Capítulo 35

5.1K 243 16
                                    

JORDAN

—Ya quita esa cara, desde ayer has estado así.

Fruncí mi ceño al escucharlo. —Estoy bien Matt. —Respondí serio, pero al ver su mirada reprobatoria me entraron ganas de poner los ojos en blanco, mas no lo hice.

Era la hora del almuerzo, pero siendo honesto no he tenido ganas de comer algo desde aquella noche. Desde el momento en que la vi a ella... en la pelea. Tal vez pienso que es una manera de castigarme, aunque sea algo estúpido.

Rossel estuvo ahí. Y no puedo sacarmela de la cabeza, me esta matando maldita sea.

—Carajo ahí esta de nuevo... ese gesto de dolor en tu rostro, no puedes seguir así maldición. —Matt me detuvó bruscamente del hombro. Me giré para mirarlo con el rostro inexpresivo.

—¿Seguir cómo Matt? ¿Como si la vida no fuese fácil? Lamento decirte que así es la realidad. Al menos la mía. Así que ya deja de estar tocándome los cojones joder. Y si piensas que es por Rossel más equivocado no puedes estar. Porque ella ya esta enterrada junto con toda la mierda de mi pasado, no importa ya. —Respondí con frialdad antes de darle la espalda y seguir caminando pero él ya estaba nuevamente a mi lado, cada vez más molesto.

—¡Y si ya no te importa, no te molesta si salgo con ella verdad! —Gruñó frenándome de nuevo. Tensé mi mandíbula al escucharlo. Mis ojos grises encontrándose con sus ojos verdes.

Era consciente de que varias personas estaban cerca, pero bien saben desde el primer día que si miraban en nuestra dirección o decían algo no les iría nada bien.

—Haz lo que te entre en gana. —Murmuré entre dientes.

Me fue imposible no molestarme. Me fue imposible no fulminar con la mirada a quien yo considero mi mejor amigo.

Matt me miró con una expresión incrédula, noté que suspiró pesadamente al mismo tiempo que pasaba una mano por su cabello luciendo molesto. Me tenía tanta paciencia, y eso es algo que yo admiraba pero no pensaba admitir.
Soy un cabron jodidamente orgulloso.

—Sólo ella te pone de este jodido modo. Y has vuelto a estar a la defensiva como cuando te conocí.

—Matt. Más vale que te calles. —Mi voz es hostil, y no me pasaron desapercibidos los nervios que se instalaron por un momento en sus ojos al ver mi postura, pero se recompuso rápidamente.

—Sólo... ella puede hacer que te calmes Jordan, eres mi mejor amigo... mas que eso, eres como un hermano para mi y ya estoy cansado de verte tan enojado con todo el mundo. Es momento de que tomes el control de tu vida, de lo que realmente quieres... debes comenzar a tomar tus decisiones con madurez. Así que cuando hayas reflexionado lo que te digo, búscame.

Esta vez fue Matt quien dio la espalda y se fue caminando de regreso a la universidad para las siguientes clases.

Cuando lo perdí de vista suspiré con cansancio y tallé mi rostro con frustración. Matt no estaba molesto conmigo, estaba decepcionado de mi, de mi comportamiento. Y supongo... que es cierto eso que dicen acerca de no reprimir lo que sientes, a final de cuentas... no le hace a uno bien. No me hace bien... sin embargo no puedo evitarlo. No tengo ni puta idea de que hacer.

Ya todos habían entrado a sus respectivas clases. Comencé a caminar hacia los sanitarios de hombres, pero al entrar me encontré en el lavabo a quién menos esperaba ver...
Sin poder evitarlo me sorprendí. No imaginaba que fuesemos a la misma universidad. Él aún no había reparado en mi presencia.

—¿Ruso... no es así? —El apodo que le habían dado provocó que él me mirase por el espejo.
Sus ojos al reconocerme me observaron con frialdad pero a la vez, divertidos.

—Pero miren quién esta aquí... Jordan Harrison. Supongo que el destino quiere que volvamos a pelear.

—Para ser honesto, no estuviste nada mal. Cuando quieras se puede repetir. —Crucé ambos brazos sobre mi torso.

—Tal vez. —Me mira serio. —En todo caso tendré que entrenar más duro de lo que ya hago, para dejarte en el suelo. Y así será, por que no pienso dejarte ganar por segunda vez.

Sus ojos azules me observan con recelo y una sonrisa se instala en mi boca. No dudo que este tipo pudiese ganarme, tanto él como yo sabe lo bueno que es en el ring, pero de igual manera no le dejaré ganar si es que se repite.
Poner las cosas fáciles no es lo mío.

Saqué un cigarrillo de mi cajetilla y lo encendí para darle una calada.

—¿Has admitido que soy jodidamente bueno? ¿O has querido decirme que podré lamerte las pelotas en la próxima pelea. —Hablé antes de expulsar lentamente por la boca el humo del tabaco.

Entrecerré mis ojos en su dirección. Hoy no estaba de humor para tolerar a cualquier persona. Y menos a éste.
La diversión se esfumó de su rostro, el tipo de verdad no se hallaba muy feliz con soportarme. Pero lo entendía, yo tampoco le soportaba.

—Hablo en serio Harrison. No te metas conmigo, porque no te conviene tenerme de enemigo. Quién saldrá más perjudicado serás tú. —Habló con seriedad fulminándome con la mirada para después marcharse cerrando la puerta detrás de sí.

Miré mi reflejo en el espejo e inconscientemente volví a darle otra fumada al marlboro. Damon West debía tener unos cojones demasiado grandes como para amenazarme de ese modo.

Toda expresión se fue de mi rostro y la frialdad se hizo presente, aparté la mirada de mi maldito reflejo a la vez que le daba una última calada a mi cigarro, tirándolo de golpe en el bote.

Más bien... Él no tiene idea de con quién está tratando.

Salgo de ahí para tomar las siguientes clases y mientras camino por el pasillo suena el timbre. Los alumnos comienzan a salir en grupo de los salones pero al verme pasar se hacen a un lado dándome espacio, saben bien que no les conviene chocar conmigo. Mi semblante se oscureció al notar que nuevamente los chicos me observaban con miedo y la mayoría de las chicas de igual manera.
Soy consciente de que algunas tienen el valor de lanzarme miradas seductoras y eso sólo me hacía cabrearme más. Es cierto que mi paciencia es corta.

—Venga Jane, háblale, no pierdes nada.

Escucho que murmuran a lo lejos y mi ceño se profundiza más.

—No puedo Stef, me da miedo.

—Es tu compañero en algunas clases, ¡vamos!

Mi mirada por un momento se dirige al grupo de chicas que me observan con nerviosismo. Los ojos cafés de Jane me miran bien abiertos y un color carmesí cubre sus mejillas al darse cuenta de que las había escuchado a pesar de que hablaron en voz baja.

Al ver mi expresión disgustada, Jane agacha la cabeza y sus amigas tratan de darle ánimos por mi rechazo.

Bufo por lo bajo antes de llegar a la clase. Entro al salón y me siento en mi lugar... estoy en completo silencio y todos piensan que al menos este día estoy tranquilo.

Y una mierda.

***


《Sus manos le estaban tocando. Sus labios le estaban besando.》

Juro que me quedé estático al ver con quien estaba Rossel en estos momentos, verla provocó que mi corazón se acelerara, y no de un buena manera. Estaba furioso, porque ese cabrón la estaba besando. Sentí que me hervía la sangre de sólo ver como las manos de él la tomaban por las caderas, ambos acercándose más de ser posible.

Nada me gustaría más que poder acercarme y darle una buena paliza a ese imbécil. Cerraba con fuerza mis puños tratando de controlar la necesidad de golpear algo.

Pero no tengo derecho. Ya no...

Quería arrancarle los dedos por tocarla. 《Joder.》
《Nadie toca lo que es mío.》
Pronto me doy cuenta de las palabras en mi mente, ella no es mía... no es nada mío... pero, carajo me siento colérico e irritado.

Maldita sea. Destrozaré a Damon West por besarla, que lo único que recordará sólo serán mis puños estrellarse contra su rostro una y otra vez.










EL BØXEADØR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora