18. Surgeon Elise

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Surgeon Elise (Gekai Elise o Doctor Elise: the Royal Lady with the Lamp) es una novela web surcoreana escrita por Yuin, publicada entre 2015 y 2016 por el servicio KakaoPage. También tuvo un manhwa publicado entre 2017 y 2021, y un animé que se estrenó en enero de 2024. La trama sigue a Aoi Takamoto (Song Jihyun en el original), una cirujana prestigiosa con la capacidad de salvar a cualquier paciente por difícil que sea la operación. En su anterior vida Aoi fue Elise, una emperatriz cruel cuyas malas decisiones la llevaron a la muerte, por lo que está decidida a no repetir errores y esta vez ser una buena persona; sin embargo, tras morir en un accidente vuelve a ser Elise, pero varios años antes de los eventos que llevaron a su ejecución. ¿Puede usar los conocimientos de sus dos vidas previas para evitar el mismo destino fatal?

En las calles soplaba un viento fresco que anunciaba lluvia, lo que los cansados ciudadanos de Londres agradecerían después de varios días de inusual calor

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En las calles soplaba un viento fresco que anunciaba lluvia, lo que los cansados ciudadanos de Londres agradecerían después de varios días de inusual calor. Sin embargo, dentro del Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas no había ni viento, ni calor, ni tormenta: solo gente atareada trabajando en curar a las docenas de pacientes que habían llegado al mismo tiempo desde el accidente de esa mañana. Y, sobraba decirlo, ninguno de ellos estaba tan desocupado como para notar qué tipo de clima hacía.

-Por el amor de Merlín, ¡les dije a esas descuidadas que ordenaran esta sala hace una hora!- gruñó el sanador Graham, furioso al ver que la sala de descanso del personal estaba repleta de pergaminos voladores sueltos, escobas que limpiaban (o trataban de autolimpiar) los pisos sin supervisión y un aire de desastre generalizado que ponía los pelos de punta.-Maldita sea. ¡Tengo apenas quince minutos para descansar, lo mínimo que podría pedirse es que la sala no apeste a gusarapo podrido!

-Ya, ya, no exagere y no maldiga de esa forma que le afectará los nervios, señor- lo previno con calma Elise; era la única del personal que se veía tan radiante como si acabara de llegar, y no como si acabara de pasar las últimas ocho horas atendiendo heridos en la sala de emergencia. Graham se calmó de inmediato y también se sonrojó un poco, pues no le gustaba que ella lo viera perdiendo la calma.

-De acuerdo, tienes razón. No apesta, pero si está muy desordenado y eso me crispa los nervios...

-A usted todo le crispa los nervios, señor.

-...¡pero esta vez tengo motivos!- se defendió él agitando la varita para esfumar unas cuantas cosas de la mesa y así poder abrir su caja de almuerzo: sándwiches fríos y una bebida muggle de naranja.-Nunca había visto un desastre tan grande como el de esta mañana, Elise. Tantos heridos... mujeres, niños... de pura casualidad no ha habido muertos. No damos abasto para atenderlos a todos, ¿tengo o no tengo motivos para estar nervioso?

Elise suspiró y ella misma le apuntó al pequeño caldero que preparaba café para ponerlo en marcha, seguido de dos rápidos conjuros para enviar a los pergaminos flotantes con instrucciones a sus respectivos destinatarios. Después de eso se sentó junto a su superior y le sonrió, la única forma de consuelo que podía darle a un colega que estaba al borde del colapso.

-Todo saldrá bien, sanador Graham. Usted me enseñó que en los tiempos difíciles es cuando más hay que esforzarse, y nosotros podemos hacer eso. Podemos tener la fortaleza que nuestros pacientes necesitan.

Graham no le contestó y comió en silencio, pensando en esas palabras tan llenas de esperanza. Claro que no le sorprendía que Elise hablara así; si alguien podía tener la esperanza alta aún en los peores momentos era ella, porque ninguna otra bruja o mago tenía su don.

Elise de Clorance era la única hija mujer de una importante familia sangre pura inglesa, toda una dama criada para perpetuar su linaje y poco más. Sin embargo la inquieta Elise era más que una cara bonita (preciosa, en su opinión), y desde muy joven había demostrado interés por la magia de sanación, que si bien no se enseñaba en Hogwarts podía aprenderse mediante un curso extra después de la graduación. Sin hacer caso de los murmullos de la gente o las burlas de algunas compañeras, Elise había estudiado duramente para recibirse de sanadora. Él mismo había sido quien la entrenara durante su tiempo de interna en San Mungo, y era por eso que podía admirarla sin ser desubicado: porque la conocía, quizás mejor que nadie, y sabía que en sus manos había un don extraordinario para curar. Estaba al tanto de todas las novedades en pociones y hechizos curativos, era disciplinada y no le temía al trabajo duro, y siempre pero siempre daba en el punto con sus diagnósticos.

"Ha progresado tanto en el año que lleva como sanadora titular que casi da miedo. Es decir, ¿cuántas jovencitas de su edad pueden decir que han encontrado el tratamiento adecuado para mordidas de lobos crepusculares, la combinación de pociones restituyentes o el método de reversión de los vómitos de fuego? No me sorprendería si el día de mañana encuentra la cura para la licantropía", pensó mientras devoraba su último trozo de sándwich. Elise iba apenas por su primer café acompañado por un trozo de pastel de frutillas, y sonrió. Por muy aguerrida que fuese Elise en el trabajo, todavía tenía vestigios de la fina señorita que en verdad era.

-Ese tipo de postres son los que venden en la confitería nueva, ¿no? Esa del Callejón Diagon, que atrae a todas las brujas.

-Pues sí, es de ahí. Linden lo compró para mí porque sabe que amo los dulces- respondió ella con un leve sonrojo al mencionar a su prometido. Graham dejó de sonreír, disimulando al recoger los restos de su almuerzo para tirarlos a la basura. Elise estaba comprometida en matrimonio con Linden de Romanoff, un mago extranjero millonario, guapo y al que no podía odiar a pesar de todo porque era un gran sujeto. Lo había conocido en ocasión de una gala benéfica a favor de San Mungo y podía dar fe que era un hombre con la cabeza bien puesta, sin esas ideas supremacistas que tenían muchos sangre pura. Además saltaba a la vista que amaba a Elise y respetaba su decisión de trabajar como sanadora, así que, ¿por qué habría de enfadarse? Él simplemente no tenía oportunidad y nunca la había tenido. Debía...

-¿Sanador Graham? Creo que debería regresar- oyó de repente hablar a Elise, quien se había quedado mirándolo preocupada.-¿Está usted bien? Se quedó duro de repente.

-Sí, sí, es solo el cansancio acumulado. Ya sabes, con tanto... pero eso no importa ahora, ¡bajaré ya mismo a emergencias para ver si ya han llegado los pacientes nuevos! Cinco minutos antes de entrar aquí leí la lechuza que decía que llegarían.

-Enseguida estaré con usted, señor. Solo deme cinco minutos para limpiar esto, en verdad que esas escobas más que limpiar están largando un poco de olor...

-Olvida eso, ya no importa. Nuestro lugar como sanadores es junto a los pacientes, esto lo tienen que hacer las brujas de limpieza... o ellas serán mis próximas pacientes de la maldición que les lanzaré por perezosas- amenazó ante la risita de Elise, acostumbrada a sus arranques. El trabajo en el hospital San Mungo podía ser duro en días como aquel, pero definitivamente era el lugar donde debía y quería estar.

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