Cuatro años han pasado desde que Christopher ha decidido olvidarse de su Ángel y al final de cuenta se dio cuenta que podía vivir sin su mundo, ahora solo está enfocado en engrandecer su carrera, pero Chloe no se ha quedado atrás, ella está a punto...
No puedo creer lo que este troglodita me hizo, le estoy contando a David todo aquí en mi apartamento pero la noticia no le cayó muy bien.
— No me parece lo que este tipo está haciendo — me contesta
— A mi tampoco, pero no quiero hacer un drama, solo es una semana — le explico
— ¿Acaso quieres pasar tiempo con él? — me interroga
— ¿Escuchaste la bobada que acabaste de decir? Acaso no me tienes confianza David, te recuerdo que la que se alejó de él fui yo, yo terminé la relación y si lo hice hace cuatro años cuando estábamos juntos, ¿Porque crees que ahorita sería diferente?
— Yo si confio en ti, es solo que no quiero que estés cerca de él — me dice y trato de empatizar.
— No podemos hacer nada, es nuestro jefe y nosotros solo somos internos.
Cambiamos de tema y seguimos estudiando, estamos solos en el departamento pues Tess salió con Mike, ya que él está en Londres de visita.
Una de las cosas más difíciles cuando decidí romper mis lazos con Christopher fue seguir manteniendo comunicación con Mike, él es buena persona y es maravilloso con Tess, pero también es el mejor amigo de Christopher, cuando nos vemos para él es inevitable comentar alguna cosa y se vuelve más incómodo cuando estoy con David, pero lo hemos sabido manejar.
Termino de estudiar de David y él se va para su departamento.
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Estábamos pasando revista médica en el hospital, y como siempre, Christopher lideraba el grupo con una confianza que solo él podía tener. Nos detuvimos frente a la habitación de una paciente y él empezó a explicar el caso.
—La paciente, señora Gómez, presenta síntomas de insuficiencia cardíaca congestiva —dijo, mirando su tabla con seriedad. Sus ojos azules eran penetrantes y llenos de determinación. Su pelo negro, perfectamente peinado, y su musculatura fuerte se destacaban incluso bajo su bata de médico. Se veía increíblemente bien.
Me perdí por un momento en sus detalles. No podía evitarlo. La forma en que sus manos se movían al gesticular, la firmeza en su voz, todo sobre él emanaba autoridad y atracción. Justo cuando estaba inmersa en mis pensamientos, su voz me sacó bruscamente.
—Mitchell, ¿puedes decirnos cuál es el tratamiento inicial para esta condición?
Me congelé. No había estado prestando atención. Los ojos de todos los internos y del personal médico se volvieron hacia mí. Intenté recordar rápidamente los tratamientos, pero mi mente estaba en blanco.
—Lo siento, doctor Hale —dije, mi voz apenas un susurro—. No escuché la pregunta.
Christopher frunció el ceño, claramente molesto. —No escuchaste la pregunta, porque no estabas prestando atención —dijo en un tono helado—. Es fundamental que los internos presten atención en todo momento. La vida de nuestros pacientes depende de ello.
