Capítulo 8

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Estaba dormido hasta que escuché de repente el molesto sonido de la alarma.
Pase mas manos por mi cara adormilado, a la vez que me ponía de pie para dirigirme al baño. Abrí la llave de la regadera y me metí a la ducha al quitarme el boxer. El agua es tibia y me relaja a parte de que me despierta.

Después de unos minutos salí y me cambié con lo que estuviese luego luego en mi armario. Todo era ropa oscura así que daba igual.
Hacía un frío tremendo en las mañanas pero aún así debo admitir que prefiero más eso que un calor insoportable.

Me lavé los dientes y bajé a la cocina psra encontrarme con Margaret, que desde temprano ya estaba preparando el dedayuno.

Me senté en el taburete y al instante escuché su comentario. -Joven Harrison le aviso que el desayuno muy pronto estará listo. -Dijo sin voltearse, mientras se encargaba de todo.

-Gracias Margaret. Voy a salir. En un rato vengo, dígale a Adam que no me espere y... a la chica dígale que no tardo.

-Está bien joven Harrison.

Antes de salir tomé mi pequepo maletín del perchero y salí al patio trasero para adentrarme en el bosque.

(...)

Apenas va amaneciendo y algunas aves se encuentran silbando. No negaré que es muy relajante caminar por aquí. Mi cámara ya está preparada para capturar algo. Y no puedo decir que no disfruto ésto, por qué sería mentira.

Mi padre a pesar de ser un empresario reconocido tenía sus momentos de relajación o tenía momentos en los que se desconectaba del mundo. A él le gustaba una que otra vez dibujar en su despacho. A mí a la edad de 13 años se me dio por tomar fotos.
El punto era que a ambos nos gustaban cosas muy parecidas. Cosas artísticas.

Recuerdo cuándo me dió una cámara Canon. Esa fue la primera y última que me regaló cuando se enteró que me gustaba y ahora la cuido más que a nada.

Llegué al lago después de caminar un rato. El sol estaba saliendo e inmediatamente tomé un foto en blanco y negro, luego una a color. Le tomé foto a un árbol seco que se encontraba alejado de los demás. Luego le tomé foto a uno lleno de hojas pero con un poco de nieve en ellas.

Decidí sentarme en un roca que se encontraba por ahí y me quedé observando el lago. Todo estaba en silencio a excepción del sonido del agua meciéndose gracias al viento. Ayer que Rossel habló conmigo me sentí bien y no sé por qué, pero siento que quizás puedo confiar en ella.

Eso es lo que pienso.

Rossel me dijo que tal vez lo mejor sería hablar con Anabelle... pero dudo mucho que esté listo para eso. Me dejó por decirlo así, en shock el saber que después de todos éstos años seguía viva. ¿Cómo putas se le ocurre aparecer así, como si nada hubiese sucedido?
La verdad es qué en parte tengo intriga al escuchar lo que tenga que decirme pero dudo mucho que haya algún momento en el que yo la perdone y decida hablar con ella.
Estoy muy enojado y podría decir que la odio pero yo... simplemente no puedo hacerlo por más que quiera.

De regreso me pongo a escuchar música.
Decidí poner algo del grupo The Neighbourhood.

Y caminé por el bosque hasta llegar a mi casa y antes de entrar pude escuchar la voz de Rossel.

-Oh, no gracias señora... la verdad es que no tengo hambre.

-Pero claro que comerás. -Dije tranquilamente.

Ella se giró para verme. Estaba guapa, a pesar de haberse levantado hace poco.

-No tengo hambre, pero gracias. -Volvió a decir, firmemente, mientras se cruzaba de brazos. Como niña caprichosa.

EL BØXEADØR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora