Capitulo 8

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Justo después de que Haymich salga del vagón, entramos en un túnel que me parece interminable pero eso solo puede significar una cosa, estamos llegando al Capitolio. Nada más abandonar el túnel la inmensa luz me ciega por un instante pero después no podemos evitar correr hacia la ventanilla del tren. Ya me imaginaba cómo sería nuestra capital por que siempre la echan por televisión pero esto es mucho más alucinante. El Capitolio es un arcoiris de colores: las calles están adosadas con paneles de colores tan brillantes que me hacen daño a los ojos, los edificios son altos y majestuosos hasta tal punto que me siento asustado porque nunca he visto nada tan inmenso. La luz diurna arranca reflejos de colores de los paneles de cristal de todas las viviendas y le dan a la ciudad un aire de cuento y de irrealidad. Pero lo mejor es la gente. Sus vestidos extraños, sus pelucas de colores chillones, sus caras modificadas quirúrgicamente. No puedo evitar pensar que es cómo si estuviésemos en otro planeta y la pintoresca gente del Capitolio son extraterrestres que nos reciben con entusiasmo. Y es que eso es precisamente lo que están haciendo. En cuanto han visto que el tren de los tributos ha llegado a la ciudad se han vuelto locos y no paran de gritar y señalarnos. Veo que Katniss se aparta de la ventana pero yo no puedo evitar sumarme al entusiasmo general y empiezo a saludar a toda esa gente extraña que me corresponden a los saludos emocionados. Cuando llegamos a la estación dejamos de ver la ciudad así que me aparto de la ventana. Miro a Katniss todavía sonriendo y veo que ella me mira asqueada. No puedo soportar esa mirada y me invento una excusa sobre la marcha:

-¿Quién sabe?-Puede que alguno de ellos sea rico.-Le digo encogiéndome de hombros para quitarle importancia al asunto. La realidad no es esa pero no puedo contarle que mi corazón todavía late emocionado por lo que acaba de pasar.

Lo que no puedo ni imaginarme es que en este momento Katniss Everdeen está repasando todas las acciones que he realizado desde que salió mi nombre en la cosecha y que acaba de llegar a la conclusión de que estoy luchando por matarla. Que equivocada está, no entiende que estoy tratando de ayudarla. No entiende nada. Pero claro, esto yo no puedo saberlo.

ASI lo ve petta desde su punto de vista de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora