La Decisión Silenciosa

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El viento suave soplaba sobre la superficie del lago, creando pequeñas ondas que reflejaban la luz del sol. Alastor y Vox estaban sentados sobre una roca plana a la orilla del agua, observando a los bebés que jugaban tranquilamente en la orilla. Aunque normalmente sus risas y gritos llenaban el aire, hoy estaban extrañamente callados, reflejando el mismo silencio que había caído entre los dos adultos.

Comían en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. El ambiente estaba cargado de tensión, una que ninguno se atrevía a romper. Vox, siempre hablador y lleno de energía, no había dicho una palabra desde la explosión de Alastor y el beso que le siguió. Y Alastor... Alastor estaba debatiéndose en un mar de emociones contradictorias.

¿Debería ser Vox quien permaneciera a su lado? ¿O había algo, una chispa todavía encendida, que le decía que Lucifer aún ocupaba su corazón? Su mente se llenaba de recuerdos fragmentados, de promesas que nunca se cumplieron. Lucifer nunca estuvo allí, pensaba. Nunca para él, nunca para los pequeños.

Miró a los bebés por un momento, observando sus pequeñas manos y rostros inocentes, y su pecho se apretó. Sabía que sus hijos merecían más que el dolor de las dudas y traiciones. Merecían una vida segura, donde no tuvieran que temer ni vivir en la sombra de decisiones rotas.

Vox se movió incómodamente a su lado, dándose cuenta del largo silencio. Él también había estado pensando, pero sus pensamientos eran un caos. Quería a Alastor. Lo quería a él y a los pequeños, quería estar a su lado, pero... ¿podía competir con el fantasma de Lucifer? ¿Podía llenar ese vacío? Aunque Alastor estaba allí, junto a él, sentía que su corazón estaba en otro lugar, lejos de su alcance.

Finalmente, Alastor, con el ceño fruncido, sacó el mapa que Rosie le había dado. Lo había mantenido guardado, oculto incluso de Vox, como si no estuviera listo para enfrentar lo que representaba. Pero ahora, mientras lo desplegaba, el crujido del papel rompió el silencio que se cernía entre ellos.

Vox lo miró, sorprendido. Al principio, no entendía qué era lo que Alastor le mostraba, pero cuando vio las marcas y los caminos detallados en el papel, se dio cuenta: era el mapa. El mapa hacia un lugar seguro. El lugar del que Rosie había hablado.

Alastor extendió el mapa hacia él, su mirada fija en los bebés que jugaban distraídos. Sus palabras salieron suaves, apenas audibles, pero cargadas de una decisión que Vox no había esperado.

-Es el mapa... el lugar seguro que Rosie mencionó -dijo, sin desviar la mirada de sus hijos-. Si aún quieres ir conmigo... si quieres acompañarnos.

Vox se quedó congelado por un momento, mirando el mapa y luego mirando a Alastor. No sabía qué decir. Había esperado muchas cosas, había soñado con ser parte de la vida de Alastor, pero no de esta manera. No bajo estas circunstancias.

-¿De verdad... quieres que vaya contigo? -preguntó Vox con la voz entrecortada, tratando de contener la mezcla de emociones que lo inundaban.

Alastor, aún mirando a los pequeños, asintió lentamente. No había confianza en su mirada, pero sí una certeza resignada. Era como si hubiera aceptado que no importaba quién estuviera a su lado, mientras sus hijos tuvieran un futuro seguro.

-No sé lo que nos espera en Erealis -confesó Alastor-. Pero sé que no puedo hacerlo solo. Y ellos... -miró finalmente a Vox, sus ojos oscurecidos por la tristeza-. Ellos necesitan estabilidad, alguien que esté allí. Si tú... aún me quieres a mí y a ellos... este es el momento.

Vox, al escuchar esas palabras, no pudo contener las lágrimas. Lloró en silencio, sus hombros temblando mientras sostenía el mapa con fuerza. No era la forma en que había imaginado que las cosas se desarrollarían, pero de algún modo, sentía que esto era lo que siempre había querido. Estar junto a Alastor, cuidar de sus hijos y construir algo nuevo, aunque fuera desde las ruinas de un corazón roto.

Se enjugó las lágrimas con el dorso de la mano y, con la voz temblorosa pero decidida, respondió:

-Sí, quiero ir contigo. Quiero estar con ustedes... siempre.

Alastor observó a Vox, percibiendo la sinceridad en sus palabras, y aunque su corazón aún dudaba, sintió un pequeño alivio. Tal vez no todo estaba resuelto, tal vez la confusión y el dolor seguían allí, pero en ese momento, con esa decisión, sintió que había hecho lo correcto.

-Bien -dijo Alastor con una pequeña sonrisa, débil pero genuina-. Entonces celebremos.

Ambos se levantaron, y Alastor llamó a los pequeños, que corrieron hacia ellos con risas emocionadas. Los bebés, ajenos a la intensidad del momento, sonreían al ver a sus padres más tranquilos. Vox, aunque todavía con lágrimas en los ojos, los levantó en brazos uno por uno, haciéndolos reír con cosquillas.

Alastor los observaba en silencio, sintiendo una mezcla de paz y melancolía. Había tomado una decisión, una que afectaría sus vidas para siempre. Pero ahora, mientras miraba a Vox jugando con los pequeños, supo que era la mejor opción. El pasado debía quedar atrás. Lucifer ya no era parte de su presente, y no podía seguir atado a lo que nunca fue.

Aunque aún quedaban cicatrices, aunque el recuerdo de lo que había sido seguía allí, Alastor sintió una ligera esperanza florecer en su interior. Tal vez, solo tal vez, Erealis sería el nuevo comienzo que tanto necesitaba.

Y mientras el sol se reflejaba en las tranquilas aguas del lago, la risa de los pequeños llenaba el aire, marcando el final de una era de incertidumbre... y el inicio de una nueva aventura.

:・゚☾𝓜𝓮𝓻𝓶𝓪𝓲𝓭  🧉 🐚𓆉︎ StaticRadioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora