CAPÍTULO 15

43 5 2
                                    

Bastian tocó la puerta de Ariadne, pero no obtuvo ninguna respuesta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bastian tocó la puerta de Ariadne, pero no obtuvo ninguna respuesta. No esperó más y la abrió, puesto que no tenía seguro. Ingresó a la habitación y la vio sentada, apoyando su cuerpo en la pared. Dejó el plato de comida en la mesa de noche y se acercó más a ella.

—¿Qué pasa? —preguntó con seriedad—, ¿por qué no has comido?

—No quiero hablar contigo —contestó ella sin mirarlo—, vete.

—¿Estás molesta? —se indignó—, ¿en serio?

—¿Qué te importa si estoy molesta? —la joven siguió viendo un punto fijo en la pared.

—Eres increíble —sonrió con sarcasmo—. Debería ser yo el que esté molesto...

—Lo he arruinado —dijo con molestia—. No entiendo por qué estás tan tranquilo tú.

Bastian no respondió porque no sabía que decir. Ella tenía razón, había arruinado la misión al dejar sus huellas, pero de alguna forma, él no la estaba culpando y no entendía por qué.

Las palabras de la joven le trajeron los recuerdos de la noche anterior en la que se dejó llevar y la besó para luego dormir abrazados como una tierna pareja de enamorados. Inhaló y exhaló con fuerza y se deshizo de sus pensamientos al ver la comida, recordando su propósito.

—Tienes que comer algo.

—¿Ahora te preocupas por mí? —ella se puso de pie para encararlo.

—Bueno, ¿qué demonios es lo que quieres?

—Que dejes de hacerme creer que te importo.

—Solo te estoy diciendo que comas, pero si no quieres, es tu problema.

—Lárgate —habló sin más y él se sintió extraño.

—No quiero irme —decidido, se sentó en la orilla de la cama—. Me quedaré aquí.

—¿Por qué eres...

Ella no pudo terminar la frase, debido a que él la jaló, sorprendiéndola.

Bastian tampoco sabía lo que hacía. Su cuerpo le pedía estar cerca a esa chica de ojos grises que lo miraba desconcertada. La atrajo hacia la cama y se quedó inmóvil hasta que vio a Ariadne acercarse a sus labios.

Un beso lento los unió. Él la abrazó por la cintura y la acercó a su cuerpo para tener más acceso a ella. Bastian sintió cómo su corazón latió cuando sus labios se movieron con pasión.

No había más que dos individuos atrapados en un beso sin fin. Bastian se dejó llevar. Ya no podía negar lo evidente, ella lo hacía sentir de esa forma desde que la vio en el estacionamiento, pero no se había dado cuenta en que momento los sentimientos habían crecido al punto de desear poseerla.

La apegó aún más a su cuerpo y se recostó en la cama para que ella estuviera encima. Ambos comenzaron a acariciarse sobre la ropa, pero luego esta los estorbó, por lo que ella se quitó la polera que la cubría. El joven de ojos azules tragó saliva al verle los senos descubiertos, pues Ariadne no llevaba sujetador.

En un movimiento rápido, intercambiaron papeles y la chica quedó acostada de espaldas en la cama, mientras él estaba sobre Ariadne, besando su cuello con pasión. Pasó su lengua por sus pechos y notó cómo ella se estremecía ante su actuar, por lo que sonrió y volvió a unir sus labios.

Bastian se detuvo solo para quitarse la parte superior de su vestimenta. Su cuerpo bien definido salió a relucir, llamando la atención de Ariadne, quien comenzó a acariciarlo sin descaro.

—¿Te gusta? —le preguntó él al oído—, ¿crees que tengo un buen cuerpo?

—Para nada —contestó ella, retirando sus manos—. He visto mejores en las películas.

—¿Has tocado alguno mejor? —susurró con una sonrisa en sus labios.

—¿Qué te importa? —le contestó y lo jaló del cuello para volver a besarlo.

Bastian sonrió ante la acción de la chica y comenzó a sentirse deseoso de más. Se quitó el broche del pantalón y lo retiró de su cuerpo, mientras seguía besando a Ariadne. Ella se mordió el labio inferior con disimulo, logrando calentar aún más la situación. 

La chica tomó una mano de Bastian y la guió hasta su pantalón, dando a entender que necesitaba deshacerse de el. El ojiazul sonrió y comenzó a hacerlo con delicadeza. Con su lengua dibujó el camino desde los senos hasta el ombligo y luego pasó a las piernas de Ariadne cuando fue retirando poco a poco la prenda.

Estando en solo ropa interior, él volvió a besarla con pasión, mientras restregaba su cuerpo con el de ella. Los jadeos no tardaron en llegar ante la fricción y el calor de su intimidad.

—Espera —dijo él, deteniéndose—. ¿Estás segura de querer hacer esto?

—¿Tú quieres?

—Ariadne, te estoy preguntando a ti —susurró contra sus labios—. Yo quiero, pero no haré nada que tú no...

—Yo quiero —dijo ella y besó sus labios—. Yo quiero hacerlo.

—No te arrepientas después.

Sus labios volvieron unirse en otro beso, cuando las últimas prendas fueron retiradas de sus cuerpos. La frase final que Bastian dijo fue en realidad para él mismo. Sabía que estaba sobrepasando los límites, pero no pudo detenerse. Separó las piernas de la chica con un toque delicado y se posicionó para entrar en ella con suavidad.

Los gemidos fueron ahogados por los besos que nunca se detuvieron. Bastian continuó moviéndose y cada vez fue más rápido, pero siempre trató de no lastimarla. Ariadne comenzó a estremecerse, dándole a entender que estaba a punto de llegar su límite.

Bastian sintió cómo su liberación estaba cerca, por lo que dio algunas embestidas más y salió del interior de la chica, justo antes de expulsar sus fluidos.

Ambos quedaron en silencio después de correrse juntos, mientras se besaban con lentitud, tratando de regular sus respiraciones. Cayeron desplomados en la cama, con sus rostros expresando sonrisas de satisfacción. Bastian besó la frente de Ariadne y luego la rodeó en un abrazo, apegándola a su cuerpo.

—Todavía tienes que comer —le susurró.

—Estoy cansada —se quejó ella y luego suspiró.

—Vamos a bañarnos y comeremos juntos.

—Tendrás que cargarme hasta la ducha.

Bastian no esperó más y se puso de pie para levantar a la joven en sus brazos hasta el interior del baño. Ella solo lo miró sorprendida y él le dio un beso más antes de dejarla en el piso de la ducha y abrir la llave para que el agua cayera sobre sus cabezas.

Con el frío de las gotas recorriendo su cuerpo, el joven se dio cuenta de lo que había pasado y pensó en que iba a arrepentirse por su debilidad. Sin embargo, al ver la sonrisa de Ariadne sintió una calidez extraordinaria que lo hizo desear estar así para siempre.

 Sin embargo, al ver la sonrisa de Ariadne sintió una calidez extraordinaria que lo hizo desear estar así para siempre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ay, a mí sí me gustó el capítulo, no sé si ustedes piensen igual.

Comenten, es gratis. 💖 

La flor de origamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora