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Preparativos y Mentiras

El sol se filtraba suavemente a través del agua, creando destellos de luz que bailaban en el fondo del lago mientras Alastor y Vox discutían los detalles del gran viaje que emprenderían. Sentados juntos en la cueva, rodeados de los suaves ecos del agua y el tranquilo murmullo de los pequeños sirenitos jugando en las profundidades cercanas, todo parecía estar finalmente tomando forma. Por primera vez en mucho tiempo, Alastor sentía que había un futuro palpable, una dirección clara.

-Partiremos en dos semanas -dijo Alastor, su voz firme pero llena de una alegría tranquila-. Para ese entonces, los pequeños ya estarán listos para nadar sin problema. Han mejorado muchísimo. -Sonrió al pensar en sus crías, tan jóvenes pero con un potencial inmenso-. Yo los llevaré por el agua hasta el refugio, y tú... -lo miró, algo divertido-, bueno, tú irás en... lo que sea que usen los humanos para viajar.

Vox soltó una risa ligera, entendiendo el chiste. Aunque su vida con Alastor y las sirenas lo había mantenido mayormente bajo el agua, no dejaba de tener sus conexiones en el mundo humano.

-"Lo que sea", supongo que te refieres a un barco o un submarino. -Vox sonrió ampliamente, su energía y entusiasmo volviendo rápidamente mientras imaginaba los preparativos-. Llevaré todo lo necesario: juguetes, provisiones, mantas... -hizo una pausa, enumerando en su cabeza cada cosa que podría hacer falta-. ¡Lo que sea que necesiten para sentirse cómodos y seguros!

Alastor asintió, agradecido por el entusiasmo de Vox. Sabía que organizar todo sería un desafío, pero Vox parecía dispuesto a hacerlo sin quejarse ni una sola vez. En su interior, Alastor se sintió más ligero. Por primera vez, la idea de mudarse a ese refugio no solo era un plan práctico, sino una aventura compartida, un paso hacia un nuevo comienzo junto a quienes le importaban.

-Hasta entonces -continuó Alastor, su mirada suavizándose al ver cómo los pequeños sirenitos seguían explorando sus alrededores-, entrenaremos a los bebés para que estén listos. Practicarán nadar distancias más largas, y yo me aseguraré de que conozcan bien los patrones de las corrientes. Todo estará bajo control.

Vox, siempre atento, no pudo evitar notar la suavidad en la voz de Alastor al hablar de sus crías. No era una novedad, claro, pero había algo diferente hoy. Un brillo en sus ojos que iba más allá de la emoción del viaje. Parecía... distraído, aunque feliz.

Vox observó a Alastor en silencio durante un rato más, dejando que la conversación siguiera su curso natural. Sin embargo, un pensamiento que lo había estado atormentando desde antes de aquel encuentro con Rosie se deslizó nuevamente en su mente. Se recordaba a sí mismo en esos días previos, profundamente preocupado por la tristeza de Alastor. Lo había notado desanimado, distante. Antes de que las cosas dieran este giro, había algo que no le cuadraba del todo. ¿Qué había cambiado?

Vox respiró profundamente y, sin poder evitarlo, decidió preguntar.

-Alastor... -dijo en voz baja, con un tono de preocupación genuina-. Hace unos días, antes de que encontraras a Rosie... te noté muy diferente. Desanimado, como si algo te estuviera pesando mucho. -Sus ojos se clavaron en los de Alastor, buscando respuestas-. Ahora te veo feliz, y me alegro... pero necesito saber... ¿qué era lo que te estaba molestando entonces?

Alastor parpadeó, sorprendido por la pregunta. No esperaba que Vox sacara a relucir ese momento, especialmente ahora que las cosas estaban saliendo bien. Su mente, que había estado centrada en los preparativos y el entusiasmo por el futuro, de repente fue arrastrada de vuelta a esos días oscuros, donde las sombras del pasado y las pesadillas lo mantenían despierto por las noches.

Vox lo miraba con una mezcla de amor y preocupación, claramente buscando una respuesta honesta. Pero Alastor, sin querer enfrentar nuevamente esos sentimientos, sintió un nudo en su garganta. No quería arruinar lo que tenían. No quería que Vox supiera el peso de la tristeza que lo había invadido, ni lo que realmente había pasado en sus sueños y recuerdos.

-Era... -Alastor titubeó, su mirada desviándose brevemente-. Era solo... nostalgia, supongo. Estaba pensando en cómo han cambiado las cosas, y en todo lo que he pasado... -Se forzó a sonreír, aunque su sonrisa no alcanzó sus ojos-. Pero ahora... ya sabes, después de encontrar a Rosie y planear todo esto, me siento mucho mejor.

Pero mientras decía esas palabras, algo dentro de él se retorció. Alastor sabía que no era del todo cierto. No había sido solo nostalgia. Había sido el miedo paralizante, la desesperación que lo había abrumado al recordar esa pesadilla, la visión de perderlo todo, sus crías, su vida... y lo que más lo había perturbado: ver a Lucifer, sentir su presencia en ese sueño, tan cerca pero inalcanzable.

Sin embargo, no podía contarle eso a Vox. ¿Cómo podía explicarle que, incluso ahora, en medio de esta nueva esperanza, una parte de su corazón y su destino seguía atada a esa antigua sombra, a ese compañero que había desaparecido aquella noche? No podía permitirse arrastrar a Vox a ese abismo de dudas y recuerdos. Así que, por más que lo odiara, Alastor decidió mentir, no solo a Vox, sino a sí mismo.

-De verdad, no era nada serio -dijo finalmente, con una voz más firme esta vez, mirando a Vox a los ojos con lo que esperaba fuera convicción-. Fue solo un mal día.

Vox lo observó en silencio por un largo momento, como si intentara ver más allá de las palabras, buscando una verdad oculta. Pero al final, suspiró y asintió lentamente.

-Si eso es todo, entonces me alegro que te sientas mejor ahora -dijo con una pequeña sonrisa, aunque había una sombra de duda en sus ojos-. Solo quiero que sepas que, si alguna vez quieres hablar de algo, cualquier cosa... estoy aquí, ¿vale?

Alastor asintió, agradecido por la paciencia de Vox, pero sin poder evitar sentir una pequeña punzada de culpa. Sabía que Vox merecía la verdad, pero en ese momento, mentir parecía más fácil. Al menos por ahora.