Capitulo 17

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Los tres días siguientes los pasamos visitando los diferentes puestos de entrenamiento y aprendiendo todo a lo que nos da tiempo. Los vigilantes, vestidos de morado, nos observan en silencio desde las gradas que rodean el gimnasio y siento que tienen un especial interés en Katniss y en mi, muchas veces les pillo observándonos con curiosidad. Comemos todos en el comedor, los profesionales se sientan juntos y me resulta extraño verles reír alegremente como si no tuvieran que matarse entre ellos en breve. Los demás nos sentamos lo más alejado posible de ellos y la mayoría están solos. Al menos, Katniss y yo solemos estar juntos, por el consejo de Haymitch, aunque no tenemos demasiado sobre lo que hablar y siempre tenemos silencios incómodos.

Un día me fijo en los diferentes panes que hay en la cesta y me dedico a explicarle a Katniss lo que sé. Hay uno de cada distrito y los conozco todos ya en casa intentamos tener panes de todos tipos. Además del delicioso y fino pan del Capitolio, están los blancos bollitos del 3, el pan con forma de pez con algas del 4, la trenza con aceitunas del 7, la hogaza con tiras secas de carne del 10, la media luna con semillas del 11 y las delgadas galletas del distrito 12 que parecen papel y saben igual, pero no puedo evitar comerlas porque me recuerdan a casa.

Después de decir todo esto, soltamos una falsa carcajada para que todos se crean que somos amigos, a pesar de que si no hay nadie apenas nos mirarnos a la cara. A ella se la ve mucho más incómoda conmigo de lo que estoy yo con ella porque aunque a mi no me agrada esta situación, si que me gusta tener una excusa para estar con Katniss, estoy aprendiendo más cosas de ella de las que podía llegar a intuir con solo mirarla, como la historia que me cuenta sobre un oso negro con el cuál peleó por el derecho de llevarse la miel de una colmena.

El segundo día, mientras practicamos el tiro con lanza, noto que alguien nos mira. Es la pequeña niña del distrito 11, que está de puntillas mientras nos observa desde una esquina del gimnasio. No sé por qué, pero me recuerda a un pajarito a punto de echar a volar.

-Creo que tenemos una sombra-le digo a Katniss.

Esta se gira para mirar a la niña y percibo una sombra de ternura en su expresión normalmente fría.

-Se llama Rue-me contesta.-¿Qué podemos hacer?-Pregunta.

-Nada, solo hablar.

Ella asiente y se dirige despreocupadamente al siguiente puesto, aunque en ocasiones la veo mirando a la niña con la misma expresión de ternura de antes, y tal vez también haya algo de nostalgia. Creo que es porque cuando la mira se acuerda de su hermana pequeña, Prim, ya que las dos son chiquititas e inocentes.

Esa misma noche, en la cena, Haymitch y Effie están insoportables y no paran de comernos el coco con normas, instrucciones, preguntas y comentarios. Yo les aguanto como puedo, pero a mitad de la cena, Katniss se levanta y se va. Aprovecho para escabullirme detrás de ella mientras Effie comenta sus malos modales.

-Alguien debería darle una copa a Haymitch-Comento cuando nos encontramos en el pasillo.

Por un momento, me parece que ella se va a reír, pero en el último momento cambia de idea y me contesta secamente:

-No, no finjamos si no hay nadie delante

-Está bien, Katniss-Respondo. Pero no está bien. De repente me siento terriblemente triste y muy agotado, estoy cansado de esta farsa. No quiero que las únicas conversaciones que tengamos sean por obligación, no me gusta que tengamos que fingir que estamos bien juntos, porque ahora sé que ella no me soporta, o al menos, que no quiere tener nada que ver conmigo. Es muy exasperante tener que estar siempre con una sonrisa en la boca cuando de lo único que tienes ganas es de llorar. Pero a pesar de todo, voy a continuar con mi plan, seguiremos siendo los trágicos amantes del distrito 12 porque es la mejor opción que nos queda, es algo que no podemos dejar escapar, la única oportunidad que tenemos de que la suerte se vuelva a nuestro favor a pesar que esta no abandonó hace mucho tiempo a los dos.

ASI lo ve petta desde su punto de vista de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora