Bajo a mi habitación y Portia ya está allí, esperándome. Al parecer lleva un buen buscándome por toda la planta porque ya llegamos tarde. Cuando le digo que estaba en el tejado me regaña y me dice que no debería haber estado escondiéndome por ahí, y mucho menos la mañana antes de los juegos. Al parecer, los intentos de fuga, a pesar de ser imposibles si son casuales y complican mucho las cosas.Portia me tira una camisa y unos pantalones sin mucha delicadeza porque todavía sigue enfadada conmigo. Tal vez debería pedirle disculpas, pero no me siento con ganas. Me visto lo más deprisa que puedo y Portia me empuja para subir otra vez al tejado, donde nos recogerá un aerodeslizador. No creo que haya llegado este todavía porque no hace ni diez minutos que he bajado y no he visto a ninguno acercándose a lo lejos. Estoy equivocado, nada más abrir la puerta de la terraza una corriente de aire me golpea y se me revuelve el pelo. El enorme armatoste ya nos está esperando y creo que no puedo ni imaginarme la enorme velocidad de estos trastos, se desplazan mucho más rápido que el tren.Me agarro a una escalera de mano que nos bajan e intento no caerme, lo que no es difícil, ya que hay una extraña corriente de aire que me absorbe desde arriba. Nada más llegar, se me acerca un hombre de pelo verde que lleva una bata blanca y me sonríe con amabilidad, pero la jeringuilla que lleva en la mano hace que me sienta intranquilo.-Es tu dispositivo de seguimiento, Peeta. Estate quieto mientras te lo coloco.-Me explica.De verdad intento no moverme, pero por instinto, aparto el brazo cuando la aguja me roza la piel y acabo sintiendo un dolor agudo e intenso en el antebrazo. Me retira la inyección y empieza a manar algo de sangre.-Te dije que te estuvieras quieto.-Dice el hombre mientras me aplica una pomada y me venda la herida. Todavía duele. Esto hace que me acuerde de mis manos y me retiro las vendas. Descubro con sorpresa que están totalmente curadas. En casa, si se te infecta una herida como esta, puedes llegar a morir si no tienes dinero para pagar al médico.Le doy los vendajes sucios a un chico avox para que se deshaga de ellos, ya que el hombre de pelo verde ha desaparecido. Nos llevan a una sala donde han servido el desayuno y Portia se sienta a mi lado para comer, aunque todavía no me habla. Después de estar dando vueltas a un tazón de chocolate caliente durante diez minutos, todavía no tengo apetito e intuyo que si como algo voy a vomitar, así que me dedico a mirar a Portia que bebe café con mucha azúcar. Ella me cae bien y creo que no quiero que ella siga enfadada conmigo cuando yo muera.-Siento lo de antes.-Murmuro al fin.Ella remueve un rato su café antes de dignarse a mirarme y con una sonrisita me dice:-Tranquilo, entiendo que estás sometido a mucha presión, pero si hubiésemos llegado tarde nos habríamos metido los dos en un problema.-No tenía intención de esconderme.-Confieso.-Es que en la habitación me sentía atrapado, necesitaba reflexionar.Portia asiente y creo que va a decir algo cuando el aerodeslizador aterriza y tenemos que salir para que el mismo avox que se llevó mis vendas nos conduzca hasta la cámara donde me darán los últimos retoques. En casa llamamos a este lugar el corral, el sitio donde guardan los animales antes de llevarlos al matadero.Allí me ducho y en cuanto salgo Portia me tiende la ropa que tendré que llevar en el estadio: camiseta verde claro, una fina chaqueta negra y unos pantalones rojizos en los que seguro que no se distingue la sangre seca que siempre queda adherida después de matar un tributo. Por últimos, me pongo unas cómodas botas que se me ajustan perfectamente al pie. Me pregunto cómo harán en el Capitolio para saber con tanta exactitud la talla que tenemos cada uno.-Tengo algo para ti-Me confiesa Portia mientras saca algo del bolso.Al principio creo que es una de las piedras preciosas naranjas que adornaban el vestido de Katniss la otra noche, pero cuando Portia me lo da el objeto, veo que no es otra cosa que mi antigua canica, la que llevaba siempre en el bolsillo. Con tanto ajetreo confieso que me había olvidado de ella.Antes no la había reconocido porque está muy cambiada. Ya no es la tosca bola de madera que era antes, ahora la han limado y es perfectamente redonda, han desaparecido las imperfecciones de antes. También la han dado una nueva capa de pintura, por lo que está mucho más limpia, y aunque han respetado el color naranja atardecer, cosa que me alegra, sí que la han recubierto con una capa de barniz reluciente que hace que suelte destellos brillantes cuando la da el sol. Pero lo que más me sorprende es que sobre la superficie de madera han tallado mi dibujo, la imagen de Katniss con el diente de león, con tanta exactitud que hasta se puede distinguir la alegría y la esperanza en su rostro que tanto me costó plasmar en la copia de papel.-¿Te gusta?-Pregunta Portia entusiasmada.¿Me gusta? No lo sé. Supuestamente la llevaba para acordarme de mi distrito, pero algo tan bello no me recuerda a casa. Sus brillos son hipnotizantes y me quedo embobado mirando la imagen de Katniss, están todos los detalles que tenía el boceto original. La verdad es que Portia me ha dado lo que quería, tener mi amuleto de la suerte, algo que me recuerda a aquel día bajo la lluvia y una imagen suya para mirar cuando me siente perdido...Todo mi mundo ha girado siempre en torno a Katniss, desde aquel día que la vi con cinco años en el patio del colegio quedé perdido para el resto de mi vida.-Sí, me gusta.-Contesto al fin.-Gracias.-Guárdatelo bien, no vaya a ser que lo pierdas.La hago caso y me meto la bolita en el bolsillo del pantalón.-Deberías comer algo.-Sugiere Portia.-A saber cuándo vas a volver a tener la oportunidad de llenarte el estómago.La hago caso y empiezo a roer un panecillo. No tengo nada de hambre ni ganas de comer, pero así al menos me mantengo ocupado en el algo y disminuye algo mi ansiedad. No tengo nada pensado para cuando empiecen los juegos. Tal vez debería aliarme con Katniss y así la protejo, pero sobre todo después de la discusión de anoche no creo que quiera saber nada de mi, es muy probable que me mate antes de que me de tiempo a explicarme.-¿Tienes pensada alguna estrategia?-Me pregunta Portia. Es como si hubiese adivinado justo lo que estaba pensando.-Supongo que buscar agua y huir de los demás.-Contesto no muy seguro. No quiero preocupar a Portia con mis dudas pero la estrategia de Haymitch no me conviene para nada, puede que sea buena para sobrevivir, pero no para salva a nadie. Pienso que tal vez podría intentar proteger a Katniss desde las sombras, pero descarto la idea en seguida, ella es una cazadora experta y se daría cuenta en seguida de que alguien la está siguiendo y o me mataría o conseguiría que la perdiese la pista.-Pues si vas a ir por tu cuenta, ten cuidado, a los profesionales les gusta cazar a solitarios. Es una pena, con tu 8 en el entrenamiento creo que habrías podido unirte a ellos.Portia lo ha dicho despreocupadamente, pero sus palabras me hacen pensar y me ayudan más de lo que ella pensaba. Cuando una voz femenina anuncia que es el momento de prepararnos para el lanzamiento, ya tengo una estrategia formada. Vale que no es muy buena y de que tengo grandes posibilidades de morir, pero algo es algo.Me acerco a una plataforma redonda y el miedo lucha por invadirme, pero no puedo permitirlo, así que respiro hondo y me intento tranquilizar. Portia me da la mano para ofrecerme apoyo y yo la abrazo porque será la última vez que la vea y me ha ayudado mucho, la echaré de menos. Esta vez huele a canela, olor que me recuerda a casa y a los abrazos que me daba mi madre cuando era muy pequeño. Cuando nos separemos me siento mucho mejor y algo más calmado, aunque todavía estoy inquieto. Veo que Portia está a punto de llorar así que me meto corriendo el la plataforma para no verla, porque si ella llora creo que tengo peligro de imitarla. Un cilindro de cristal me rodea y antes de que la plataforma se eleve miro a Portia por última vez y esta me desea suerte a través del cristal.El cilindro sube durante unos interminables quince segundos y al llegar a la superficie, la brillante luz del sol me ciega y cierro los ojos con fuerza. Un viento fuerte me zarandea y aunque no estoy muy seguro, creo oler a pino.Desde no sé muy bien donde, me llega la voz del presentador de los juegos, Claudius Templesmith, que grita con entusiasmo:-Damas y caballeros, ¡qué empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!
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ASI lo ve petta desde su punto de vista de los juegos del hambre
RandomY por aqui aleta Llega el cebador Capítulo de Los Juegos del Hambre Desde el Punto de Vista de Peeta, espero Que Lo disfrutéis Y Que os guste Mucho