el mundo se redujera solo a ellos dos y al pequeño sireno durmiendo tranquilamente en el nido.
-No estás solo, Alastor -dijo Vox con voz firme pero suave-. No lo estarás nunca más, si me lo permites.
Alastor lo miró, sus ojos entrecerrados con una mezcla de emociones. Había algo en la intensidad de la mirada de Vox que hacía que su corazón latiera con más fuerza. Era casi como si pudiera perderse en esos ojos, como si el tiempo se detuviera.
-No sé... no sé qué pensar aún... -admitió Alastor en voz baja, apartando la mirada hacia el nido-. Todo ha sido muy rápido. Hace unos días ni siquiera... esperaba esto. Y ahora estás aquí, con nosotros. Te preocupas por nosotros, cuidas de mi hijo como si fuera tuyo... -Su voz tembló un poco al final.
-Eso es porque quiero que seas feliz -confesó Vox en un murmullo, sin apartar la mirada de él-. No solo él... sino tú. Si eso significa quedarme aquí y esperar a que estés listo, entonces lo haré. Por ti... por ustedes.
Alastor sintió que algo se rompía dentro de él. Había pasado tanto tiempo solo, tanto tiempo sintiendo que debía ser el único responsable de todo, que olvidó lo que era compartir su vida, su carga, con alguien más. Vox... estaba allí. Y lo decía en serio.
Antes de que pudiera responder, un pequeño sonido interrumpió el momento. Un leve "crack" resonó desde el nido. Ambos se volvieron rápidamente, la mirada fija en el huevo más cercano. Alastor sintió que su corazón se detenía por un instante.
-¿Lo escuchaste? -preguntó Vox en un susurro lleno de asombro.
-Sí... -murmuró Alastor, acercándose con rapidez al nido, sin dejar de mirar el huevo que había emitido el sonido. Lo observó con atención, esperando ver algún movimiento, alguna señal de que estaba a punto de eclosionar.
Pasaron unos segundos que parecieron eternos. Pero no ocurrió nada más. El huevo permaneció en silencio, sin más sonidos ni movimientos. Alastor respiró hondo, dejándose caer ligeramente sobre el borde del nido con una mezcla de emoción y preocupación.
-Debe ser normal, ¿verdad? -preguntó en voz baja, mirando a Vox en busca de apoyo.
Vox se arrodilló a su lado, colocando una mano suave sobre el hombro de Alastor.
-Sí... probablemente. Quizás solo está moviéndose un poco, acomodándose. -Sonrió suavemente, tratando de transmitirle calma-. Pronto estará listo. Hay que ser pacientes.
Alastor asintió lentamente, sintiendo la calidez del toque de Vox que lo ayudaba a relajarse.
-Sí, tienes razón... -murmuró, dejando que su cuerpo se aflojara un poco.
Vox observó a Alastor con ternura. Había algo en la forma en que se preocupaba tanto, en cómo su rostro se iluminaba ante la mera posibilidad de que sus otros hijos estuvieran por nacer, que hacía que su corazón se llenara de una profunda admiración. Se inclinó ligeramente, su voz apenas un susurro.
-Vamos a descansar -sugirió-. Estaremos aquí cuando decidan salir.
Alastor lo miró, sintiendo cómo el cansancio se acumulaba en sus hombros, pero también una pequeña chispa de esperanza en su pecho. Sonrió, una sonrisa pequeña pero sincera, y asintió.
-Sí, vamos a descansar -repitió suavemente.
Se apartó del nido, caminando junto a Vox hacia la carpa que este había preparado. El pequeño sireno, ya profundamente dormido, no se dio cuenta cuando Alastor se acurrucó cerca de él, dejándolo entre ambos para mayor seguridad. Vox se acomodó a su lado, sin apartar la mirada del rostro sereno de Alastor, y antes de que la noche los envolviera en un abrazo de sueño, Alastor murmuró con una voz apenas audible:
-Gracias, Vox... por estar aquí.
Y entonces, el mundo se desvaneció en un dulce sueño compartido bajo el brillo de la luna y las estrellas.
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:・゚☾𝓜𝓮𝓻𝓶𝓪𝓲𝓭 🧉 🐚𓆉︎ StaticRadio
RomantikVox esta dispuesto a cazar a aquella criatura de la que tantos pescadores hablan, sin saber que pondra en juego sus sentimientos. Vox: cazador Alastor: sireno créditos de la portada a: @Rammakela (youtube)