15. Mahoutsukai Precure

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Mahoutsukai Precure es la temporada 13 de la franquicia de chicas mágicas Pretty Cure, creada por Izumi Todo y producida por Toei Animation. Constó de 50 episodios emitidos entre febrero de 2016 y enero de 2017. La historia nos presenta a Mirai Asahina, una estudiante de secundaria que cierto día conoce en el parque a Riko, una bruja procedente de un mundo paralelo; ella está en busca de la Linkle Stone Emerald, una gema poderosa, pero cuando un villano al servicio del malvado Dokuroxy la ataca ambas terminan convirtiéndose en las guerreras legendarias Precure para enfrentarlo. Riko lleva a Mirai a su mundo para presentarla al director de la escuela mágica, ya que nunca había oído de una humana con poderes mágicos, y es así como ambas terminan en la búsqueda de todas las Linkle Stones, pues con su poder podrán derrotar de una vez por todas a Dokuroxy.

 Riko lleva a Mirai a su mundo para presentarla al director de la escuela mágica, ya que nunca había oído de una humana con poderes mágicos, y es así como ambas terminan en la búsqueda de todas las Linkle Stones, pues con su poder podrán derrotar ...

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Una vez al año, en verano, Mahoutokoro organizaba una reunión de ex alumnos; eran reuniones agradables y llenas de entusiasmo por parte de los graduados, quienes estaban felices de poder volver a ver a sus viejos amigos así como al mismo colegio. El palacio estaba más hermoso que nunca en esa época y todos organizaban paseos por los jardines flotantes, así como una gran cena en el salón comedor. Así, según palabras de una entusiasmada Mirai, podían volver a sentirse como las niñas que eran en su época de estudiantes. Su esposa estuvo de acuerdo con eso.

-Tú no lo entiendes bien porque todavía eres estudiante, Ha-chan- le dijo Riko despacio a su hija, mientras se peinaba ante el tocador.-Pero un día serás una adulta y te sorprenderás extrañando la escuela, y deseando volver a ella aunque sea por un día. Ya lo verás.

-Si tú lo dices… pero, mamá, ¿por qué si es tan importante no puedo ir con ustedes? ¡Yo también quiero ir al palacio en verano y pasear por el jardín!

-Ya te lo hemos explicado, Ha-chan querida-contestó Mirai con paciencia mientras con su varita revisaba los vestidos que tenía en el armario.-Es una reunión solo de adultos, para recordar viejos tiempos. Tú apenas tienes trece años… no tienes un pasado lejano que recordar todavía.

Ha-chan, cuyo verdadero nombre era Kotoha, hizo un puchero y se sentó en la gran cama doble de sus mamás a mirarlas. Ambas parecían muy felices de poder ir a su reunión y eso estaba bien, pero a ella no le gustaba quedarse afuera de las salidas familiares. Hubiera deseado poder acompañarlas, pero como no era posible recogió a Mofurun de entre las almohadas y se puso a jugar con ella con el ceño fruncido. Mirai y Rika intercambiaron una mirada cómplice, pues conocían muy bien a su hija y sabían que no estaba enojada de verdad. 

-Te traeremos mandarinas congeladas de regalo… ¿qué te parece?

El ceño fruncido de la niña desapareció como por arte de magia ante esa oferta, y Riko no pudo evitar reír ante eso. ¡Su hija era tan inocente en verdad, y tan parecida a ella y a Mirai de niñas también!

Como miembro de la prestigiosa familia Izayoi, Riko siempre había tenido conciencia de su herencia mágica y se había preparado para eso; en tanto Mirai provenía de una familia muggle, por lo que había sido toda una sorpresa para ella cuando pudo hacer flotar a su oso de peluche favorito, Mofurun, que aún conservaba. Ambas se habían conocido a los siete años al comenzar su educación inicial en Mahoutokoro, cuando aún debían ir y volver diario a lomos de los paiños. A pesar de venir de entornos diferentes no tardaron en congeniar y hacerse amigas, visitándose en sus respectivas casas y practicando su magia como si de un juego se tratara. Riko recordó que había llegado a envidiar un poco a Mirai, ya que a pesar de venir de una familia muggle tenía mejor dominio de la magia que ella. Esos sentimientos mezquinos por suerte no perduraron en su corazón, y muy pronto les llegó el momento a ambas de ingresar como internas al palacio. Fue entonces cuando su amistad se hizo aún más estrecha y eventualmente se convirtió en amor, porque ante la convivencia diaria y el paso del tiempo no pudieron esconder más la realidad: estaban hechas la una para la otra.

-Mamá Riko, ¿puedo cenar pizza? 

-Nada de pizza, Ha-chan, es una comida muggle muy poco saludable. No te preocupes, tu tía Rizu vendrá a cuidarte y ella te cocinará algo delicioso. Te lo prometo.

-¿Por qué la tía Rizu no va a la reunión? Ella también se graduó de Mahoutokoro.

-Porque no es obligatorio ir, cariño, y prefería quedarse a cuidarte.

-Además es la profesora de Encantamientos, no lo olvides- añadió Mirai con una risita.-Tiene que ir al palacio todo el año a dar clases, no creo que le den ganas de ir también en verano.

Mirai siempre había sido así, la más alegre de las dos. Riko era la inteligente y centrada, y ella la aventurera que solía romper las reglas y ganarse retos del director. Claro que volverse adulta la había cambiado, había madurado y así tenía que ser: después de casarse con Riko bajo las leyes nuevas del mundo mágico, ambas habían trabajado duro para instalar su guardería de niños mágicos. Los bebés y niños pequeños que aún no asistían a Mahoutokoro solían tener arranques de magia repentinos que muchas veces traían complicaciones a sus familias, porque podían ser vistos por muggles. Con una guardería especial para ellos no corrían peligro de ser notados, o de causar algún accidente sin querer, y llevar adelante ese proyecto le había enseñado la importancia de la responsabilidad y la madurez.

"Además ahora tenemos una hija propia. Estaría muy mal que no le diéramos el ejemplo de cómo debe ser una buena bruja" pensó al elegir por fin un vestido para la reunión, rosa, ligero y perfectamente cómodo. Ha-chan era adoptada, pero la adoraban lo mismo que si la hubieran parido. Era una jovencita encantadora de cabello rosa y ojos verdes como esmeraldas, muy buena con los Encantamientos y la Herbología. Ni ella ni Riko entendían cómo lo hacía, pero Ha-chan era capaz de hacer florecer a la flor más enferma y triste de todas. Estaban seguras que llegaría a ser una gran botánica mágica o quizás una profesora, pero eso solo el tiempo lo diría. Por ahora era solo su pequeña hija, que llevaba dos años como interna. Tenía todo el tiempo del mundo para crecer y conocer más del mundo antes de elegir un camino.

-Ha-chan, ve a la sala mientras terminamos de cambiarnos, ¿puede ser? Tú tía debe de estar por llegar. Prepara la chimenea, que si algo la bloquea no podrá pasar.

-¡Sí, mamá! Le haré un hechizo de limpieza y quedará impecable, ya lo verás. Soy muy buena con los hechizos domésticos aunque no lo parezca- anunció la niña orgullosa, mientras sus madres intercambiaban otra mirada de complicidad. Ha-chan aprendía todo muy rápido, realmente. No podían estar más orgullosas de ella y de la familia que habían formado las tres juntas.

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