Capítulo 28

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JORDAN

-¡Por dios! -Exclamó Matt con sarcasmo, lo miré fijamente y mi mandíbula se tensó. -Realmente has perdido la confianza en mi, cierto? Porque no me habías contado absolutamente nada.

-No es eso.

-¿Entonces?

Me quedé sin palabras. En verdad he sido una mierda con Matt. Pero simplemente no tenía ganas de hablarlo, y no es porque no le tuviese confianza.

Bufé fastidiado y crucé mis brazos sobre mi torso. -De acuerdo, no quería contarlo. Por astenia, supongo.

Eso era verdad, en serio me daba flojera platicar sobre este tipo de cosas, como el amor. Y para ser honesto, tampoco soy del tipo de chicos que regalan flores, chocolates, o esos odiosos muñecos de peluche. Fruncí mi ceño. No soy bueno con lo detalles en pocas palabras.

-Cabron... -Matt puso los ojos en blanco. -Tampoco digo que seas una persona chismosa, pero al menos dime lo que te ocurre joder.

No respondí. Me quedé viendo un punto invisible. Y bueno, supongo que ahora que ya lo sabe todo, ya estoy libre de una preocupación.

-Lo que sigo sin poder creer, es que Anabelle esté viva. -Desvió la mirada hacia mi. -Y que técnicamente se haya aprovechado de ti en tu estado. Eso si es jodido. A mi parecer fue como si te hubiese violado.

Elevé una de mi cejas al escuchar lo último. -Sólo sé, que la quiero lejos de mi vida. -Gruñí. Entonces me puse de pie y comencé a caminar por la habitación, que era la sala de estar de mi casa.

-No sé tú, pero yo iría con la policía.

Sonreí con sarcasmo. -Oh claro, y les diré que una chica que "estaba muerta" me ha violado, ¿no? Completamente creíble.

Matt rió con sequedad. -No lo pongas así y ya. Sólo diles que la investiguen.

Recargado en el marco de la ventana, me le quedé viendo a mi amigo. Podría ser. Pero la ley es una mierda. Ni siquiera pudieron resolver el caso de mis padres. Ahora menos resolverán esto. Mi mirada se oscureció y cerré mis puños sintiendo odio. No hicieron suficiente. Ni siquiera pudieron resolver las dudas de un chico de 15 años cuando murieron sus padres.

-Respecto a Sonia... -Habló distraídamente Matt, sin mirarme. Y como si fuese por acto de magia, mi furia se disipó y lo observé con toda la atención. -Entonces dices... que ya no te gusta. -Señaló tomando un trago de su cerveza.

-Eso... -Lo dudé un segundo, pensando en el camino que estaba tomando esta conversación -Eso he dicho. -Asentí, mirándolo con recelo.

Matt finalmente me dirigió una mirada. -Realmente eres de esos hombres que se dan por vencidos ¿no?

Cuadré mis hombros y me puse tenso. -¿A qué va eso? -Dije entre dientes, sintiendo enojo.

-Sólo digo, que creo que no debiste haber dicho eso. -Habló con una expresión en blanco. -No debiste haberle dicho eso a ella. Ni siquiera a mi.

Se puso de pie, y caminó hasta la entrada principal. Cerrando la puerta detrás de si al salir. Y yo me quedé en mi sitio.

«¿"Ni siquiera a mi" había dicho?» Fruncí mis labios al igual que mi ceño con molestia.

-¿Por qué lo sigues negando? -Habló una voz con decepción, sacándome de mis pensamientos.

Mi mirada se desvió al niño que se encontraba en el marco de la puerta, con un libro bajo su brazo. -No entiendo, ¿por qué evitar tu felicidad? -Murmuró, mientras me observaba con censura.

-No estoy evitando nada. Esto es lo que quiero. -Respondí con determinación, cuando... en el fondo intentaba creérmelo más que nada.

Salí de la mansión para ir a mi auto. Al encenderlo me dirigí hacia la universidad. No tenía ganas de asistir, pero no podía seguir faltando. Así que a regañadientes condujé hasta allá.

(...)

-Mañana es la fiesta, de verdad espero que te animes... a ir. -Dijo la chica que ahora sabía que se llamaba Jane. Estaba en la clase de etimologías, me había tocado hacer equipo con ella, y un tipo llamado Isak pero yo estaba más concentrado en hacer el trabajo que en tener cualquier tipo de charla. Y no hablaba, si no era respecto a la actividad que nos habían puesto.

-Una vez fui a Europa, realmente es precioso... ¿alguna vez has ido Jordan? -Preguntó Jane tímidamente.

Desvié mi mirada hacia ella un breve instante, pero no respondí. Seguí anotando en mi libro. Ella luciendo claramente desilusionada se dispuso a hacer lo mismo. Pero Isak con toda la disposición del mundo le respondió que él si había ido, y que estaba de acuerdo con ella. Puse mis ojos en blanco sin que ellos lo notasen. Era más que obvio que el tipo se sentía atraído por ella. Su cara de idiota lo demostraba. Me recargué en el respaldo de mi silla y cerré mi libro.

Y en silencio, la observé, aunque sea unos segundos. Si, era linda. Su cabello era rizado, color miel. Su piel era almendrada y parecía estar libre de imperfecciones. Sus labios eran delgados, y de un color rosado. Y si no me equivocaba, sus ojos eran cafés.

Jane al sentir mi mirada, me miró. Y un color carmesí cubrió sus mejillas. Fruncí mi ceño y aparté la mirada.

-No puedo escribir nada en griego, me confundo demasiado... a este paso seremos los últimos en entregar el trabajo. -Se quejó Isak soltando un bufido mientras me miraba desolado. -¿M-Me lo pasas?

Lo fulminé con la mirada y con desgano le deje mi libro a su disposición soltándolo en su mesa, él luciendo sorprendido, lo tomó para comenzar a copiar. Este tipo es exasperante.

-Puedes copiar todo lo que quieras, el que no aprenderá y a la hora del examen reprobará, serás tú. -Respondí con mi rostro totalmente serio.

-No me importa. Si saco 7 me basta.
Con que pase. -Respondió sin mirarme, mientras apuntaba en su libro, todo lo que yo escribí en el mío.

-Ser conformista esta mal. Deberías trabajar en eso... -Dijo Jane mirándolo rebropatoriamente. Isak no la miró, pero eso no evitó que se sonrojase, claramente avergonzado.

Reí con sequedad por aquél gesto tan patético.

«Vaya forma de ligar con la chica que le gusta»

(...)

Caminaba por los pasillos, en completo silencio. Las clases habían terminado, y todos los alumnos hablaban, reían, y otros corrían como locos.

Al salir de la universidad visualicé a lo lejos el auto de Matt, él se encontraba recargado en éste, mientras hablaba con Sonia, que se encontraba de brazos cruzados, mirando el suelo.

Fruncí mi ceño al mismo tiempo que cerraba mis puños. ¿Debía acercarme?

Me puse rígido cuando Matt se acercó a ella para besar su mejilla. Mi mandíbula se tensó y sentí que se me helaba la sangre.

Sin pensarlo un segundo más, y antes de darme cuenta de lo que estaba haciendo, me acerqué, con toda la disposición de interponerme entre ellos.













EL BØXEADØR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora