EXTRA - Steven y Fernanda

270 15 0
                                    

Desde muy pequeño, la vida me enseñó lo que era el abandono. Mis padres me dejaron en un orfanato, y así comenzó un ciclo interminable de mudanzas, de una familia a otra. Nunca encajé del todo, siempre fui ese niño retraído que observaba desde un rincón, tratando de entender un mundo que parecía no tener lugar para mí. Sin embargo, todo cambió cuando cumplí diez años. Una señora de edad avanzada, que nunca había podido tener hijos, decidió adoptarme. Su nombre era Elisa, y fue la madre que la vida me dio.

Elisa era una mujer con mucho dinero, pero para mí, su riqueza no significaba nada en comparación con el amor y la atención que me brindaba. Ella me enseñó lo que era tener una familia, lo que era el cariño genuino. Pero, como muchas historias, la felicidad no duró. Cuando empecé mis estudios de medicina, Elisa falleció. La tristeza que sentí fue inmensa, y con su partida, también perdí la única figura que había llenado el vacío en mi vida.

No obstante, en su testamento, Elisa me dejó toda su fortuna. Hubo muchas personas interesadas en disputarla, pero no tuvieron éxito. Aprendí a administrar mi dinero con cuidado, ya que sabía que era un regalo de alguien que verdaderamente me amaba. A pesar de todo, sigo viviendo en un pequeño apartamento en Londres. La mayor parte de mi fortuna está invertida en proyectos que me apasionan, pero siempre existe una parte de mí que siente que el amor es algo que me ha faltado.

Esta falta de amor se volvió más evidente cuando conocí a Fernanda. No sabía cómo tratarla, cómo manejar las emociones que despertaba en mí. Después de haber crecido en un entorno donde el amor parecía escaso, me costó abrirme. A menudo me preguntaba si podía ser digno de alguien como ella. Mis experiencias me hicieron dudar de mis propios sentimientos y de la posibilidad de construir una relación real.

Había pasado tiempo desde que traté de hablar con Fernanda, y cada intento parecía alejarme más de ella. Las últimas semanas habían sido un desastre; cada vez que me acercaba, ella se cerraba más. Así que, resignado, decidí dejar de lado mis sentimientos por un momento y enfocarme en mis tareas. Después de todo, el estudio era mi refugio.

Sin embargo, mientras trataba de concentrarme, vi cómo Fernanda se dirigía rápidamente hacia su dormitorio, la puerta cerrándose tras ella con un golpe que resonó en mi pecho. Sentí una punzada de determinación. No podía seguir ignorando lo que sentía, no podía dejar que el miedo me detuviera. Sin pensarlo dos veces, me levanté y seguí su camino.

Al entrar, la encontré de pie, con la mirada dura y la postura defensiva. 

— ¡Lárgate! — me dijo, su voz llena de frustración. Pero no podía simplemente irme. No esta vez. Era el momento de hacerme escuchar. 

— No, Fernanda. No me voy a ir. Vas a escucharme — respondí, intentando que mis palabras sonaran firmes y serias.

La miré a los ojos, buscando un atisbo de comprensión. 

— Sé que esto puede parecer repentino, pero no puedo seguir guardando mis sentimientos. Desde que te conocí, mi vida ha cambiado. Eres diferente a cualquier otra persona que haya conocido. Tu risa ilumina mis días más oscuros y tu apoyo me ha dado la fuerza para enfrentar mis demonios.

Hesité un momento, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza en mi pecho. 

— He pasado por tanto en mi vida, y cuando te vi por primera vez, supe que quería ser el hombre que mereces. No soy perfecto, pero te prometo que haré lo que sea necesario para demostrarte que mis sentimientos son reales.

Las palabras salieron de mí como un torrente, y vi cómo su expresión cambiaba lentamente, de sorpresa a algo más. El impacto de mis declaraciones se reflejaba en su rostro, y por un instante, sentí que había abierto una puerta.

Esperé en silencio, anhelando su respuesta, consciente de que este momento podría cambiarlo todo.

—¿Para qué? Me trastate como un juego —su tono era frío, pero sentí que había algo más debajo de su superficie.

—No son juegos, Fernanda. Lo que dije frente a Chloe fue un error. No sabía cómo expresarlo. Me gustas de verdad —admití, sintiendo que mi corazón latía con fuerza.

Ella se quedó en silencio, mirándome. Pude ver cómo la confusión y el dolor se reflejaban en sus ojos.

—No lo sé, Steven. Lo que dijiste me hirió mucho. —Su voz era suave, pero había una fragilidad en ella que me preocupaba.

—Lo siento, de verdad —le dije, acercándome un poco más—. No quise lastimarte. Te prometo que no volverá a suceder.

Un momento de silencio pasó entre nosotros, y finalmente vi que su expresión se suavizaba.

—Está bien, te perdono —dijo, y un suspiro de alivio salió de mis labios.

No pude resistir la tentación, me acerqué más y, sin pensarlo dos veces, la besé. Era un beso apasionado, lleno de todo lo que había guardado durante tanto tiempo. Ella respondió al beso, y sentí cómo la tensión se desvanecía entre nosotros, reemplazada por una conexión que había estado esperando.

 Ella respondió al beso, y sentí cómo la tensión se desvanecía entre nosotros, reemplazada por una conexión que había estado esperando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Espero les guste

XOXO

A.G.

Arritmia - TOMO 2 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora