¿Te ha sucedido, que cuanto más tiempo pasas con un amigo, más te pareces a esa persona? A mí me ha pasado; sin darme cuenta, ya hasta estoy usando sus mismos gestos. Cuanto más tiempo pasas con alguien, más lo llegas a conocer: sabes qué color le gusta, cuál es su comida o película favorita.
Lo mismo ocurre cuando dedicas tiempo a conocer a Jesús. Comienzas a experimentar su amor, entender sus pensamientos, a saber qué es lo que anhela para ti, cuál es su voluntad y su plan perfecto. Y sin darte cuenta, comienzas a parecerte cada días más a él, tu mejor amigo.
Su palabra nos dice en Juan 10:27 (RVR1960): “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.” Así es, como amigo, escuchas su voz, Él te conoce y te guía por el mejor camino.
Además, cuanto más profundizas tu relación con Él, el pecado y las tentaciones con las que luchas se desvanecen. Entonces, comienzas a vivir en una verdadera libertad.
¡Por eso conocer a Jesús es la meta! Él se acerca a ti, no solo para bendecirte, lo más importante, para transformarte, que cada día puedas parecerte más a Él.
De hecho, no podremos parecernos a Jesús, ni seguirlo, sin conocerlo. Por consiguiente, pasa tiempo con Él: habla con Jesús, medita en su palabra, declara y cree su verdad.
Declara conmigo: “Señor Jesús, gracias porque tú me llenas de un deseo consumidor de conocerte y amarte más que a nada y a nadie. Gracias porque me hablas y puedo reconocer tu voz, seguirte, porque soy tu hijo. Gracias porque te acercas a mí y me transformas. Y a partir de ahora nunca más seré igual. En tu nombre Jesús. Amén.”
¡Conocerlo transformará tu vida!
No lo olvides nunca: ¡Eres un Milagro!