Cuando me despierto y me despejo me asalta un único pensamiento que me llena de terror, hoy es el día de la cosecha. No dejo que eso me afecte y me dirijo a la cocina. Mi padre ya está allí horneando pan a pesar de que todavía no ha amanecido. Me dirige una mirada cargada de pena y yo le sonrío intentando parecer despreocupado. Mis hermanos no se han levantado todavía. Imagino que mi padre les habrá dejado dormir un poco más, por ser hoy. En cuanto a mi madre, supongo que también estará durmiendo. La mayoría de los habitantes del distrito 12, los mineros que trabajan en nuestros yacimientos de carbón, solo por hoy dormirán hasta que empiece la cosecha. Por desgracia, mi familia de panaderos no puede permitirse el lujo de quedarse un día sin trabajar. Me obligo a mi mismo a comerme un trozo de pan de ayer, que se ha quedado duro, a pesar de que tengo el estómago cerrado.
Me fijo en que ya está amaneciendo y entonces alguien llama a nuestra puerta de atrás. Mi padre se dirige a abrir y entreveo quién ha llamado a estas horas. Es un chico de la Veta, la parte pobre de nuestro distrito. Es alto y tiene el pelo moreno y los ojos grises, característico de la parte en la que vive. Es bastante diferente a mi, que soy rubio y tengo los ojos azules. Le enseña a mi padre una ardilla muerta, y recuerdo que es una de las pocas personas que cazan ilegalmente en los bosques que rodean nuestro distrito. Después de regatear un poco acuerdan en intercambiar la ardilla por una de las barras de pan acaban de salir del horno. No es un trato muy bueno, pero supongo que mi padre se siente sentimental esta mañana, al fin y al cabo el chico de la Veta también tiene que ir a la cosecha, al igual que todos los niños de 12 a 18 años. Entonces recuerdo su nombre, creo que se llama Gale, mi amiga Delly siempre está hablando de él. Se despide de mi padre con una sonrisa que probablemente habría hecho derretirse a muchas chicas y yo me pongo a trabajar.
Mi tarea consiste en decorar los pasteles que vendemos y que exponemos en el escaparate, al menos el trabajo hará que me olvide de los problemas. A lo largo de la mañana se levantan mis hermanos y mi madre pero yo apenas me fijo, concentrado como estoy glaseando un pastel de limón. Puede que hoy no haya mucha gente que compre pan, pero bastantes familias comprarán alguna tarta esta tarde para celebrar que sus hijos no han sido elegidos. Sin embargo, habrá dos familias que no tengan ninguna gana de celebraciones.
Sin darme cuenta, se pasa la mañana y nos sentamos todos en la mesa para comer la ardilla que mi padre ha conseguido esta mañana, más pan duro y algo de tarta que se ha quedado rancia. Normalmente en mi familia somos bastante habladores, pero hoy la estamos extrañamente silenciosos. Mi hermano Liam, el más mayor de los tres está extento de la cosecha, ya que es mayor de edad. Sin embargo, mi otro hermano, Josh, aun está en edad de entrar en el sorteo. Veo que apenas come y lleva toda la mañana blanco como la leche. Supongo que se siente igual que yo y eso me hace sentir un poco mejor, aunque no mucho. Al menos ninguno de los dos tiene teselas, papeletas extra en el sorteo que se pueden cambiar por comida. En mi casa siempre habrá algo rancio que podamos comer para evitar morirnos de hambre, los demás no tienen tanta suerte.
Cuando terminamos de comer, nos ponemos nuestras mejores ropas y mi padre me peina sin demasiado cuidado. Llegamos a la plaza alrededor de la una, y aunque aún falta más de una hora, la plaza ya está llena. Ocupo mi lugar entre los demás niños, saludando sin mucho entusiasmo a un par de amigos. Mi hermano Liam y mis padres se colocan en la parte dedicada a los familiares, en una fila alrededor del perímetro. También hay otros, aquellos que no tienen familia y que se dedican a apostar por ver que desafortunado chico saldrá elegido. La plaza se va llenando cada vez más y el ambiente se vuelve claustrofóbico. Los que llegan los últimos deben quedarse en las calles adyacentes, aunque pueden ver la cosecha a través de unos enormes televisores que han colocado para este propósito. En el escenario provisional que han colocado están sentados nuestro alcalde, el señor Undersee y Effie Trinket, la acompañante del distrito 12 recién llegada del Capitolio, con su pelo rosa y su traje verde primavera. No puedo evitar fijarme en las dos enormes bolas de cristal que contienen las papeletas con nuestros nombres escritos. El reloj da las dos, y la cosecha comienza.
ESTÁS LEYENDO
ASI lo ve petta desde su punto de vista de los juegos del hambre
RandomY por aqui aleta Llega el cebador Capítulo de Los Juegos del Hambre Desde el Punto de Vista de Peeta, espero Que Lo disfrutéis Y Que os guste Mucho