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—Busquemos la puerta trasera. Todos los hospitales tienen una y también salidas de emergencia —dije, avanzando con Seungmin aferrado a mi brazo.
Caminamos por el lugar, el pasillo se extendía con puertas intercaladas a ambos lados, algunas abiertas y otras cerradas con cerrojos.
Nos mantuvimos en silencio. La única luz que nos guiaba era la que se filtraba por las tablas que bloqueaban las ventanas. Doblamos una esquina y al final del pasillo encontramos lo que parecía ser el comedor. Avanzamos rápido, pero justo al pasar por una habitación de pacientes con la puerta cerrada, algo estalló dentro y ambos gritamos al unísono.
—¡Mierda, ¿qué fue eso?! —pregunté, con el corazón acelerado.
A nuestras espaldas se empezaron a oír golpes y arañazos. Seungmin se aferró aún más a mí mientras los mismos ruidos se desataban en todas las habitaciones, acompañados por llamados de auxilio.
—¡Corre! —grité, tomando a Seungmin del brazo mientras huíamos hacia la cocina. Al llegar, la escena era aún más perturbadora: el suelo estaba cubierto de cuerpos.
Llevé a Seungmin al fondo de la cocina, pasando por la zona de refrigeración, donde el hedor de comida podrida me revolvió el estómago. Finalmente, dimos con la salida trasera que tanto buscábamos, pero una reja bloqueaba el acceso.
