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Unos minutos después escucho como la llave de la ducha se cierra, estaba viendo mi celular recostado en la cama de Felix.

—Hyunjin, voy a pedir algo para comer por sí... ¿Qué paso?

La voz de Felix hizo que se sobresaltase, dejando el teléfono a un lado. Cuando se sentó en la cama vio una imagen que no sabía que necesitaba ver alguna vez en su vida.

El menor estaba apoyado en la puerta del baño sin camisa, los brazos cruzados y la cabeza ladeada. Su mirada lo recorre de pies a cabeza; su diminuta cintura lo está volviendo loco, es tan adictivo de ver, sus manos se ajustarían perfectamente en él.

Y ese abdomen, Dios, es posible que un hombre pueda tener aquella figura...

Se golpea mentalmente; ¿cómo está pensando estas cosas sobre un hombre? ¿Qué está pasando?

—¿Hyunjin?

—Ah, sí, lo siento.— Un carraspeo sale de su garganta. —Sí, tengo un poco de hambre

Felix le sonríe y va a buscar su teléfono.

—¿Crees que algo está abierto a las tres de la mañana?

—Creo que el Mc Donalds está abierto.

—Bien.— El menor comenzó a marcar el número que vio en Internet y pidió la comida. —Gracias, buenas noches.— En media hora más o menos vendrán a dejarla.

—Está bien.

—Hyunjin, a propósito, no me dijiste por qué estás aquí.— El menor comenzo a caminar por su habitación, aún desnudo por la parte de arriba.

—Ah, preferiría no hablar de eso —le dice y Felix solo asiente.

—No te preocupes.—Felix lo mira fijamente y eso hace que se ponga nervioso por su mirada. —Hyunjin...

—Felix...—Se levanta de la cama.

—Podrias...

Hyunjin se acerca más a Felix—¿Podría?

—Darme la camiseta que está detrás de ti.

—¿Qué?— Se da la vuelta y ve la camiseta de Felix donde él hace unos segundos estaba recostado. —Oh, sí, perdón, toma.

Se la pasa, y nota una extraña sonrisa en la cara del menor, quien se aleja para cambiarse. Sin embargo, no vuelve a entrar al baño. Queda de pie frente a la puerta de la habitación dándole la espalda.

Sus ojos, sin poder evitarlo, recorren el cuerpo desnudo de Felix, las gotas que no fueron secadas cayendo por los dos hoyuelos de la espalda baja de Felix. Hace calor de repente.

La camiseta empieza a cubrir la piel del menor y, aunque lo niegue, se molesta por no seguir viéndolo.

Feliz gira su cabeza y lo descubre viéndolo como un maldito pervertido, el menor solo le sonríe y se gira completamente, quedando frente a frente. La tensión que empezaba a nacer en esa habitación era tanta que costaba respirar, se sentía drogado, totalmente alcoholizado, sin tomar ni probar alguna de las dos, tenía la sensación de estar en una montaña rusa, su corazón latía como si acabara de correr una puta maratón.

 La tensión que empezaba a nacer en esa habitación era tanta que costaba respirar, se sentía drogado, totalmente alcoholizado, sin tomar ni probar alguna de las dos, tenía la sensación de estar en una montaña rusa, su corazón latía como si acabara...

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