Imagina que te regalan un coche nuevo, con toda la tecnología avanzada y los sistemas de seguridad más modernos. Tienes la libertad de conducirlo a donde quieras, pero eso no significa que puedas ignorar las leyes de tránsito. Si conduces sin prestar atención a las señales o límites de velocidad, no solo pones en peligro tu vida, sino también la de los demás.
De la misma manera, en Cristo somos libres. Hemos sido liberados del pecado y del peso de la culpa. Sin embargo, esta libertad no significa que podamos hacer lo que nos plazca sin considerar las consecuencias. Nuestra libertad en Cristo es un llamado a vivir bajo su dirección, con gratitud y amor hacia los demás.
Su Palabra dice en 1 de Pedro 2:16 (RVR1960): “como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios”.
A veces, podemos sentirnos tentados a usar nuestra libertad para justificar acciones que sabemos que no están alineadas con los valores de Dios. Tal vez en las relaciones, en el trabajo o incluso en la forma en que hablamos a los demás. Recuerda que tu libertad no es un boleto para vivir desenfrenadamente, sino una oportunidad para servir y amar a los demás.
Angélica, vivir como una persona libre en Cristo significa tener la responsabilidad de reflejar Su carácter en cada aspecto de tu vida.
Piensa por un momento, ¿estás usando tu libertad para edificar a los demás, o a veces te encuentras justificando conductas que sabes que no son correctas? Hoy es una oportunidad perfecta para reflexionar y ajustar cualquier área en la que tu libertad no esté honrando a Dios.
Durante los próximos días, de hecho, compartiré contigo algunos consejos que te ayudarán a caminar en esa libertad. ¡No te los pierdas!
No lo olvides nunca: ¡Eres un Milagro!