Capítulo 14: "Ejercito"

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Harry decidió quedarse oculto en el despacho de Snape para entrenar. Dos dias pasaron, y él resto de los integrantes del ejército de Dumbledore estaban preocupados por la repentina desaparición de Harry.

Pero por la noche Ginny se escabulló para entrar al cuarto de Harry, empezó a buscar alguna pista de su paradero y encontró una carta debajo de un libro, dirigida para Ginny.

-Como es que...? -La pelirroja tomó el sobre y lo abrió.

Ginny tomó la carta entre sus manos temblorosas y comenzó a leer. Reconoció la letra de Harry al instante, y su corazón latió con fuerza al imaginar lo que podría estar pasando.

"Querida Ginny,

Sé que te debes estar preguntando dónde estoy y por qué me fui sin decir nada. Lo lamento. No quería preocuparlos, pero era necesario que lo hiciera de esta manera. He estado entrenando, algo importante está por suceder y necesito estar preparado. No puedo decirte con quién estoy entrenando, pero debes confiar en que estoy en buenas manos.

Confío en ti más que en nadie, Ginny, y por eso te escribo esta carta. Sé que el ejército de Dumbledore seguirá entrenando y que sin mí, se sentirán un poco perdidos. Por eso, necesito que los guíes. Necesito que los mantengas unidos.

Busca la Sala de los Menesteres. Será el lugar perfecto para que continúen su entrenamiento sin ser descubiertos. Asegúrate de que todos estén preparados para lo que venga. Sé que será difícil, pero confío en ti, más de lo que confío en nadie. No le digas a nadie dónde estoy, ni siquiera a Ron o Hermione. Este es nuestro secreto, Ginny.

Volveré pronto, pero hasta entonces, necesito que cuides de todos, y de ti misma, eres astuta como para encontrar esta carta dirigida únicamente para ti.

Con todo mi cariño,
Harry."

Ginny terminó de leer la carta, sus ojos ardiendo con una mezcla de preocupación y orgullo. Harry había confiado en ella de una manera que nunca antes había imaginado. Estaba claro que algo grande se avecinaba, y aunque no sabía exactamente qué estaba pasando, sabía que debía hacer lo que él le pedía.

Dobló la carta con cuidado y la guardó en su bolsillo, su expresión decidida.

-No te defraudaré, Harry -murmuró para sí misma antes de salir del cuarto, con la determinación de llevar al ejército de Dumbledore a la Sala de los Menesteres y mantener a todos listos para lo que estaba por venir.

(...)

-¿La sala de menesteres? -preguntó Ron, confuso.

-Si, es un lugar perfecto para entrenar, tiene todo lo que uno necesita. -explicó.

-¿Entrenaremos sin Harry? -preguntó Luna con un tono triste.

-Lamento decir...que sí, es lo que el habría querido aún no estando aquí. Sabemos que se avecina algo horrible y que no podemos estar de brazos cruzados sin hacer nada. -dijo Ginny en un tono serio.

-Ginny tiene razón. -diría Jacob -No podemos jugar con el tiempo.

-¿Y si Umbridge nos lo impide? -preguntó Draco.

-¿Acaso importa?, desde que este ejercito se creo, jamás hemos parado de buscar lugares para entrenar correctamente. -respondió Jacob, queriendo no hacerlo, Draco aún no le caía del todo bien.

Jacob se cruzó de brazos, manteniendo la mirada fija en Draco, quien parecía algo ofendido, pero no dijo nada. Desde que se unió al ejército, las cosas entre él y el resto del grupo nunca habían sido fáciles, especialmente después de la traición de Slytherin.

-Jacob tiene razón -agregó Neville, intentando suavizar la tensión-. No podemos permitir que Umbridge o cualquiera nos detenga. Debemos estar listos para lo que sea que venga.

Ginny asintió, respirando hondo. Sentía el peso de la responsabilidad en sus hombros, pero las palabras de Harry seguían resonando en su mente. Tenía que ser fuerte, no solo por él, sino por todos los demás.

-Empezaremos mañana -dijo ella-. Vayan a sus habitaciones, descansen, y no olviden: si alguno sospecha de nosotros, actuamos como si nada pasara. No podemos permitir que Umbridge o su gente nos descubran.

El grupo se dispersó lentamente, cada uno con pensamientos cargados de incertidumbre. Luna y Ron fueron los últimos en quedarse, observando a Ginny, quien aún parecía perdida en sus pensamientos.

-¿Estás bien? -preguntó Luna en su usual tono suave.

Ginny asintió, pero no pudo evitar sentirse un poco abrumada. Harry le había confiado la vida del ejército, y aunque confiaba en su capacidad, sabía que el futuro era incierto.

-Sí, solo... quiero asegurarme de que estamos haciendo lo correcto.

Ron la observó con preocupación. Aunque Ginny intentaba mantener la calma, él la conocía demasiado bien.

-Harry confía en ti, y nosotros también. No tienes que hacerlo sola, ¿vale? -dijo Ron con una sonrisa cálida.

-Gracias, Ron. -Ginny le devolvió la sonrisa, aunque sabía que la responsabilidad seguía siendo suya.

Jacob, quien aún no se había ido del todo, se acercó a Ginny antes de que saliera del salón.

-Tienes el liderazgo en ti, Ginny -le dijo en voz baja, casi como si no quisiera que los demás lo escucharan-. Yo lo veo. Y no soy alguien fácil de impresionar.

Ginny lo miró sorprendida por el comentario, pero asintió con gratitud.

-Gracias, Jacob. De verdad.

El joven lobo la observó por un momento más, su expresión seria pero llena de sinceridad. Entonces, sin decir más, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta.

Esa noche, mientras todos se preparaban para lo que venía, Ginny no pudo evitar pensar en lo que Harry estaba haciendo en esos momentos. Sabía que él estaba entrenando para algo importante, pero la pregunta de qué exactamente, la atormentaba.

(...)

En otro lugar del castillo, en las sombras del despacho de Snape, Harry practicaba incansablemente. Sus manos estaban temblorosas por el cansancio, pero sus ojos brillaban con determinación.

-Otra vez -dijo Snape con su habitual tono frío-. No puedes permitirte errores, Potter.

Harry respiró hondo y levantó su varita una vez más. Los últimos días habían sido duros, más de lo que había anticipado, pero sabía que todo valdría la pena. Lo que estaba aprendiendo bajo la tutela de Snape era crucial para lo que se avecinaba.

-¡Protego! -exclamó Harry, y una barrera mágica apareció frente a él, más fuerte y sólida que la vez anterior.

Snape lo observó por un momento, sus ojos oscuros impenetrables, pero asintió levemente.

-Mejor. Pero aún no es suficiente.

Harry bajó la varita, jadeando.

-¿Cuánto tiempo más tendremos que seguir con esto?

Snape entrecerró los ojos.

-El tiempo que sea necesario. Debes entender, Potter, que lo que estás enfrentando no es algo que puedas vencer con simples hechizos de defensa. Lo que viene requiere que estés más allá de preparado.

Harry sabía que Snape tenía razón, pero no podía evitar sentir la presión. La guerra contra Voldemort estaba más cerca de lo que cualquiera creía, y él tenía que estar listo.

-Otra vez -ordenó Snape, y Harry, sin dudarlo, levantó su varita una vez más.

(...)

Mientras tanto, Ginny se sentó en su cama, mirando la carta de Harry una vez más. Sabía que tenía una responsabilidad importante, pero también sabía que debía mantener la esperanza de que pronto, su líder, su amigo, y hermano, regresaría.

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