-Señorita Carrow, usted es lo que mis hijos necesitan.
-¿Y usted me necesita, señor Riddle?
-La respuesta siempre ha sido muy clara.
~Un hombre controlador y que todo siempre lo tiene planeado, estando un paso adelante de todos.~
~Una mujer que quie...
A Tn ya le dieron de alta y está descansando en la casa escuchando las anécdotas de los chicos.
Me quité el saco de mi traje y lo dejé en la silla, con calma agarré el balde de agua caliente y se lo eché a Patrick.
—Es hora de despertar, bella durmiente.— Patrick se sacude entre las ataduras— lo que me faltaba, acabas de mojar mi traje favorito.
—Te exijo que me sueltes.— ladra colérico.
—No dijiste por favor así que no.— sonreí con sarcasmo.
—Apenas salga de aquí te destruiré.— me cubrí la frente con mi mano fingiendo un susto.
—Oh, no, mira como tiemblo. Iré llamando para que acomoden la mejor tumba para mí.— me senté frente a él con un cuchillo en mi mano— Curiosamente me causa mas satisfacción matar a las personas de una forma "muggle" por asi decirlo. Se siente mejor la adrenalina.
—No podrás matarme, Riddle.
—¿Quien dijo que te voy a matar?— pase la hojilla afilada por su sien— Se que se me notan las ganas de matarte, pero creí que mis intenciones no se notaría si te encierro en un sótano lleno de armas, ácidos, pociones, una serpiente de un metro y un Basilisco. Creí que lo notarias como un hotel cinco estrellas.
Patrick se queda callado y yo saco mi mejor sonrisa.
Le corté un dedo y se lo metí en sal.
Patrick reprime un grito, las gotas de sudor empiezan a bajar por su frente.
—¿Crees que servirá para poner anillos? No, yo creo que no.
Lancé el dedo hacia la boca de Nagini quien lo recibió rápidamente.
Mojé un paño con cloro y se lo metí a la boca sellando con una cuerda. Paz y tranquilidad.
Le inyecte a Patrick una poción para que no se muera tan rápido, quiero diversión no aburrimiento.
Mi varita no va a ser necesaria para lo que quiero hacer. Con el cuchillo hice un corte profundo por la clavícula dejando a la vista el hueso y con unas pinzas le rompí por la mitad. Patrick suelta un grito que es aguantado por el paño. El esfuerzo del grito solo hace que la presión en el paño suelte cloro.
Empiezo a ver la sangre empezar a brotar, una sonrisa satisfecha se asoma en mi rostro.
Al azar elijo un destornillador. Lo utilizo para abrirle una herida en el esternón.
Tarareo lo primero que se me ocurre.
Agarre un martillo y empecé a golpear las rodillas de Patrick. Sus quejidos ahogados eran música para mis oídos. Con el mismo cuchillo abro sus rodillas y presiono con mis dedos los huesos rotos y los tendones moviendo cada uno de su lugar.
Le quité el paño de la boca a Patrick.
—¿Algo que decir?
—Pudrete.
—Nada que decirte.
Con la pinza agarre su lengua y la corté con una navaja como si fuera un pedazo de carne.
La lengua se la lancé a cualquiera de las dos bestias que están detrás de mi.
Con un hacha le corté el brazo a Patrick. Él grito tan fuerte como pudo, menos mal que el sótano tiene un hechizo insonoro porque sino van a pensar que estoy matando a alguien.
Ya hay un enorme charco de sangre en el suelo, lastima que ya se va a acabar todo.
Le abrí el estómago tal como él le hizo a su madre, lo apuñalé varias veces así como él le hizo a mi Tn.
Con la punta de un sacacorchos se la hundí en la sien.
Como un maniático empecé a clavar el cuchillo en su entrepierna como diez veces.
Agarré el ácido y se lo tiré en la cara. Le quité la intravenosa que lo mantenía vivo y lo observé agonizar.
Su sangre salía como el grifo del agua. Me senté a fumar un cigarrillo admirando la cena.
—Todo suyo.— le dije a Nagini y Chuy, es el nombre más ridículo para un Basilisco. No sé en qué estaba pensando cuando dejé que dos niños de cinco años lo nombraran así.
Las dos serpientes se deslizan rápidamente y empieza a comerse el cuerpo de Patrick.
Le di una calada a mi cigarrillo con tranquilidad. Él ya no estará para seguirla atormentando, será un recuerdo que yo me voy a encargar de que ella pueda superarlo. . . . . . . . .
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