EPÍLOGO

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DIEZ AÑOS DESPUÉS

La luz suave de la mañana se filtraba a través de las cortinas, y en el silencio de nuestra habitación, me encontré en un sueño extraño pero reconfortante.

No se que horas eran, tengo mucho sueño pero los rayos de luz se cuelan por la ventana. Allí estaba Vittoria, sentada en el borde de nuestra cama, con esa sonrisa serena que solía iluminar su rostro. Su presencia me llenó de una calidez inexplicable.

— Chloe — dijo, su voz suave y llena de amor — felicitaciones. Has creado una familia hermosa — Miré a mi alrededor, y en mi corazón, sabía que tenía razón. Había cuidado muy bien de Victor, nuestro pequeño milagro, y nunca dejé de hablarle sobre ella, sobre su madre.

— Y tu pequeña Ariadna — continuó Vittoria — también es hermosa, una niña bellísima. Me sonreí, imaginando su risa y los juegos que compartimos — Gracias por cuidarlos — dijo, antes de inclinarse hacia mí en un gesto de despedida — Siempre estaré con ustedes, dale un beso a mi hijo de mi parte.

De repente, desperté, y la realidad me abrazó. A mi lado, Christopher dormía tranquilamente, su barba recién crecida resaltando sus rasgos masculinos. Se veía tan sexy y sereno. Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras lo observaba, recordando todos los momentos que habíamos compartido, todas las luchas y triunfos que nos llevaron a este punto.

— Feliz aniversario — murmuró Chris al despertar, sus ojos todavía entrecerrados, pero iluminados por una luz cálida. Su voz tenía ese tono que siempre lograba hacerme sentir especial, como si el mundo exterior se desvaneciera cuando estábamos juntos.

— Feliz aniversario — respondí, sintiendo que mi corazón se llenaba de amor. No solo por el hombre que tenía a mi lado, sino por todo lo que habíamos construido juntos. Habíamos enfrentado la tormenta y salido más fuertes. Teníamos a Victor y Ariadna, y cada día con ellos era un regalo.

Mientras nos abrazábamos, supe que, aunque la vida nos había traído desafíos, cada uno había valido la pena. Y ahora, con la familia que habíamos creado, nos embarcábamos en otro capítulo lleno de amor y nuevas aventuras.

Afuera, el sol brillaba y el futuro parecía brillante. Estaba lista para enfrentar lo que viniera, porque teníamos lo más importante: el uno al otro y nuestros hijos.

Mientras el sol se filtraba por las cortinas, una pequeña risa rompió el silencio de la mañana. De repente, el sonido de pasos inquietos y emocionados llenó la habitación. Era Victor y Ariadna, listos para despertar a sus padres en este sábado perfecto.

— Mama, ¡mamá! — Victor exclamó con su energía contagiosa, sus ojos color miel brillando como los de su madre. Ariadna, con esos hermosos ojos que habían heredado de su padre, lo seguía de cerca, riendo mientras saltaba sobre el alfombrado.

— ¡Buenos días, mis pequeños! — respondí, sonriendo mientras intentaba abrir los ojos del todo. La emoción en sus voces era inconfundible, y eso siempre lograba animarme.

— Mamá, ¿puedes hacer panqueques? — preguntó Victor, su carita radiante de expectativa. La sonrisa en su rostro era tan parecida a la de Christopher que no podía evitar reírme.

— ¿Panqueques? ¿A esta hora? — dijo Christopher con cara de duda.

— Si papi, por favor, queremos panqueques — le dice su hija, él no puede resistirse a eso ojos azules y ella lo sabe.

— Mmm no lo sé — dice Christopher jugando con ellos.

— Si papá, no seas aguafiesta — le responde Victor.

— Está bien, no puedo decirle que no a esas caritas — Los niños saltan en la cama de la emoción y nos abrazan.

— ¿Por qué no me ayudan en la cocina? — les pregunto.

Arritmia - TOMO 2 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora