Mensaje 42

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Hace muchos años, cuando aún era un niño en la escuela primaria, hice algo que me hizo merecedor de expulsión de la escuela. Recuerdo perfectamente ese momento mientras esperaba a que mis padres llegaran por mí, recuerdo los sentimientos tan profundos de vergüenza que tenía y un temor enorme de contarles a mis padres la terrible noticia.

Pero ese día descubrí algo muy hermoso: descubrí que mis padres decidieron mostrar más amor que condenación. No solo eso, sino que intercedieron por mí para que no fuera expulsado. Ese día me di cuenta de que la gracia tiene más poder que la condena, porque donde la gracia toca vidas son transformadas.

Hay una historia en el evangelio de Juan que muestra esta verdad de manera hermosa. Se trata del encuentro de Jesús con la mujer adúltera.

Los líderes religiosos del tiempo de Jesús, queriendo tenderle una trampa, traen frente a él a una mujer sorprendida en el acto mismo del adulterio. La ley de Moisés decía que tales personas debían ser apedreadas, sin embargo, en ese momento de la historia, hacer tal cosa también habría ido en contra de la ley romana.

Los líderes religiosos estaban seguros de haber atrapado a Jesús, quien parecía tener dos opciones: pedir que la mujer fuera apedreada de acuerdo con la ley de Moisés y después enfrentarse a las consecuencias con los romanos, o negarse a esto y por lo tanto mostrarse en contra de la ley de Moisés. Parecía que sin importar lo que hiciera saldría perdiendo.

Sin embargo, Jesús en su genialidad hace algo completamente inesperado, Jesús pone al descubierto la hipocresía de estos líderes. Les dice que quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” (Juan 8:7). Acto seguido, todos dejan caer sus piedras y se van, dejando a Jesús solo con esta mujer.

Angélica, imagínate por un momento todos los sentimientos que estarían pasando por la mente y corazón de esta mujer, la vergüenza, el temor, el dolor, la humillación. ¿Has pasado por uno de estos momentos?

Y aquí está ante Jesús, esperando el veredicto del único que podía haberle lanzado una piedra, el único digno de juzgarla, pero mira lo que Jesús le dice; “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno de ellos te condenó? Ni uno, Señor, dijo ella. Yo tampoco, le dijo Jesús. Vete y no peques más.”

Wow, verdaderamente donde la gracia toca, ¡vidas son transformadas! La vida de esta mujer nunca más fue igual, de la misma manera te cuento que yo nunca volví a hacer algo en la escuela que me pudiera volver a causar la expulsión.

Y ¿tu? ¿Eres consciente de lo que Jesús ha hecho por ti? ¿Vives cada día buscando agradar al que te mostró gracia en vez de condenación? Hoy te invito a que durante el día puedas estar reflexionando en esto.

Créditos al escritor de: No lo olvides nunca: ¡Eres un Milagro!

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