Cap. 17 Cuando haya terminado contigo, no quedará nada.

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Hoseok levantó la barbilla y trató de ignorar todos los oscuros sentimientos que se despertaron en el al escuchar aquellas palabras.

–Ahora me siento como si lo fuera. Supongo que ese era el plan.

Si Jungkook hubiera sido otro hombre, Hoseok podría haber descrito la expresión que se dibujó en su rostro como... perdido. Casi se atrevió a esperar que podría haber vuelto a encontrar al hombre que recordaba y que, sin duda vivía aún dentro de él.

Sin embargo, se trataba de Jungkook. No había nada perdido en él. Como para desafiarlo, Jungkook se puso de pie y Hoseok lo devoró con la mirada a pesar de sí mismo, como si su belleza masculina no tuviera nada que ver con el modo en que él lo estaba removiendo por dentro.

Como si no estuvieran conectados, cuando Hoseok sabía que la verdadera tragedia era que los dos formaban parte del mismo paquete.

Hoseok había sido virgen. Jungkook era el único hombre que lo había tocado y Hoseok no veía cómo se podía esperar que no mirara la parte del cuerpo de él que hacía poco había estado profundamente dentro de Hoseok.

Estaba aún algo erecto y era tan grande que Hoseok sintió que abría los ojos y experimentaba de nuevo el deseo en su interior.

–Esto no cambia nada dijo Jungkook con una nota de finalidad en la voz que hizo que Hoseok se tensara al mirarlo.

El modo en el que él lo miró, como desdeñándolo, le dolió. Hoseok decidió que no podía soportarlo ni un momento más, desnudo y expuesto. Se agachó y agarró lo primero que encontró en el suelo, junto a la hamaca.

Su traje de novio doncel. Se lo colocó, cubriéndose con la tela tan delicada y suave porque no podía soportar los ojos negros de Jungkook sobre su cuerpo ni un momento más.

–Me alegro de que pienses así dijo Hoseok con la voz aún afectada, aunque trataba de disimularlo. Estoy seguro de que para ti es cierto, pero no creo que puedas decidir lo que esto cambia o no cambia para mí.

–No me importa lo que cambie en ti le respondió él fríamente. Después del fuego que habían compartido, de la pasión, aquellas palabras le dolieron como una bofetada a Hoseok.

No le cupo la menor duda de que había sido un golpe deliberado. Jungkook lo estaba poniendo en su lugar de una vez por todas. Se odió a sí mismo por permitir que eso le doliera.

Sin embargo, había comprendido por fin los detalles de la venganza que él le tenía reservada de un modo que jamás había comprendido antes. Jungkook lo utilizaría y lo rompería en tantos trozos que a Hoseok le resultara absolutamente imposible recomponerse.

Jungkook había dicho que era una venganza íntima y, en cierto modo, Hoseok se había aligerado de no haber sabido antes qué era lo que significaba.

Si lo hubiera sabido, ¿habría sido capaz de casarse con él o habría preferido huir antes de someterse a él? No lo sabía. Resultó que no sabía nada.

Excepto una cosa.

Jungkook jamás podría saber la verdad de los sentimientos que tenía hacia él. No podría saber nunca que lo que había sentido por él no había sido un enamoramiento adolescente, sino que siempre había sido mucho más.

Nunca.

–Quieres destruirme susurró. Se odió cuando lo dijo como si se lamentara de ello.

Jungkook se limitó a quedarse de pie, observándolo. No parecía tener pena alguna por Hoseok. Era cruel. De acero y piedra. Su rostro no reflejaba nada más que oscuridad.

–Sí, Hoseok dijo él con voz tranquila y resuelta. Pensaba que lo comprenderías. Cuando haya terminado contigo, no quedará nada.

–Jungkook...

–Nada insistió él más suavemente en aquella ocasión. Soy tu esposo. Te entregaste a mí ante Dios y ante tu tío. Y yo te juro que eso será tu final. Trozo a trozo, Hoseok, hasta que no quede nada.

–Jungkook susurró Hoseok. Sabía que le estaba revelando demasiado. En realidad, le estaba mostrando todo. Debes saber que nunca tuve intención de hacerte daño. Solo conté lo que vi. Lo que oí.

Lenta, muy lentamente, la cruel boca de Jungkook frunció una de las comisuras. Hoseok sintió que el alma se le caía a los pies cuando se dio cuenta de que le estaba dando precisamente lo que él quería.

–Te prometo una cosa afirmó él con la mirada llena de crueldad y satisfacción. No hay manera de que puedas pagar la deuda que tienes conmigo, aunque dejaré que lo intentes, Hoseok mou.

Te dejaré que lo intentes una y otra vez. Cuanto más lo intentes, más duro te parecerá. Peor será. Y cuanto más lo hagas, más desearás haber podido pensar alguna vez que podrías traicionarme y salir indemne.

Hoseok se dio cuenta de que estaba agarrando la tela del traje con los puños apretados.

–¿Indemne? susurró Hoseok. Estaba demasiado atónito como para gritar. No quería moverse por miedo a que las piernas no la sostuvieran. ¿De verdad crees que alguno de nosotros puede escapar y menos aún salir indemne?

–Recuérdame dónde estuviste tú encarcelado.

–Sé que jamás podré comprender lo que es pasar tanto tiempo en la cárcel

consiguió decir Hoseok, pero no eres el único que sufrió. Por si no te has dado cuenta, vivir aquí diez años tampoco ha sido un camino de rosas.

–Estoy seguro de que sufriste mucho, sí dijo Jungkook con un desdén que no se esforzó en absoluto por ocultar, pero, a menos que hayas estado en una cárcel todo ese tiempo, permíteme que no derrame lágrimas por ti.

–No se trata de una competición. No tienes ni idea de cómo ha sido mi vida.

– No me importa.

–Bien pues veremos quien le hace vivir un infierno a quien Jungkook yo no me voy a quedar viendo como me destruyes la vida, te lo vuelvo a repetir otra vez y será la última, solo dije lo que vi y no estoy arrepentido, lo siento si tuviste que pagar el precio de la cárcel, debiste actuar con Jimin decentemente y no gritarle.

La simple y cruel ferocidad de aquel comentario dejó a Jungkook sin palabras. Se quedó en silencio. La sonrisa que Hoseok le dedicó fue poco más que una mueca, como si hubiera sido la de un doncel sin alma.

Lo que Hoseok no podía comprender era cómo había podido pensar que la situación podría ser diferente. Ni siquiera durante un segundo. Tampoco sabía lo que iba a hacer con su pobre y magullado corazón.

–Bienvenido a tu nueva vida Hoseok, le dijo duramente Jungkook. Espera a que comience nuestra vida marital y que te duela.

Con eso, se marchó, dejándolo allí, completamente destrozado. En trozos.

Tal y como le había prometido.

El doncel no se rompió.

A lo largo de las siguientes semanas, Jungkook fue muy duro con Hoseok porque odiaba la parte de su ser que la había saboreado y había llegado a pensar que debía darle inmunidad sobre lo que había hecho. O peor aún, su perdón.

Se sentía abrumado y, por eso, no le dio respiro.

Lo trasladó desde su cochera hasta la elegante ala de la mansión que se utilizaba como cuartel general de Wang Trust y la instaló en el despacho que había frente al suyo para poder observarla a través de las paredes de cristal. Mejor aún, sorprenderla a Hoseok observándole a él.

Durante el día, lo trataba como si fuera un empleado más. Era mejor jefe que esposo, porque, por la noche, lo trataba como si fuera suyo, como si Hoseok estuviera en la Tierra tan solo para complacerlo a él.

Otro hombre lo habría llamado luna de miel. Lo poseía en todas partes. En el coche, en todas las habitaciones de su casa, una y otra vez en la cama que compartían, hasta que Hoseok se desmoronaba sobre él, completamente agotado y muerto para el mundo.

Venganza IntimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora