Capitulo 30

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Los profesionales están a unos 20 metros de mi, en el lado opuesto del claro en el que nos encontramos. Por suerte, me he dado cuenta pronto de su llegada, eso me da ventaja. Salgo de la protección que me aportan los árboles y me coloco encima de un montículo, para resultar más visible. Los profesionales no tardan en darse cuenta de que estoy allí, pero el hecho de que no me mueva les ha pillado por sorpresa.
Sólo uno de ellos reacciona, el chico alto y fuerte del distrito 2, que corre hacia mí con un cuchillo en alto. Agarro mi propio cuchillo fuertemente con la mano. Es una suerte que lo haya conseguido.
Cuando está lo suficientemente cerca, respiro hondo y corro hacia él. Espero que no note el miedo que siento, es probable que esté a punto de morir y lo que voy a hacer es muy arriesgado. Choco contra él y los dos nos enzarzamos en una pelea. Rodamos por el suelo. Recuerdo todas las veces que luchaba en el distrito 12. Este chico es grande, y aunque he ganado a algunos mayores que él, ellos no tenían un arma ni estaban entrenados desde pequeños.
Intento mantener apartado el cuchillo que sostiene el profesional de cualquier parte de mi cuerpo y dar algún golpe con el mío. Consigo que este se hunda en alguna parte del cuerpo de mi contrincante, creo que en la pierna. A pesar de que no he conseguido clavarlo muy hondo, gime de dolor y consigue azotarme un puñetazo en la cara. Noto que la boca se me llena de sangre y me repugna su sabor metálico. Creo que me ha arrancado un diente. Una arcada hace que me escupa encima mio y sobre el profesional una mezcla de sangre y saliva. Este suelta un grito de rabia y me pega otro puñetazo, esta vez en la mejilla.
Sigo manteniendo alejada la mano con la que sujeta el cuchillo, pero él es más fuerte y yo no voy a durar mucho más. Intento una maniobra arriesgada, le pego una patada con todas mis fuerzas y ruedo para colocarme encima de él. Le he pillado por sorpresa y en un momento de vacilación suya, le agarro la muñeca derecha y le retuerzo el brazo con toda la fuerza que me queda hasta que suelta el cuchillo, lanzo lejos con una patada. Le coloco mi arma en la garganta, presionando el filo contra su piel. Busco miedo o desesperación es sus ojos, pero lo único que encuentro es autosuficiencia y una sonrisa ladeada. Cuando me doy cuenta de lo que está pasando, es demasiado tarde.
El profesional ha sacado otro cuchillo de su cinturón y lo dirige hacia mí. Mierda, no había pensado en que probablemente tendría armas de repuesto escondidas. En un intento de esquivarle, me tiro desesperadamente al suelo y me golpeo la cabeza con una piedra, que me deja ligeramente atontado haciendo que pierda mi oportunidad de huir. Ahora es él otro chico el que se coloca encima mía, apretándome los costados con las rodillas y eliminando cualquier ocasión de huir. Hemos intercambiado lugares. Todavía conservo mi cuchillo, pero el profesional tiene mis dos manos apresadas contra el suelo, no puedo moverme.
Siento que mi hora se acerca, pero no me resigno y antes de que el otro recupere el aliento, empiezo a hablar:
-No puedes matarme, soy vuestra única posibilidad de encontrarla.-Veo que él me sigue mirando con rabia, aunque creo distinguir algo de curiosidad y todavía no me ha atestado el golpe letal, así que tal vez tenga una oportunidad.-A la chica de mi distrito me refiero, la del 12. Sacó un once en el entrenamiento, no os podéis imaginar lo que sabe hacer, os supera con creces a cualquiera de vosotros.-Veo que el chico se cabrea pero no me asusto y sigo hablando rápidamente.-Yo la conozco, sé donde se enconde y sé sus puntos débiles. Si me matas, no tendrás ninguna posibilidad de ganar en los juegos.
Acabo mi discurso y cojo aire, he hablado tan rápido que casi me ahogo. Ya he jugado todas mis cartas, ahora todo se reduce a dos opciones, o vivo o muero. Veo una huella de vacilación en el rostro del chico del distrito 2, que todavía está encima de mí, pero sé que que no le he convencido del todo.
-Deja que se quede. ¿Qué más da, Cato? A lo mejor se está tirando un farol, pero es verdad que conoce bien a la chica de su distrito, todos hemos visto lo bien que se llevan. Si no, pues le matamos y ya está.-Oigo que dice una voz femenina a mi derecha.
Me resulta extraño que hablen de mi muerte con tanta indiferencia aunque no me sorprende, he visto demasiados juegos en la tele. Giro mi cabeza hacia ella y veo que no está sola, el resto de los profesionales nos están mirando. Comprendo que nunca he tenido ninguna posibilidad de ganar, ellos han estado ahí desde el principio, dispuestos a intervenir si la lucha se ponía fea.
Cato parece estar cavilando las dos opciones y finalmente, con un gruñido insatisfecho, se quita de encima mío y me deja libre. Me levanto tambaleante con todos los músculos doloridos e intento conservar algo de dignidad poniéndome derecho, como me enseñó Effie, pero no sirven de nada mis intentos, porque Cato me coge del cuello de la chaqueta, haciendo que me no pueda respirar y me advierte con un susurro espeluznante:
-Como nos la hayas jugado, con que hagas cualquier cosa sospechosa, te juro que yo mismo te clavaré mi propia espada y te proporcionaré una muerte lenta y dolorosa.
Después, me suelta como un gañapo y me desplomo de nuevo en el suelo. Una mano me agarra del brazo y me ayuda a levantarme. Es la chica rubia y guapa del distrito 1, sus ojos azules me escudriñan con curiosidad.
-Soy Glimmer.-Se presenta ella.-Peta ¿no?
-Peeta corrijo yo.No me gusta que la gente pronuncie mal mi nombre.
Echo un ojo al resto de profesionales que nos rodean. Cato se ha adelantado y está alejado de nosotros, pero los demás siguen aquí. Son todos profesionales, los del distrito 1, Glimmer. Del 2 están Cato y la chica que reconoce que me arrojó el cuchillo en la Cornucopia. Se presenta como Clove y parece tan amable como su compañero de distrito. Del 4 solo está la chica. Ella es la que ha hablado antes. Sé que no intentaba defenderme ni salvarme la vida, pero aún así se lo agradezco. Ella se llama Kaitylin. Su rasgo más característico son sus ojos verdes, anormalmente grandes y penetrantes. Antes de poder fijarme en más cosas, Cato nos apremia y tenemos que ponernos en marcha. Me pregunto donde estarán los dos profesionales que faltan, el chico del 1 y el del 4. Supongo que estarán vigilando las provisiones, es poco probable que hayan muerto.
Mi tobillo herido me impide andar rápido, pero nadie se preocupa, así que recojo otro palo del suelo, el otro lo he perdido antes de la pelea, y aprieto los dientes para aguantar el dolor y poder seguir su ritmo. No he bebido nada desde que llegamos y siento la boca seca pero nadie me ofrece agua y no me atrevo a pedirla, y cuando la pido, me dicen que me espere ya que no tardaremos mucho más en llegar. Esto no va a ser nada divertido, pienso amargamente.

No nos cruzamos con ningún otro tributo y llegamos a la Cornucopia sin contratiempos. Allí los profesionales han montado una especie de campamento improvisado y tienen todas las provisiones repartidas por ahí. El chico del distrito 1 está allí, vigilando. El del 4 no está, así que supongo que está muerto. El del 1 me mira con cara de bobo inexpresiva y deduzco que no tiene muchas luces, su única virtud parece la fuerza. Tienen que explicarle por qué me he unido al grupo y cuando acaban, me dice que se llama Marvel.
Encienden una hoguera en un momento, ya que tienen cerillas y yesca, y nos sentamos alrededor del fuego. Por la posición del sol deduzco que faltan unas tres horas para que se ponga el sol. Por fin puedo beber agua de uno de los grandes bidones que tienen aquí y como un par de tiras de cecina, un poco de queso y un plátano. Aquí hay comida y bebida y armas, suficientes para parar un tren, esa es la razón por la que los profesionales suelen ser los ganadores, nunca les falta de nada. Aprovecho también para lavarme la sangre seca de la cara.
Cuando acabamos de comer, me vuelvo a mirar las heridas. La del brazo por fin ha dejado de sangrar pero tiene mala pinta. Cojo un botiquín de la pila de provisiones y limpio la herida mientras los demás trabajan para mejorar el refugio añadiendo unas lonas impermeables que nos cubran la cabeza. Echo alcohol sobre un algodón y me lo restriego por el corte. Escuece mucho y suelto un pequeño gemido.
-Trae, déjame a mí.-Dice la chica del distrito 4, Kaitylin, que se ha acercado a mí sin que yo me diese cuenta.
Me quita el botiquín de la mano y limpia la herida sin mucha delicadeza.
-Seguro que ha sido Clove, la chica tiene mano con los cuchillos.-Me mira con sus penetrantes ojos esperando una respuesta pero me encojo de hombros porque no sé realmente quién fue.-Bueno, es igual. Solo con vendarte la herida no bastará, habrá que darte puntos.
Coge del botiquín aguja e hilo y procede a coserme la herida. Ahora tengo ocasión de observarla mejor. Tiene la piel muy blanca, pero no parece un color natural, es más bien enfermizo, como el de los cadáveres. Sus enormes ojos verdes están marcados por unas profundas ojeras negras. La verdad es que esta chica parece que esté enferma. Baja la cabeza hacia la herida y siento el primer pinchazo. Ahora el pelo le tapa la cara, aunque lacio y sin brillo, es de un bonito color miel, como la que usábamos en casa para cubrir las tartas. Siento más pinchazos alrededor de la herida. Duelen, pero fue peor cuando el cuchillo se me clavó en la piel.
Cuando acaba de darme los puntos, me venda la herida con blancas y suaves vendas de algodón.
-Gracias Kaitylin.-Susurro y le dedico una sonrisa amable.
Ella parece sorprendida, pero sacude la cabeza y me levanta la pernera del pantalón secamente para mirarme el tobillo, que está aún más hinchado que antes. Me echa un spray que huele muy fuerte a menta y también me lo venda rápidamente. Luego se aleja rápidamente antes de que pueda darle las gracias otra vez.

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Hola espero y les haya gustado estos 10 capítulos seguidos que publique ♥♥♥♥♥



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⏰ Última actualización: Jul 15, 2015 ⏰

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