Alastor estaba sentado al borde del nido, con el pequeño sirenito recién nacido envuelto en una suave manta junto a su pecho. El diminuto ser se acurrucaba contra él, sus ojitos aún cerrados, con un ritmo respiratorio tranquilo y frágil. Alastor no podía apartar la mirada de él, embelesado por cada detalle: sus pequeñas aletas, las suaves escamas que apenas comenzaban a formarse, y el dulce sonido de sus suspiros.
Una sonrisa tierna iluminaba su rostro. No recordaba la última vez que se había sentido tan completo, tan en paz. Estar con sus dos hijos le llenaba de una felicidad que hacía mucho no experimentaba. Mientras lo observaba, acariciaba con delicadeza el cabello del recién nacido, memorizando cada sensación, cada suave tacto.
En el lago, a unos metros de él, podía escuchar la risa de su primer hijo, clara y burbujeante, mientras Vox lo seguía con paciencia y alegría. La imagen era hermosa: Vox caminaba dentro de la orilla, dejando que el pequeño explorara alrededor y recogiera pequeñas conchas y piedras que encontraba. La cría nadaba de un lado a otro, chapoteando con su cola y mostrándole orgullosamente cada nuevo "tesoro" que hallaba, sus aletas agitándose emocionadas mientras sostenía un pequeño caparazón.
-Es preciosa -respondió Vox con una sonrisa genuina, inclinándose para tomar la concha con cuidado y mirarla como si fuera el objeto más valioso del mundo-. Tienes un buen ojo para encontrar cosas especiales.
El niño rio y rápidamente se lanzó de nuevo al agua, nadando en círculos alrededor de Vox. Alastor observó la escena con una calidez inexplicable llenándole el pecho. Era como un sueño ver a alguien más compartir esos momentos con su cría. Vox... se veía tan cómodo, tan natural.
Mientras pensaba en eso, la figura alta y fuerte de Vox salió del agua. El pelinegro llevaba solo unos shorts, y su torso goteaba por el contacto con el lago. Alastor sintió un ligero sonrojo cubrir sus mejillas cuando vio a Vox acercarse con esa sonrisa despreocupada que comenzaba a volverse más y más familiar. El brillo en sus ojos era cálido, tranquilo, pero algo en esa mirada siempre lograba acelerarle el corazón.
-¿Cómo está el pequeño? -preguntó Vox suavemente, inclinándose para mirar al nuevo bebé que dormía plácidamente en brazos de Alastor.
-Está... perfecto -susurró Alastor, sin poder evitar sonreír. Luego miró a su primera cría, quien seguía entretenido recogiendo conchitas en la orilla-. Creo que su hermanito mayor también está muy contento de tener compañía.
Vox rio bajo, cruzándose de brazos mientras se sentaba junto a Alastor, tan cerca que sus rodillas rozaron su aleta. Alastor se tensó un poco, pero no se movió. Había algo reconfortante en esa proximidad, aunque aún no estuviera completamente acostumbrado.
-Y tú... ¿también lo estás? -preguntó Vox con un tono suave, su voz resonando como un murmullo profundo. Alastor lo miró de reojo, su corazón latiendo un poco más rápido.
-Sí... -admitió, apretando con suavidad a su bebé contra su pecho-. No me había sentido así en mucho tiempo.
Hubo un momento de silencio entre ellos, uno de esos silencios que parecían estar llenos de significado. Luego, Vox pareció aclararse la garganta, como si intentara armarse de valor para decir algo.
-Sabes... he estado pensando en muchas cosas estos días -empezó lentamente, su mirada fija en el agua tranquila del lago-. Sobre cómo crías a tus hijos, las cosas que haces con ellos... Y, bueno, me preguntaba... -hizo una pausa, sus ojos se encontraron con los de Alastor, que lo miraba con curiosidad-. ¿Hay algo especial que hagan los sirenos para... bueno, celebrar el nacimiento de los pequeños?
Alastor parpadeó, sorprendido por la pregunta. No era común que alguien de la superficie preguntara sobre las tradiciones marinas. Pero al ver la sinceridad en los ojos de Vox, sonrió suavemente.
-Bueno, normalmente... preparamos un pequeño festín con los alimentos preferidos de la familia -explicó con voz tranquila, bajando la vista al bebé que aún dormía-. Luego, hacemos un canto de bienvenida al océano. Es una forma de pedirle a las corrientes y a las mareas que guíen al recién nacido por el resto de su vida.
Vox asintió lentamente, como si estuviera memorizando cada palabra.
-¿Y... hay alguna tradición para cuando los padres quieren... bueno, unirse? -preguntó, su tono casual, pero había algo más ahí, un brillo peculiar en sus ojos. Alastor lo miró confundido.
-¿Unirse? ¿Te refieres a...? -preguntó, entrecerrando los ojos, intentando entender a dónde iba Vox con eso.
-Ya sabes, cuando dos sirenos... -Vox hizo una pausa y se inclinó un poco más cerca, su voz bajando a un susurro casi cómplice-. Cuando quieren ser compañeros de vida.
El corazón de Alastor se detuvo por un segundo, su rostro se volvió completamente escarlata. La manta que sostenía al bebé pareció volverse más pesada en sus manos mientras procesaba las palabras de Vox. ¿Estaba...? ¿Acaso Vox estaba insinuando lo que él pensaba?
-¿C-cómo dices...? -balbuceó, sus ojos muy abiertos.
Vox sonrió con suavidad, esa sonrisa que era mitad juguetona y mitad seria, como si estuviera probando las aguas antes de lanzarse.
-Bueno, yo solo... -se encogió de hombros, fingiendo desinterés, aunque la forma en que lo miraba decía lo contrario-. Supongo que me preguntaba cómo un sireno le pide a otro que sea su... compañero. ¿Tienen un ritual o... simplemente se lo dicen?
Alastor sintió que el aire se le escapaba. Su corazón latía con fuerza y su respiración se volvió un poco errática. ¿Era posible que...? No, no podía estar sugiriendo eso. Pero entonces, ¿por qué preguntaba con tanta insistencia? Se mordió el labio, incapaz de apartar la mirada de esos ojos que parecían traspasarlo.
-No... no es tan simple -logró decir finalmente, con voz apenas audible-. Es algo... muy íntimo. Los sirenos solo eligen a sus compañeros una vez en la vida. Es una unión para siempre, una promesa de cuidar y proteger...
-Para siempre, ¿eh? -repitió Vox, su tono suave, pero había una intensidad en su mirada que hizo que Alastor se estremeciera-. Suena hermoso.
-L-lo es... -admitió, mirando nerviosamente hacia el nido. Estaba... ¿nervioso? ¿Él?
Vox rio bajito, y de repente, una mano cálida se posó sobre la de Alastor, apenas un roce, pero suficiente para que Alastor sintiera un calor recorrerle el cuerpo.
-Bueno, solo preguntaba... -susurró Vox, inclinándose un poco más cerca-. Nunca se sabe cuándo podría necesitar esa información, ¿verdad?
Y con eso, se levantó con una sonrisa satisfecha, alejándose con una calma desconcertante, dejando a Alastor boquiabierto, su rostro aún rojo y su corazón latiendo tan fuerte que temía que el recién nacido bebé pudiera escucharlo.
¿Estaba Vox... cortejándolo?
La posibilidad hizo que un millón de emociones se arremolinaran dentro de él, pero una cosa era clara: algo había cambiado. Algo profundo y poderoso.
Y la idea... no le disgustaba tanto como hubiera esperado.
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:・゚☾𝓜𝓮𝓻𝓶𝓪𝓲𝓭 🧉 🐚𓆉︎ StaticRadio
RomanceVox esta dispuesto a cazar a aquella criatura de la que tantos pescadores hablan, sin saber que pondra en juego sus sentimientos. Vox: cazador Alastor: sireno créditos de la portada a: @Rammakela (youtube)