capitulo 49

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Gema.

Mi empresa se alzaba imponente en el centro de New York, una obra maestra de acero y cristal que reflejaba poder en cada rincón. Al cruzar las puertas de Lancaster Industries, mis tacones resonaron con seguridad sobre el mármol pulido, mientras las paredes de vidrio revelaban la vasta estructura tecnológica que gobernaba cada operación. Pantallas holográficas y dispositivos de última generación dominaban el espacio, haciendo que cualquier otra corporación palideciera en comparación.

Vladimir y Christopher me seguían de cerca, ambos vestidos con trajes oscuros que resaltaban su presencia dominante, aunque era claro que mi compañía se robaba la atención. Mientras avanzábamos, pude notar sus miradas cautelosas sobre cada detalle. Mi empresa no era solo lujosa, era una extensión de mi misma, una manifestación física de mi ambición.

Llegamos a la sala de juntas, donde la reunión ya estaba a punto de comenzar. Una larga mesa de cristal, rodeada de hombres trajeados, me esperaba. Todos mis socios estaban allí, pero como siempre, yo era la única mujer en el lugar. Eso no me intimidaba; al contrario, me recordaba el lugar que me había ganado con esfuerzo y astucia.

Los ojos de Christopher y Vladimir pasaron de mí a los hombres, sus expresiones tensas. Sabían que este era mi terreno, pero eso no calmaba sus instintos posesivos.

-Señores -dije con firmeza mientras tomaba mi lugar al frente de la mesa-. Hoy les presento el futuro de la industria armamentista.

Con un movimiento de mi mano, el proyector holográfico mostró el diseño de mi nueva arma tecnológica. Una pieza perfecta de ingeniería militar que no solo revolucionaría la Lancaster Arms, sino también la manera en que las Fuerzas Especiales del mundo operarían.

-Impresionante, Gema -comentó John Lozano, uno de mis socios más antiguos, mientras se inclinaba hacia adelante con interés-. Pero lo que necesitamos ahora son armas que puedan producirse en masa, algo que venda millones.

Sonreí de lado, notando el error en su perspectiva. Levanté la mirada, paseándola por todos en la sala, asegurándome de que mis palabras quedaran claras.

-Mis armas ya valen millones, John -dije, segura de cada palabra-. Y las próximas que crearé valdrán aún más. Este no es un negocio de volumen barato. Estamos aquí para dominar la industria, no para vender baratijas.

Lozano asintió, pero antes de que pudiera responder, otro de los socios, un hombre al que apenas toleraba, decidió alzar la voz.

-Los periódicos siguen criticándonos, Gema -dijo, con una mirada preocupada-. Dicen que solo estamos alimentando la guerra, que nuestras armas causan más muertes que soluciones.

Solté una risa seca, sabiendo que este tipo de comentarios siempre aparecían, como si las opiniones públicas pudieran siquiera rozar el impacto de mi trabajo.

-Las opiniones de otros no tienen valor alguno en mi vida -respondí, dejando que mi tono cortante silenciara cualquier otra intervención-. Estamos aquí para hacer negocios, no para satisfacer las sensibilidades de aquellos que no entienden nuestro trabajo.

El silencio que siguió fue satisfactorio. Cada uno de los hombres en la mesa sabía que yo tenía razón, y que discutir conmigo no los llevaría a ningún lado.

La reunión continuó sin contratiempos. Tomé el control de cada decisión, cada detalle, dejando claro que Lancaster Arms seguía siendo la líder en la creación de armamento de vanguardia. Las nuevas armas que planeaba diseñar no solo serían revolucionarias, sino que garantizarían que mi empresa se mantuviera en la cima de la industria por años.

Al terminar, me dirigí hacia la puerta sin perder el ritmo, con Christopher y Vladimir a mi lado. Sabía que había impresionado a todos, como siempre.

Renacida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora