Arritmia - TOMO 2 (+18)

Capítulo 21 - Papá

Chloe Mitchell

Mi madre siempre fue un faro de luz en mi vida, una mujer tan hermosa como pura. No había ni una sombra en su corazón, siempre irradiaba una calma y dulzura que parecían inalcanzables para alguien como yo. Aún la extraño, más de lo que me gustaría admitir. En momentos como estos, donde las decisiones difíciles y los dilemas morales me agobian, lo único que deseo es un consejo suyo. Un abrazo. Algo que me recuerde que, a pesar de todo, puedo encontrar un camino.

A veces pienso en cómo serían las cosas si ella estuviera aquí. ¿Qué me diría sobre todo lo que ha pasado? ¿Sobre Christopher? ¿Sobre la vida que he construido, con sus altibajos? Nunca lo sabré. Pero la extrañaré siempre.

Y luego está mi padre.

Hace unos años, descubrir que el padre de Tess también era el mío fue como si el suelo se abriera bajo mis pies. No estaba lista, ni quería estarlo, para aceptar esa realidad. Nunca había sentido la necesidad de un padre, y menos de uno que había estado ausente toda mi vida. Así que cerré las puertas. Me convencí de que no lo necesitaba.

Pero todo cambió cuando me dispararon. Recuerdo ese momento como si fuera ayer. El miedo, el dolor, la desesperación. Y en medio de todo, apareció él: Daniel Scott, el hombre que nunca había conocido realmente, pero que, en ese momento, fue un pilar para mí. Su apoyo durante mi recuperación fue inquebrantable. Me mostró que, aunque había estado ausente, no significaba que no le importara.

A partir de entonces, decidí abrirle una pequeña puerta. No fue fácil, pero lo hice. Ahora, después de cinco años, estamos construyendo una relación de padre e hija. No perfecta, pero real. Y eso es lo que importa.

—Me alegra que podamos hacer esto —dijo Tess, rompiendo el silencio mientras nos sentábamos en un restaurante acogedor. La cena de esta noche era una pequeña reunión familiar, una oportunidad de vernos como eso: una familia.

Miré a Tess y sonreí. Su relación con Daniel siempre había sido buena, y ella fue una de las razones por las que decidí intentarlo. Si ella podía verlo como un padre, tal vez yo también podía.

—Yo también me alegro —respondí, mientras Daniel sonreía desde el otro lado de la mesa. Aunque no lo diga mucho, sé que esto también significa algo para él.

Nos trajeron la comida, y comenzamos a charlar. Tess, siempre llena de vida, contaba una historia sobre algo gracioso que le había pasado en el hospital, mientras Daniel y yo escuchábamos. Entre bromas y risas, me sentí más relajada de lo que había estado en mucho tiempo.

A pesar de todas las complicaciones de mi vida, de los secretos y las mentiras, en ese momento, sentí una calma extraña. Estaba con las dos personas que, a su manera, me habían ayudado a seguir adelante. Tess, mi mejor amiga y hermana de sangre, y Daniel, el padre que había llegado tarde, pero que ahora estaba aquí.

Por mucho que las cosas se complicaron a mi alrededor, tenía una certeza: no estaba sola. Y eso, por ahora, era suficiente.

— Quisiera que cuando acabaran su año de internado hiciéramos un viaje a cualquier parte del mundo, donde ustedes elijan — dice mi padre.

— ¡Genial! Viajar es increíble donde quieran ir está bien para mi — dice Tess y los dos voltean a verme.

— Me gustaría ir a París a visitar a mamá, hace mucho tiempo no voy — digo y los dos sonríen.

— París será nuestro destino — contesta Daniel.

— Hablando de eso ¿Mamá no se quedó con la casa de parís en el divorico? — pregunta Tess.

Me fijo en la expresión de mi padre al escuchar la mención de ella. Alisa nunca lo perdonó cuando descubrió la infidelidad. La separación fue devastadora, y aunque yo nunca fui el motivo del rompimiento, me dolió ver cómo todo se derrumbaba entre ellos. Aún así, Alisa nunca me culpó. De hecho, siempre me trató con cariño, algo que valoro mucho. Pero lo que noto hoy en mi padre es más difícil de ignorar: ese pequeño gesto, una mezcla de dolor y rencor, que aún no ha desaparecido.