Capítulo 8: El jardinero Taehyung

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Dos días después del celo más terrible de su vida, decide regar las plantas y flores del patio. Obviamente que su madre lo observa con extrañeza cuando, un día sábado, decide levantarse de su cama para tomar la manguera y hacer algo por su vida.

Arregla el sombrero café que lo cubre del sol y levanta las mangas de su camiseta de algodón, mientras finge regar un arbusto. Si, finge, porque sus ojos no se encuentran observando el lugar de tierra que moja, sino que se encuentran fijos en su vecino que corre de un lado a otro en su patio, ejercitando esos músculos que puede ver perfectamente, porque el ambiente es lo suficientemente cálido como para que esa camiseta negra haya quedado regada en algún lado.

¿Cómo él, alguien tan débil, va a ser capaz de ignorar a semejante bombón?

—¡Taehyung! —exclama Sumin—. Ten cuidado con mi arbusto, idiota.

El alfa sale de su trance y repara en la poza de agua que rodea las raíces del pequeño arbusto.

Lo acaba de ahogar por culpa de su calentura.

Jungkook saca sus audífonos, un poco asustado, y vuelve su mirada a la casa contraria. Taehyung esboza una sonrisa grande y burlesca, alzando la mano para saludar al chico con sus dedos.

—Buenos días —saluda Jungkook, agitado por el esfuerzo físico—. ¿Cómo te sientes?

Debe pellizcar su pierna para no responder algo fuera de lugar.

—Bien, gracias —replica Taehyung, aguantando las ganas de decir que, si se saca los pantalones, se encontrará mejor aún—. ¿Qué tal tú?

Después de unas disculpas, la relación entre ellos quedó más neutral. Es decir, tampoco es que hayan compartido mucho después de ese fatídico jueves, sino que ambos decidieron quedar en buenos términos al parecer.

—Bien —replica Jungkook.

Y ahí queda la conversación.

O eso cree Taehyung, porque el pelinegro vuelve a sacar sus audífonos y dice:

—Kyungsoo me preguntó por tu número ayer.

El alfa castaño alza sus cejas, acercándose un poco a la pequeña cerca de madera. Mueve un mechón de su cabello que se encuentra húmedo de sudor, sin reparar en que la manguera continua encendida en su mano, y termina mojando sus pies.

—Mierda —se queja, cortando el chorro de agua en la misma manguera—. ¿Y se lo diste? —pregunta después, retirando los calcetines blancos que se encuentran empapados.

—No tengo tu número.

«Por supuesto que no lo tiene», se regaña Taehyung mentalmente. ¿Por qué lo tendría?

—Oh, verdad —murmura el castaño, sacando su móvil del bolsillo de su bermuda color crema—. ¿Tienes tu móvil ahí? Podrías darme su número.

Jungkook camina hasta el primer escalón de la entrada de su casa, donde su móvil descansa al costado de Puck. Al voltear, Taehyung baja rápidamente su móvil. Arruga sus cejas, un poco confundido, pero lo deja pasar.

—¿Para qué querrá mi número? —pregunta Taehyung, a pesar de saber para qué—. ¿Te comentó algo?

El pelinegro le tiende su móvil con el número de Kyungsoo y Taehyung lo toma rápidamente, porque una muy brillante idea nace en su cerebro.

¡Ay!, es un completo genio.

—No lo sé —murmura Jungkook, desviando la mirada a Puck, quien ladra a la espera de que lancen su pelota de vuelta—. Pero se veía bastante interesado en ti.

La cuenta atrás de veinte | JJK & KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora