Se dice que cuando una mujer se hace ilusiones con la idea de la llegada de un hijo, a la hora de perderlo esa misma ilusión se transforma en tristeza, una que consume a la mujer de forma inmediata, arransando con esta como una fuerte ola chocando contra la orilla.
Daisy no iba a aceptarlo, pero ella sí se había hecho la ilusión de tener su propia familia, de tener un hijo que tuviera los mismo ojos brillosos de Damian y que este llenase de alegría su monotona vida, llena de desilusión y desesperación.
Ella quería tener una familia y se había aferrado tanto a esa ilusión que cuando se la arrebataron de las manos le dolió, la destrozó por dentro.
Dadas las circunstancias, su depresión aumentó con la perdida de su esperado hijo y no pudo sentir más que odio a aquel hombre que la había desposado, obligandola a perder cualquier esperanza que hubiese en su cuerpo.
Se sentía tan vacía, que ni siquiera quería escapar para ver a Damian.
Y le dolía, le dolía saber qué debía estar desesperado y angustiado por su causa. Sabía que que Damian estaba mal, que estaba sufiriendo y que aquello era por su terquedad, por su dolor, por ella.
Lo sabía, lo sabía, lo sabía y aun así no podía hacer nada, ni siquiera tenía la fuerza de voluntad para ponerse en pie y dejar la cama.Se sentía tan culpable, que incluso deseaba que Damian jamás la hubiese conocido, que jamás se hubiese enamorado de ella, que jamás le hubiera llevado alegría a su despreciable vida.
Si ella no hubiera aparecido, si ellos no se hubieran conocido, si se hubieran resignado a ver nada más lo que debían ver, no estarían sufriendo de esa manera, no tendrían que batallar por amarse como lo hacían.
Si no se hubieran concido jamás, Damian sería feliz por su lado y ella sería lo que debía ser según las leyes de la vida, se vengaría de Lester sin remordimientos o dolor y se iría de este mundo sin miedo de abandonar a nadie.
Pero ya estaba hecho, no podía cambiar el tiempo, tampoco podía resolver aquellas consecuencias que trajeron sus acciones. Lo único que podía hacer era sufrir en silencio y desear; desear que aquello fuese diferente, desear que Damian fuera feliz... sin ella.
Aquella mañana lucho contra su tristeza, y finalmente se levanto de la cama, aunque quería morir allí y acabar con todo de una buena vez, su sed de venganza solo incrementaba y realmente necesitaba culminar lo que había ido a hacer en un principio.
No desayunó mucho más que un bollo de pan y un par de tragos de el humeante café negro que le habían servido.
Se dió un baño, ignorando olimpicamente las intenciones que tenía Lester de hablar con ella, buscando arreglar algo que en primer momento ya estaba más que roto.
Algo que realmente, nunca existió.
Tiempo después de terminar de vestirse y arreglarse un poco para dejar de verse a sí misma como una muerta viviente, dejó la habitación para dirgirse al jardín, buscando despejarse y llenar su mente de hermosos recuerdos en lugar de mantenerse pendiente de malos momentos que sucedieron en su vida.
— Sé que estás molesta — escuchó a Lester hablar tras suyo —, te juro que no fue mi intención.
Daisy se detuvo justo debajo del marco de la puerta que daba con el enorme jardín trasero.
Apretó los puños y tomó una ruidosa inspiración, haciendo notar lo mucho que estaba conteniendose en ese instante.— Ya me cansé de oírte decir que no fue tu intención — recalcó entre dientes —, cuando claramente sabías que esto prodía pasar si lo hacías.
— Daisy...
— ¡Te lo dije, Lester! — su voz se quebró — Te lo dije una y mil veces. Siempre te dije que esto podía ocurrir y aún así, decidiste hacer lo que se te dio la gana, porque eres un estúpido sin cerebro que sólo piensa en sí mismo.
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Butterfly Garden ²
Romance"El día en el que todas las mariposas se fueron del jardín, y volaron libres en busca de un nuevo horizonte, en busca de su propia felicidad" •En proceso •Primera Parte: Butterfly •Inciada: 26 de octubre del 2024 •Terminada: ...