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Estábamos esperando a Changbin que fue en búsqueda de Jeongin. Minho y Han habían aparecido minutos antes, ya que el laberinto estaba casi al lado del palacio de los espejos.

—¡Ahí están! —exclamó Han, señalando a los chicos, disfrazados de Raven y Chico Bestia.

Nos reunimos todos y mientras los demás hablaban, algo en el rabillo de mi ojo me hizo ponerme tenso. Sentí que me observaban, y cuando giré ligeramente la cabeza, lo vi. De nuevo, esa extraña persona entre las sombras. Esta vez no parecía una casualidad o alguien del parque, una punzada de miedo atravesó mi pecho. El tipo realmente me estaba asustando.

Intenté mantenerme tranquilo, pero mis ojos lo siguieron por unos segundos, analizándolo, antes de desviar la mirada al escuchar la voz de Chris que rompió el incómodo silencio en mi cabeza.

—Esto les encantará —dijo Chris, con una sonrisa.

Señaló la estructura frente a nosotros, y al verla, mi miedo no desapareció, solo se intensificó. El palacio de los espejos se alzaba con más de cinco metros de altura, y su fachada era un desfile grotesco de rostros alargados y deformes, todos gritando. Cada cara parecía estar en una especie de agonía eterna, retorcida en expresiones de desesperación, unos junto a otros. Y lo peor eran las bocas abiertas. Dentro de cada una había fragmentos de espejos que reflejaban las luces del parque, lo que hacía que las caras parecieran más vivas de lo que deberían.

Era grotesco, escalofriante, algo totalmente aterrador. Pero lo peor es que, aunque intentaba distraerme con la atracción frente a mí, no podía dejar de sentir esa presencia a lo lejos, cuando volví a mirar a la dirección de aquella persona, el ya no estaba, nuevamente había desaparecido.

 Pero lo peor es que, aunque intentaba distraerme con la atracción frente a mí, no podía dejar de sentir esa presencia a lo lejos, cuando volví a mirar a la dirección de aquella persona, el ya no estaba, nuevamente había desaparecido

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Al entrar, nos recibió un salón con espejos en lugar de paredes

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Al entrar, nos recibió un salón con espejos en lugar de paredes. La luz violeta que caía del techo parpadeaba en algunas zonas, y a veces se volvía rosa, añadiendo un toque surrealista al ambiente. El suelo estaba formado por cuadrados blancos y negros, pero estaban distorsionados de tal manera que no podías decir con certeza dónde empezaba o terminaba nada. Era como estar atrapado en una ilusión que confundían la mente.

—Toma mi mano —dijo Han a mi lado.

Todos los demás ya habían avanzado, desapareciendo entre los reflejos, mientras nosotros nos quedamos atrás tomando cada paso con cautela y mirando en todas direcciones. Aunque fuese solo un laberinto de espejos, en Halloween nada era lo que parecía.

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