Capítulo 15: "Siempre..."

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—Ya es suficiente por hoy, Harry. Mejor descansa —ordenó Snape.

Harry ya estaba cansado y jadeaba con frecuencia, pero volvió a alzar su varita y recitó el hechizo. —¡Protego Aegis!

Al pronunciar el hechizo, un escudo dorado lo rodeó, pero desapareció en pocos segundos.

Harry había estado repitiendo el hechizo durante muchos intentos, casi siempre fallando o creando un escudo a medio hacer o muy débil. Sin embargo, esta vez logró formar un escudo que lo rodeaba por completo. Snape se acercó a Harry, que estaba arrodillado y empapado en sudor, y esbozó una leve sonrisa de orgullo.

—Bien hecho, Harry —dijo Snape, su voz casi suave en comparación con su habitual tono frío.

Harry levantó la vista, sorprendido por la aprobación. Nunca había visto a Snape sonreír, y eso le dio un pequeño impulso de confianza. Sin embargo, no podía dejar que eso lo distrajera de la tarea en cuestión.

—¿Lo hice bien? —preguntó Harry, tratando de ocultar su incredulidad.

—Tu hechizo ha mejorado, pero todavía necesitas fortalecer tu enfoque. Un escudo solo es tan fuerte como la voluntad de quien lo conjura.  —respondió Snape, cruzando los brazos y observando con atención.

Harry asintió.

—Podemos seguir un poco más —dijo, aunque sabía que su cuerpo superaba el límite.

—No. Necesitas descansar. Sobreentrenarte traerá consecuencias. —volvió a su tono frío. —Seguiremos mañana. Vete a dormir. —ordenó con menos frialdad que de costumbre.

Harry no tuvo más remedio que hacer caso, pero una duda se le cruzó por la mente.

—Profesor —llamó —Usted y mi madre...¿como es que-?

—¿Estás dispuesto a escuchar todo? —preguntó en un tono profundo.

—Lo que sea necesario...

Snape lo miró fijamente durante unos segundos, evaluando a Harry, antes de soltar un suspiro profundo. Era la primera vez que Harry lo veía tan vulnerable, casi como si la pregunta lo hubiera tomado por sorpresa.

—Tu madre, Lily, era... una mujer excepcional —comenzó Snape, su voz apenas un susurro—. Era amable, inteligente, y tenía una fuerza que no muchos comprendían. Nos conocimos cuando éramos niños, antes de que siquiera supiéramos lo que significaba la magia.

Harry escuchaba atentamente, incapaz de imaginarse a su madre y a Snape juntos en la infancia, mucho menos siendo amigos.

—Ella era lo mejor de mi vida —continuó Snape—. Pero nuestras...mis elecciones nos separaron. Yo... me equivoqué muchas veces, más de lo que podrías imaginar. Al final, se casó con James, y aunque nunca lo acepté, aprendí a vivir con ello.

El silencio llenó la habitación, y Harry notó un brillo de tristeza en los ojos de Snape que nunca antes había visto. Era como si el peso de esos recuerdos lo aplastara.

—¿Y usted la amaba? —preguntó Harry, aunque ya sabía la respuesta.

Snape cerró los ojos por un breve momento, como si la pregunta lo hubiera atravesado profundamente.

—Más de lo que cualquier palabra podría expresar —admitió Snape, abriendo los ojos y mirando directamente a Harry—. Pero eso no cambia lo que ocurrió. Perdí a Lily por mi propia arrogancia, y he pasado toda mi vida tratando de redimirme. Cuidarte, protegerte... es la única manera en la que puedo honrar su memoria.

Harry sintió un nudo en la garganta. Nunca había visto a Snape de esa manera, tan humano, tan... quebrado. Las palabras se le escapaban, pero finalmente logró articular:

—Entonces, todo este tiempo... todo lo que ha hecho, ha sido por ella.

Snape asintió, volviendo a su semblante severo.

—Siempre...

Harry miró al suelo, una pregunta lo azotó en su mente.

—¿Y usted? —Harry lo miró directamente—. ¿Usted nunca quiso ser parte de mi vida? ¿Por qué odiarme?

Snape tensó la mandíbula y su semblante se oscureció.

—Odiarte… —repitió en voz baja, como si probara la palabra en su boca—. Nunca te odié, Harry. Lo que odiaba era lo que recordabas. Cada vez que te veía, veía a James. Veía al hombre que me arrebató lo que más amaba en este mundo.

Snape hizo una pausa, como si las palabras le costaran más de lo que estaba dispuesto a admitir.

—Pero también veía a Lily. Y fue esa parte de ti la que siempre intenté proteger. Aunque nunca supe cómo acercarme a ti sin que el resentimiento lo arruinara todo.

Harry miró a Snape, su mente girando. Sabía que su vida nunca sería la misma ahora que conocía la verdad, pero había algo más importante en ese momento. Algo que debía aclarar.

—Entonces... ¿me quiere?

La pregunta flotó en el aire, pesada e incómoda. Snape lo miró largo y tendido, sus ojos negros eran un mar impenetrable.

—No sé cómo ser un padre, Potter. —respondió Snape, su voz áspera—. Pero no tengo ninguna duda de que... te protegeré con mi vida, como lo he hecho hasta el momento.

Harry asintió lentamente, sin saber si eso era suficiente o no. No era una declaración de amor paternal, pero era lo más cerca que jamás imaginó que Snape estaría de una por el momento.

—Descansa —ordenó nuevamente Snape—. Mañana será un día difícil.

Harry lo miró por un momento más antes de girarse y dormir en su cama.

Esa noche, antes de dormirse, Harry se prometió a sí mismo una cosa: no iba a dejar que la historia se repitiera. Volvería con Hermione, a toda costa...

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