Capitulo 5

178 6 0
                                    

Justo después de que se marche mi padre, vienen a recogerme para conducirme a la estación de tren. Allí hay cámaras por todos lados y al verme en una pantalla me doy cuenta de que todavía tengo los ojos hinchados y manchurrones en la cara por haber llorado. Me pregunto si tal vez debería ocultarlo, aunque en seguida desecho la idea. No es que quiera parecer débil y asustado para usarlo como estrategia, sé que no funcionará, simplemente es que no encuentro ninguna buena razón para limpiarme la cara, que el público piense lo que quiera.

Miro a Katniss que está a mi lado y me sorprende ver que, por otro lado, ella está intentando parecer fuerte, se dedica a mirar al frente sin prestar atención a las cámaras e incluso parece que esté aburrida. No me creo que no le haya afectado el despedirse de su familia, ella no está hecha de piedra aunque sea lo que quiere aparentar. Sé que quiere mucho a su hermana, es un hecho innegable y por dentro lo debe de estar pasando mal.

Pasados unos minutos, entramos en el tren. Cuando arranca, la velocidad casi hace que pierda el equilibrio, aunque en seguida me recompongo. A este ritmo no tardaremos ni dos días en llegar al capitolio. El tren es enorme y muy lujoso. Cada uno tenemos nuestra propia habitación que es casi tan grande como toda nuestra casa. Haymich me conduce hasta ella y, antes de marcharse, me dice que va a echarse una siesta, así que no me queda claro lo que tengo que hacer. Finalmente decido darme una ducha. Antes de quitarme la ropa recojo la canica naranja que llevo siempre en el bolsillo del pantalón, pero mis dedos rozan otra cosa. Son los papeles arrugados que me ha dado mi padre antes de irse, me había olvidado completamente de ellos. Cuando los reconozco, lo primero que hago es enfadarme, ¿cómo se le ha ocurrido a mi padre cogerlos? Se supone que nadie los podía ver, que los tenía escondidos debajo del colchón por alguna razón. Cuando me calmo, sin embargo, siento un profundo alivio y agradecimiento. Si mi padre no me los hubiera traído, nunca más los habría vuelto a ver. Debe de haber unos veinte folios o así y son todos dibujos de ella, de Katniss, que he ido haciendo a lo largo de los años. Desdoblo con cuidado el primero de ellos. Este muestra a Katniss recogiendo el diente de león, con un brillo de alegría en los ojos. En el segundo de ellos está ella, empapada, derrumbada bajo el manzano de nuestro patio, con la cabeza escondida entre las piernas. En el tercero está riéndose, mostrando todos los dientes y con una expresión de absoluta felicidad en la cara. Este es uno de mis favoritos y creo que lo dibujé justo después de verlas a ella y a su hermana caminando por la plaza, felices, aunque desconozco la razón. En el cuarto boceto está sentada en el comedor del colegio, sola, pero no parece aburrida, tan solo mira el bosque a través de la ventana con expresión de nostalgia.

Me quedo mirando todos los dibujos que hay, aunque no soy capaz de decir lo que siento. Tal vez yo también sienta nostalgia, ya que me siento como si hubiese perdido algo, como si estuviese incompleto. Aunque en el fondo de mi corazón sé perfectamente lo que necesito para sentirme bien y eso es precisamente lo que más duele porque no encuentro manera posible de conseguirlo. Sin volver a pensar en ello, me ducho, que es un sensación extraña porque nunca había tenido agua caliente a mi disposición, aunque no me fijo demasiado porque mi mente sigue en otra parte. Después me visto con lo primero que encuentro y soy el primero en llegar al comedor, así que me dispongo a esperar.

ASI lo ve petta desde su punto de vista de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora