12. Polar

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Polar es una película de acción neo noir estadounidense-alemana basada en el cómic Polar/Black Káiser, escrito por Victor Santos. La película fue estrenada en 2019 por Netflix, siendo dirigida por Jonas Åkerlund y protagonizada por Mads Mikkelsen y Vanessa Hudgens. La trama sigue a Duncan Vizla (Mikkelsen), un ex asesino a sueldo legendario que ha decidido jubilarse. Vizla, conocido como el Káiser Negro, es sin embargo arrastrado a un último trabajo por parte de su empleador, el cual desea eliminarlo a él también y para eso no dudará en enviar a todos sus asesinos a perseguirlo. 

A Duncan se le había quedado desde muy joven la costumbre de fumar cigarrillos muggles; eran baratos y calmaban sus nervios, así que siempre compraba una buena provisión antes de algún trabajo

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A Duncan se le había quedado desde muy joven la costumbre de fumar cigarrillos muggles; eran baratos y calmaban sus nervios, así que siempre compraba una buena provisión antes de algún trabajo. 

Teniendo en cuenta que su trabajo era quitarle la vida a gente por dinero, fumaba un promedio de dos cajas de cigarrillos diarios cuando lo enviaban a algún sitio a cumplir un encargo. Los muggles llamaban "sicarios" a los hombres como él, pero los magos todavía no tenían un genérico. Cada asesino tenía un nombre en clave y así se los llamaba en la oficina de aurores y en todas partes donde se hablara de ellos.

-El Káiser Negro es el mago asesino más famoso del país, ¿lo sabías?- le comentó su vecina Camille, mientras cargaba su camioneta poco a poco. 

-¿Ah, sí?

-¡Sí! Su nombre sale en El Profeta con frecuencia, no sé cómo puedes ignorarlo. Han aumentado el número de aurores para su búsqueda desde el asunto del hotel, ya sabes, ese en que mataron a un traficante de ingredientes de pociones.

-Un tipo bastante miserable si vamos al caso. Traficaba y usaba su magia para aprovecharse de los muggles, no es como que fuera una gran pérdida para la humanidad.

-Bueno, pero ese no es el punto- insistió Camille mientras lo seguía ida y vuelta entre la puerta de su casa y la camioneta, ya que Duncan estaba cargando más bultos de lo usual.-Este sujeto era malo, pero quien mata por encargo no elige sus víctimas, así que terminará matando a inocentes.

-Quizás…

-¡Y por eso los aurores quieren encontrarlo y llevarlo a Azkaban! Un mago que se dedica a cometer crímenes tan horribles es peligroso, muy peligroso. Me da hasta miedo pensarlo, ¿qué pasaría si ese lunático llegara al pueblo?

-Camille, eres una bruja. Eres profesora suplente de Encantamientos en Hogwarts, ¿qué clase de pregunta idiota es esa? Con todo respeto.

-Tú lo has dicho, soy profesora, no aurora. Hago levitar cosas, ¡no sabría cómo defenderme de un asesino! Si tú me enseñaras…

-No lo creo. Para empezar estoy por irme- señaló- y no volveré en un par de semanas. Y para seguir, no creo que sea el más indicado para enseñarte a defenderte.

-¿Cómo no? Si eres guardia de seguridad de magos famosos. Debes de conocer cantidad de hechizos defensivos y técnicas de defensa contra la magia oscura, estoy segura. De otro modo no te contratarían tan seguido.

Duncan evitó la mirada de Camille mientras se encargaba de cerrar bien su casa con sortilegios. Por mucho que la apreciara como vecina y amiga, no había forma de que pudiera decirle la verdad. Para ella y para el resto del mundo era solo un mago jubilado que trabajaba como guardia privado, preferentemente en otros estados, siempre lejos de su casa, y así tenía que seguir siendo. Mientras evadía sus preguntas y su charla su mente retrocedía en el tiempo, a la época en que era solo un joven de Slytherin sin familia ni muchos amigos, con pocas opciones para después de su graduación. ¿Cómo se ganaría la vida? 

"Bueno, encontré la manera, pero desde luego no es algo para sentirse orgulloso. No lo publicaría en El Profeta para jactarme de que soy ese famoso sicario que tanto persiguen" pensó sarcásticamente antes de subirse a su camioneta con Camille todavía hablándole. Camille era una mujer honrada y le caía bien, además de que era la única otra bruja del pueblo. A pesar de su soledad auto impuesta por motivos de seguridad, era agradable el tener a alguien con quien conversar sin tener que ocultar su identidad mágica; no sabía por qué le caía bien a Camille, pero sabía por qué a él le caía bien ella, y era porque era inocente. No formaba parte de su mundo teñido de sangre y eso era sanador, le hacía sentirse menos manchado el poder alternar con una bruja normal. "No es muy buena en magia ofensiva y defensiva, además, así que me toca cuidarla un poco. Ni modo que la deje correr peligro, ¿no?".

-¿Duncan? Oye, no seas grosero, te estoy preguntando si no prefieres que yo te cuide la casa mientras estés fuera. Podría arreglar un poco tu jardín o dejarte leña, ¿sabes? No tienes por qué cerrar todo así…

-Sí tengo. Me da seguridad saber que mi casa está a salvo, y no te preocupes por mi jardín o mi leña, yo mismo me la conseguiré cuando vuelva.

-Bueno, tú sabrás. Y otra cosa, ¿estás seguro de irte en camioneta? En algún lado leí que los vehículos muggles pueden ser peligrosos, por todo eso de los motores y el combustible. ¿No prefieres aparecerte mejor?

-No, no lo prefiero. Me gusta conducir y además mi camioneta no es insegura, dedico mucho tiempo a cuidarla yo mismo. En cuanto a aparecerme ya te lo he dicho, no puedo hacerlo, es por seguridad. Deja de preocuparte por mí en vano y vuelve a tu casa, ¿quieres? Está haciendo frío y no estaría bien que te enfermes en vano. Adiós.

Camille lo observó irse con un suspiro, pero obedeció el consejo y entró a su casa. No había nada que hacer, Duncan era duro como una fortaleza antigua; no había forma de sacarle información cuando no quería darla, y ni soñaba en meterse a su casa por la fuerza. Con el dominio que tenía el mago de los embrujos protectores no dudaba en que su cabeza saldría removida de su cuerpo si lo intentaba.

"Me gustaría que confiara más en mí para hablarme de su vida, pero bueno… ¡cada quien es como es! Y Duncan es un buen hombre a pesar de ser medio huraño. No tengo por qué presionarlo si no quiere hablar de más" pensó con calma en tanto la camioneta de Duncan se perdía de la vista. Otro trabajo lo aguardaba, pero volvería en una semana o dos y entonces podrían conversar de nuevo.

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