HOSEOK tragó saliva. No le pareció que las piernas fueran a seguir sosteniéndolo, pero hizo lo posible para ignorarlo. Estaba totalmente concentrado en Jungkook. Jungkook, a quien nunca había visto antes de aquella manera.
–¿Por eso has venido hasta aquí? preguntó Hoseok. ¿Para seguir reclamando lo que crees que te pertenece?
–¿Por qué no? admitió él. Estaba demasiado cerca. Su masculinidad lo envolvía por todas partes. ¿Acaso un hombre no puede reclamar a su hijo?
–Mi hijo repuso Hoseok. Y no, no puedes reclamarlo. No puedes tenerlo. Ya tienes peones más que suficientes. Piezas de ajedrez de sobra para moverlas por tu tablero hasta que las aplastes a todas. No necesitas también a este niño.
Jungkook se echó a reír, aunque no de un modo que sugiriera que lo había encontrado divertido. Entonces, se apretó con los dedos de una mano entre los ojos. Parecía estar tratando de contener su ira.
–No creo que puedas imaginarte siquiera que te voy a permitir alejarme de mi hijo le dijo con frialdad y dureza.
En aquel momento, algo se rompió dentro de Hoseok. O tal vez ya había estado roto antes. Tal vez era Hoseok la que había estado hecha pedazos hasta que una prueba de embarazo la había ayudado a sanar.
De repente, se sentía una persona completamente diferente. Ya no tenía miedo. Ya nadie podía acobardarlo o intimidarlo. Ni los Wang, ni su tío y mucho menos aquel hombre, que se había casado con Hoseok para destrozarla noche tras noche mientras hacía todo lo posible para no darle absolutamente nada de sí mismo.
Hoseok estaba cansado de no recibir nada.
–Mira dónde estamos le dijo con dureza.
Ya no le quedaba nada que perder o, mejor aún, ya no había nada que quisiera de él. Lo único que podría querer de él era algo que Jungkook era incapaz de darle a nadie.
Por fin lo había comprendido.
–La poesía del momento no se me ha escapado replicó Jungkook.
–Me alegro que te resulte poético. A mí me resulta triste. Es como si el tiempo se hubiera detenido. Hace diez años, todos nos vimos empujados a una pesadilla de la que no hemos conseguido salir desde entonces,
Hoseok levantó una mano y golpeó a Jungkook con un dedo en el pecho. Volvió a hacerlo una vez más. Su arrogancia ya no lo intimidaba. ¿Qué podría hacerle que no le hubiera hecho ya?
–No pienso criar a un niño en este espectáculo terrorífico afirmó Hoseok con solemnidad. Ya he tenido más que suficiente. No queda ya nada que pagar. Perdóname si quieres, o si lo prefieres no me perdones. No me importa. Puedes quedarte con todo el dinero que yo nunca supe que tuve. Tampoco me importa eso.
–¿También estás por encima de eso? Eres un santo, Hoseok. Un verdadero mártir comentó él con un tono muy desagradable.
–¿Por qué iba a quererlo? Está manchado de sangre. Mi madre murió por todo ese dinero. Jimin también. Tú fuiste a la cárcel también por ese dinero. ¿Quieres saber lo que quiero yo de ese dinero? Verme libre de él de una vez por todas. Y también de toda esa horrible y retorcida gente que lo acompaña.
–Debe de ser estupendo sentirse tan superior como te sientes tú.
–No quiero nada de esto insistió Hoseok lanzando las palabras como si pensara que podría hacerle daño con Hoseok. No quiero nada.
–Mi corazón sufre por ti, de verdad comentó él, pero me temo que no puedo darte lo que pides. Eres mi esposo y estás embarazado de mi hijo. No puedes huir de ninguna de esas dos cosas.
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Venganza Intima
RomanceDespués de pasar diez años en la cárcel por un crimen que no cometió, el cruel griego coreano Jeon Jungkook volvió para vengarse de Jung Hoseok, el doncel cuya declaración lo sentenció. Decidió que se casaría con el y lo uniría a él para siempre. Si...