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Tom Riddle

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No me importa mi alrededor, solo soltarla y sacarla de aquí.

Ella me ve y su rostro se contrae por el miedo a la vez que niega, su dedo señala hacia una esquina que no me es visible.

Me pego a la pared y observo por el rabillo del ojo, Patrick está sentado en una esquina fumando un cigarrillo.

Saqué mi varita y le apunté—Desmayo.— él cae en el suelo inconsciente.

Corrí hacia Tn y la desate. Ella se aferró a mi temblando.

—Odiame después, por favor sácame de aquí...— la cargué entre mis brazos y la llevé a San Mungo.

Al aparecer en el hospital, unos sanadores se llevaron a Tn en una camilla, ella estaba prácticamente inconsciente, con sangre en su ropa. Pienso lo peor.

Mandé a dos mortifagos para que se llevaran a Patrick al sótano.

Les mandé un mensaje a mis hijos y seguí sentado esperando noticias.
Sueno los huesos de mis manos a medida que pasaban los minutos, hago el intento de distraerme mirando los azulejos de las paredes pero solo me da más ansiedad.

Los minutos se sienten eternos y solo han pasado quince minutos.

—¿Es familiar de la mujer?— me pregunta una de las sanadoras que se llevó a Tn.

—Si, es mi...esposa.— mentira piadosa.

—Le hicimos unos exámenes, los resultados indicaron abuso sexual y anemia. Venga conmigo.— la seguí sin oponerme. Me llevó hasta una habitación donde Tn está comiendo gelatina.

La mujer nos dejó solos, no tengo ningún derecho de hablar primero, yo la trate mal y acepto si ella quiere hacerlo.

—Hola...— ella me saluda con voz titubeante.

—Lo siento, puedes insultarme si quieres.— admití en voz baja.

—Tu eres el que está enojado conmigo.

—Por imbécil, debí escucharte, si lo hubiera hecho no estarías así.

—Yo debí decirte la verdad... Solo que no quería que Patrick le pudiera hacer algo a tus hijos.

—¿Por eso me dijiste de colocar mortifagos cuidando a los chicos?— ella asintió— ¿Que te hizo Patrick?

—¿Antes o ahora?— esa respuesta me duele por ella, por su sufrimiento y que por mi estupidez no lo pude detener.

—Ahora.

—Abuso de mi, me golpeó, me hizo ver cómo mataba a una mujer embarazada— poción multijugos... Ella se seca las lágrimas y sigue hablando.— lo normal...

—No es normal,— me senté junto a ella y tomé su mano —no está bien que sufras.

—Y eso que no viste mi infancia.— Tn ríe con dolor.

Estoy apunto de responder pero aparece un hombre vestido de sanador.

—Mi paciente favorita.— enarque una ceja y lo detallé con la mirada.— ¿Del 1 al 10?

—8.— Tn responde, se acomoda en la camilla— Tengo un hechizo de protección pero duele demasiado.

—Entiendo— me siento fuera de lugar en la conversación así que decido salirme de la habitación y dejarlos solos.

Mis tres hijos aparecen en la recepción.

Tn Carrow

Tom salió de la habitación sin decir ni una palabra. ¿Dije algo mal?

—¿Que pasa, Tn?

—No lo sé... Creo que tuve un aborto.— Henry asintió, levantó mi camisa y aplicó un gel en mi vientre. Pasó el monitor en círculos.

—Pues déjame informarte que aquí está el bebé.— Henry señaló la pantalla.— Escuchemos el corazón.

Sonreí para mis adentros, alegre de que mi bebé sigue ahí.

La habitación se abre de golpe y entran Marvolo, Mattheo y Delphini. Los tres prácticamente se lanzan hacia mi en un abrazo.

—No puedo respirar.— dije ahogada. Los tres de alejan apenados.

—Que chistosita haciéndote la muertita.— Marvolo se cruza de brazos. Que lindo, le preocupo, en el fondo pero le preocupo.

—Nos hiciste pasar un susto enorme.— Mattheo sonríe contento y con los ojos brillosos.

—No me dejes, mami.— Delphini me abrazó.

—Jamás los voy a dejar, seré su tormento.

Henry aprovechó el espacio que ellos dieron y volvió a pasar el monitor en mi vientre. Unos sonidos seguidos empezaron a escucharse a través de la pantalla.

—Hay un corazón sano, todo está bien. Los dejaré solos.— Henry salió de la habitación.

—¿Quien te embarazó?— pregunta Marvolo confundido.

—Pasapalabra.— sonreí nerviosa.

Tom Riddle

Firmé todos los papeles y pagué los gastos del hospital. Me quedé afuera para no incomodar a Tn, no tengo derecho a estar ahí así que dejo que mis hijos estén con ella.

Me tomo un café que venden en el hospital que no sabe bien, pero para no tener nada está bueno.

Me alegraba que estuviera viva, es como si mi alma volviera en si y todo volviera a ser como antes. Solo que nada es igual.

Lo más probable es que ella me odie por no dejarla explicarse y yo no tengo derecho de volver a su vida.

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