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Tn Carrow

"Si alguien se llega a enterar de nuestro trato, te juro que haré sufrir a esa mocosa que tanto quieres."

P.

Quemé la carta, las cenizas salieron volando por la ventana llevándose con él viento la amargura de esas letras.

Llegué a la Mansión Riddle hace rato, todos estaban dormidos así que mañana tendré que ver cómo dar una excusa por mi ausencia en todo el día.

Dejar someter por Patrick ha sido mi calvario desde que nací. La mayoría no entendería el miedo que le tengo solo que ahora no temo por mi sino por Delphini, Marvolo y Mattheo.

No quiero que les haga nada malo.

Escucho los toques en la puerta así que me levanto y la abro.

—Se que es tarde pero te vi llegar y te notabas un poco distante y ajena.— el señor Riddle está parado en el pasillo.

—Lo siento, tuve un día muy ocupado, viendo unas cosas en el ministerio pero le prometo que mañana repongo mi falta de hoy.— intenté sonar calmada y relajada.

—Tranquila, si no te sientes bien puedes descansar, los chicos ya mañana regresan a Hogwarts y Delphini va a estar mañana con Derek.

—Estoy bien, Tom. Un poco cansada, fui al cementerio y siempre me agotó al ir, mis energías se agotan...

—Estas pálida,— él acaricia mi mejilla con cuidado— ven a tomarte algo.

Tom me carga en sus brazos lo que me toma por sorpresa.

—Puedo caminar.— dije riendo.

—Me gusta más tenerte en mis brazos.

Me agarré de su cuello con cuidado y con mis dedos.

Tom baja las escaleras conmigo en sus brazos hasta llegar a la cocina dejándome sentada en el mesón de la cocina.

—He estado pensando y creo que debería colocar algunos mortifagos custodiando a sus hijos, lo digo debido a cuando se incendió la mansión. No sé sabe si fue intencional o no.

Tom parece considerarlo ya que asiente con una mueca en sus labios.

—Tienes razón mañana veré eso, gracias.

—¿Que estás preparando?— fruncí el ceño.

—No sé, según un té instantáneo pero creo que esto no es té.

Me levanté y me paré a su lado.

—No, eso es orégano.— Tom suelta un pequeño "ah".

—Con razón. Ten agua fría.

Bebí el agua que me dió y me quedé observando sus ojos, de noche el azul de sus ojos se veia mas intenso, más hipnotizantes.

—Soy hermoso, lo sé. Para la próxima me tomo una foto y te la doy no vaya a ser que me gastes.

Le lancé una cucharilla en el pecho.

—Hoy andas como agresiva, te voy a denunciar por maltrato.

—¿Maltrato animal?

—¿Me acabas de llamar animal?— Tom se lleva la mano al pecho ofendido.

Me siento tan culpable por mentirle.

—Tengo hambre, vamos a comer... a fuera. Sin hijos, que satisfacción.

—Eso es cruel, y estoy en pijama.— me señalé a mi misma.

—¿Y que? Vamos, algún día morirás de una explosión en el cerebro.

—No creo que sea posible una explosión en el cerebro.— Tom me cargó como un costal de papas y empezó a caminar hacia la salida.

—Todo es posible.

Creo que se me va a ir la sangre a los ojos, pongo mis manos en la espalda de Tom para inclinarme un poco.

—Se caminar.

—Lo dudo.

.........

Tom pidió unas hamburguesas y unos refrescos, estamos sentados en un parque comiendo lo que él compró.

Le doy un mordisco a la hamburguesa de Tom.

—Si están sabrosas.— admito luego de tragar.

—Te lo dije, siempre tengo la razón... Estás pálida.

—¿Yo?— creo que lo estoy porque me siento mareada.

Él se acerca a mi y me sostiene en sus brazos.

Siento como mi cabeza de vueltas haciéndome perder la consciencia, quedando todo en un color negro.
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Siento como mi cabeza de vueltas haciéndome perder la consciencia, quedando todo en un color negro

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